"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
miércoles, 18 de junio de 2025
UN LIBRO, UN POEMA (Eva Beriain)
lunes, 16 de junio de 2025
IRLANDA VISTA POR... JAMES JOYCE
GAS DE UN QUEMADOR
Señoras y señores, aquí están reunidos
para saber por qué la tierra y los cielos han temblado
a causa de las sombrías y siniestras mañas
de un escritor irlandés en tierras extranjeras.
Me envió un libro hace diez años:
lo leí unas cien veces,
del derecho, del revés, por arriba, por abajo,
de lejos y de cerca.
Lo imprimí todo hasta la última palabra
mas con la gracia de Dios
las tinieblas de mi mente se rasgaron
y entreví el vil propósito del autor.
Pero tengo un deber para con Irlanda:
guardo su honor en mis manos,
tierra de encanto que siempre mandó
a sus escritores y artistas al destierro
y con espíritu de chanza irlandesa
traicionó a sus caudillos uno por uno.
Fue el humor irlandés, húmedo y seco,
el que arrojó cal viva a los ojos de Parnell;
son los cerebros irlandeses los que salvan de la ruina
la barcaza que hace agua del obispo de Roma
pues todos saben que el Papa no puede eructar
sin el permiso de Billy Walsh.
¡Oh Irlanda mi primero y único amor
donde Cristo y César uña y carne son!
¡Oh tierra de encanto donde el trébol crece!
(Permítanme, señoras, que me suene).
Os manifiesto, sin que me importen un pito vuestras censuras,
que imprimí los poemas de Mountainy Mutton
y una obra teatral que escribió (la habéis leído, seguro)
donde se dice “bastardo”, “bujarrón” y “ramera”,
y otra pieza sobre la Palabra y San Pablo
y sobre algunas piernas de mujer que recordar no puedo,
escrita por Moore, caballero auténtico,
que vive de sus rentas con el diez por ciento.
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Ejemplar de la B. C. |
imprimí el breviario de Cousins
aunque (les ruego me perdonen) tales versos
provocarían acidez en sus traseros.
Imprimí folklore del norte y del sur
de Gregory la de la Boca Dorada.
Imprimí poetas tristes, tontos y solemnes.
Imprimí a Patrick cómo-se-llame.
Imprimí al gran John Milicent Synge
que se remonta sobre un ala angélica
con la camisola del aventurero que tomó como botín
de la bolsa de viajante del gerente de Maunsel.
Mas nada quiero saber de ese condenado sujeto
que anduvo por aquí vestido de amarillo austriaco,
declamando italiano por horas
a O’Leary Curtis y John Wyse Power
y escribiendo de Dublín, sucia y querida,
de tal forma que ningún impresor, ni aun africano, lo toleraría.
¡Mierda y cebollas! ¿Pensáis que imprimiré
los nombres del monumento a Wellington,
Sidney Parade y el tranvía de Sandymount,
la pastelería de Downes y la confitura de Williams?
¡Que me condene si lo hago… que al fuego me condene!
¡Hablar de los Topónimos irlandeses!
Me asombra, por mi alma,
que el autor olvidase mencionar Curly’s Hole.
No, señoras, mi imprenta no tomará parte
en libelo tan burdo contra mi madrastra Erin.
Me apiado de los pobres: he aquí la razón por la que empleé
a un escocés pelirrojo para que me lleve las cuentas.
¡Pobre hermana Escocia! Su sino es horrible.
Ya no encuentra más Estuardos que vender.
Mi conciencia es pura como la seda china,
mi corazón es blando como la manteca.
Colm les podrá decir que hice una rebaja
de cien libras en el presupuesto
que le anticipé para su revista irlandesa.
Amo a mi país: ¡lo juro por los arenques!
Ojalá pudierais ver cómo lloro
cuando pienso en los trenes y barcos de emigrantes.
Por eso publiqué a los cuatro vientos
mi guía de ferrocarriles del todo ilegible.
En el vestíbulo de mi institución impresora
la pobre aunque digna prostituta
practica la lucha libre cada noche
con su artillero británico de ajustados pantalones
y el forastero aprende el don de la charla
de la ebria y roñosa ramera dublinesa.
¿Quién fue el que dijo: no resistáis al mal?
He de quemar ese libro con la ayuda del diablo.
entonaré un salmo mientras lo veo arder
y guardaré las cenizas en una urna de una sola asa.
