HIMNO A AFRODITA
Inmortal Afrodita de polícromo
trono,
hija
de Zeus que enredas con astucias, te imploro,
no
domines mis penas y torturas,
soberana,
mi pecho;
mas
ven aquí, si es que otras veces antes,
cuando
llegó a tu oído mi voz desde lo lejos,
te
pusiste a escuchar y, dejando la casa
de
tu padre, viniste,
uncido
el carro de oro. Veloces te traían
los
hermosos gorriones hacia la tierra oscura
con
un fuerte batir de alas desde el cielo,
atravesando
el éter:
de
inmediato llegaron. Tú, feliz,
con
la sonrisa abierta en tu rostro inmortal,
preguntabas
qué sufro nuevamente, y porqué
nuevamente
te invoco
Y
qué anhelo ante todo alcanzar en mi pecho
enloquecido:
¿A quién seduzco ahora
y
llevo a tu pasión? ¿Quién es, oh Safo,
la
que te perjudica?
Porque
si hoy te rehuye, pronto habrá que buscarte,
si
regalos no acepta, en cambio los dará,
y
si no siente amor, pronto tendrá que amarte
aunque
no quiera ella.
Ven
a mí también hoy, líbrame de desvelos
rigurosos
y todo cuanto anhela
mi
corazón cumplir, cúmplelo y sé tu misma
mi
aliada en esta lucha
De la poesía clásica griega, la de Safo siempre fue la que primero me atrajo y a la que nunca he dejado de ser leal. Seguramente la sencillez, el lirismo y el lenguaje próximo y natural que utiliza sean la razón de esta querencia. Y esta introducción a su poesía del estudioso Bowra siempre me ha parecido de las mejores —y tiene ya casi 100 años—. La cita es larga, pero merece la pena:
Allá por el 600 a. c., la isla de Lesbos dio al mundo verdadera poesía. Posible es que las inspiraciones de Safo y de Alceo se encuentren en la canción folclórica, pero la obra de estos poetas no es coral ni siquiera popular. Fue escrita para ser cantada entre amigos. Nace de motivos locales y personales, pero trascendidos en un todo por el genio poético que les da valor universal. En ambos, la sensibilidad y la pasión se juntan con arte consumado. Tenían que decir muchas cosas de hondo sentido, y sabían decirlas cabalmente. El lenguaje de Safo tiene la sencillez del coloquio diario, exaltado a su mayor temperatura expresiva. Apenas usará palabra que no proceda de su habla vernácula, pero la selección ha sido siempre impecable, y la frase construida siempre con tino. El arte métrico no tiene secretos para ella. Cada estrofa es un vehículo ajustado, dócil y apropiado a su contenido, y las palabras parecen haber caído sin busca ni esfuerzo. La poetisa representa el mejor estilo, el de los elementos intocables e insustituibles.
(...) Su nombre, manchado por la maligna imaginación de Alejandría y Roma, ha padecido a causa de tanta y tan extremada ternura. Pero quien lee su poesía no puede menos de convencerse de que la ha inspirado el verdadero amor. En estos versos gritan las congojas de la pasión desairada, el dolor de la separación, el recuerdo de amores pasados; temas eternos expresados con sinceridad tal que deja ociosas las metáforas. Los hechos, de bulto, hablan por sí con suficiente elocuencia, y los fragmentos que de esta poetisa nos quedan son pedazos de palpitantes de vida. Nada se puede quitar ni añadiren cuanto ella exclama: "Yo te amaba, Atis, una vez, hace mucho tiempo", o bien: "Tuve en mis brazos a una criatura deliciosa, más linda que las doradas flores, Cleis, mi adoración".
Es una lástima que, en la mayoría de los casos, solamente dispongamos de fragmentos; aunque, por otro lado, esa misma disposición fragmentaria es un estímulo para la imaginación creadora y una fuente de inspiración permanente.
FIESTA NOCTURNA
En la noche
las jóvenes celebran una fiesta
que la noche entera ocupa.
allí cantan tu amor y el de la novia
de seno de violetas.
Pero tú, novio, despierta,
marcha con los de tu edad:
tanto sueño sintamos como el ave
de clara voz.
BELLEZA INTERIOR
Pues bello es quien es bello en cuanto a la mirada.
Pero también el bueno ha de ser pronto hermoso.
DONES DE LA MEMORIA
De verdad yo quisiera verme muerta.
Ella
me abandonaba entre sollozos
y
ante mí repetía sin cesar
–¡Ay
de mí, que cruelmente sufrimos! Mas no dudes
que
te abandono, Safo, sin quererlo.
Y
yo le respondía de este modo:
— Márchate
alegre y tenme en tu memoria
porque
bien sabes cómo te mimábamos.
Mas
si no, yo quisiera
traerte
los recuerdos
de
aquellas experiencias hermosas que vivimos:
pues
con muchas coronas de violetas
y
de rosas y flores de azafrán
te
ceñiste, a mi lado,
y
abundantes guirnaldas enlazadas
alrededor
del cuello delicado
pusiste,
hechas de flores,
y
con esencia
floral
te
ungiste, y con bálsamo de reyes,
y
sobre blandos lechos
delicada
saciabas
el deseo,
y
no había ningún
recinto
o santuario
del
que nos mantuviéramos ausentes...
La edición más completa en castellano que yo conozco es la de Aurora Luque que, además, se acompaña de una gran cantidad de testimonios y notas aclaratorias.