Haré penitencia con pedos y gemidos
de hinojos sobre mis rodillas.
Esta próxima cuaresma descubriré
mis nalgas penitentes al aire
y sollozando junto a mi imprenta
mi horroroso pecado confesaré.
Mi capataz irlandés de Bannockburn
hundirá su diestra en la urna
y su devoto pulgar estampará una cruz
Memento homo sobre mi trasero.
viernes, 13 de junio de 2025
NADIA FABO EN "Poesía y Pensamiento" 2025
Nadia Fabo Andrés (Donostia, 1975), si no me equivoco, se formó como poeta en el taller de Karmelo Iribarren, aunque podemos suponer que ya mucho antes de pasar por él creaba versos. Lo cierto es que el reconocimiento como poeta empezó a partir de que obtuviera el Primer Premio del XI Certamen de Poesía María Luisa García Sierra, en 2019, con el poemario Un antílope en la garganta. Seguidamente llegaría la mención especial en el XXIX Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, en 2020 con el poemario Tina Turner en la cola del híper. En 2021 publicó Tenderete (LUPI, 2021). Al año siguiente ganó el XXXII Premio de Poesía Blas de Otero de Majadahonda con el poemario Hija. El año pasado hizo doblete, pues resultó ganadora del XVIII Premio Internacional de Poesía Ciudad de
Pamplona con el poemario Pitx, y ganadora del II Premio Internacional de Poesía Marpoética, un verdaderamente prestigioso premio, con el poemario Consejos de economía doméstica para extremófilos, que además del sustancioso premio en metálico, lleva consigo la publicación del libro en Visor. Los poemas que lee en el vídeo pertenecen a este último título.
miércoles, 11 de junio de 2025
CHUS PATO EN DONOSTIA
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Editorial |
Poesía reunida. Volumen II (1996)
Poesía reunida. Volumen III (2000)
Poesía reunida. Volumen VII (Sonora)
Poesía reunida. Volumen IV (2004-2008): Próximamente
Poesía reunida. Volumen V (2009-2013): Próximamente
Poesía reunida. Volumen VI (Un libre favor): Próximamente
viernes, 6 de junio de 2025
EL MERCADO DE LOS DUENDES, Christina Rossetti
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Editorial |
En lo que es el campo de la literatura, la nómina estaría formada por los hermanos Rossetti, —Dante y Christina, hijos de un refugiado político italiano, lo que explica el apellido—, William Morris y Charles Swinburne. De los cuatro, ella será la única dotada de un temperamento auténticamente religioso —Esteban Pujals— que se manifestará claramente en buena parte de su obra, en la que podemos encontrar poemas que tienen por tema principal el amor, otros que giran en torno a la naturaleza y, por supuesto, los que son claramente de inspiración y temática religiosa.
De El mercado de los duendes la crítica académica, la no académica y la enloquecida —disculpadme el exabrupto— ha dicho muchas cosas. Su carácter alegórico, es cierto, puede dar pie a excentricidades varias como interpretaciones, atención, marxistas, feministas, feministas lésbicas, queer, lésbico-incestuosas, imaginistas, eróticas, mercantilistas y hasta vampíricas. La imaginación al poder.
Una parte de la crítica lo catalogó en su momento como infantil. Sobre esto ironizaba con mucho humor Harold Bloom en Poemas y poetas: En cierto sentido, es una poesía para niños, aunque ciertamente han de ser niños de todas las edades extremadamente inteligentes.
Juzgad por vuestra cuenta:
miércoles, 4 de junio de 2025
UN LIBRO, UN POEMA (Rafael Alberti)
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En librerías |
-Aquí está el general.
¿Qué quiere el general?
-Una espada desea el general.
-Ya no existen espadas, general.
¿Qué quiere el general?
-Un caballo desea el general.
-Ya no existen caballos, general.
¿Qué quiere el general?
-Otra batalla quiere el general.
-Ya no existen batallas, general.
¿Qué quiere el general?
-Una amante desea el general.
-Ya no existen amantes, general.
¿Qué quiere el general?
-Un gran tonel de vino desea el general.
-Ya no hay tonel ni vino, general.
¿Qué quiere el general?
-Un buen trozo de carne desea el general.
-Ya no existen ganados, general.
¿Qué quiere el general?
-Beber agua desea el general.
-Ya no existe más agua general.
¿Qué quiere el general?
-Dormir en una cama desea el general.
-Ya no hay cama ni sueño, general.
¿Qué quiere el general?
-Perderse por la tierra desea el general.
-Ya no existe la tierra, general.
¿Qué quiere el general?
-Morirse como un perro desea el general.
-Ya no existen los perros, general.
¿Qué quiere el general?
¿Qué quiere el general?
Parece que está mudo el general.
Parece que no existe el general.
Parece que se ha muerto el general.
Que ya, ni como un perro, se ha muerto el general,
que el mundo destruido, ya sin el general,
va a empezar nuevamente, sin ese general.
miércoles, 28 de mayo de 2025
UN LIBRO, UN POEMA (Vicente Gaos)
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Editorial |
NO, CORAZÓN, NO TE HUNDAS...
No, corazón, no te hundas.
Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto.
La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora supones,
mucho más magnánima.
¿Te atreverás a decirle que te debe algo?
Eres tú quien se lo debes todo.
Y aún tendrás que deberle muchas cosas hasta que mueras,
y la muerte misma es un deber que tienes hacia la vida.
Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha,
sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.
Agradece al sol que siga saliendo puntualmente, ajeno por completo a ponerse al compás febril de tu pulso.
Te quejas. Dices que sufres.
Aún volverás a sufrir, y a amar, y a sufrir de nuevo, y a gozar otra vez y otra y otra.
Sólo morirás una vez, eso es lo único que no podrá repetirse,
pero la vida es una continua repetición.
Te ha de dar todavía muchas ocasiones de equivocarte,
y tú has de llegar aún a acertar con el buen momento,
que el mundo te ha de volver a brindar como te lo ha brindado ya tantas veces.
¿Dices que estás solo?
No es mirándote al espejo como encontrarás compañía.
Coge el primer objeto que esté a tu alcance,
un vaso, una flor o simplemente el periódico.
Acarícialos, acarícialos.
Levanta la vista, tiéndela alrededor tuyo.
Sí, es verdad que no puedes ver los ojos que tú amas tanto.
Por hermosos que sean no podrán compararse nunca con las estrellas
(a pesar de los poetas románticos).
Habla, habla, pero no contigo.
Déjate de soliloquios y silogismos y sentimentales monólogos.
Habla con el cartero, con el conductor del tranvía (aunque esté prohibido);
habla con el niño que está jugando en la acera,
vete a beber unas copas con el primer borracho de la esquina.
¿Creías que el mundo termina donde tú acabas?
Tú eres ya no fin, pero ni siquiera comienzo de ninguna cosa.
No eres comienzo ni de ti mismo.
¿Recuerdas a tu madre?
No la compadezcas: ya murió, ya vivió, ya sufrió y gozó todo aquello que le tocó en suerte.
Tú tienes todavía la de vivir, la de seguir vivo.
No tengas ninguna prisa en morirte.
No te esfuerces en buscar lo único que posees seguro.
miércoles, 21 de mayo de 2025
UN LIBRO, UN POEMA (Leopoldo Lugones)
En librerías |
HIMNO A LA LUNA
Luna, quiero cantarte
¡Oh ilustre anciana de las mitologías!,
Con todas las fuerzas del arte.
Deidad que en los antiguos días
Imprimiste en nuestro polvo tu sandalia,
No alabaré el litúrgico furor de tus orgías
Ni tu erótica didascalia,
Para que alumbres sin mayores ironías,
Al polígloto elogio de las Guías,
Noches sentimentales de mises en Italia.
Aumenta el almizcle de los gatos de algalia:
Exaspera con letárgico veneno
A las rosas ebrias de etileno
Como cortesanas modernas;
Y que a tu influjo activo,
La sangre de las vírgenes tiernas
Corra en misterio significativo.
Yo te hablaré con maneras corteses,
Aunque sé que sólo eres un esqueleto,
Y guardaré tu secreto
Propicio a las cabelleras y a las mieses.
Te amo porque eres generosa y buena.
¡Cuánto, cuánto albayalde
Llevas gastado en balde
Para adornar a tu hermana morena!
El mismo Polo recibe tu consuelo;
Y la Osa estelar desde su cielo,
Cuando huye entre glaciales moles
La luz que tu veste orla,
Gime de verse encadenada por la
Gravitación de sus siete soles.
Sobre el inquebrantable banco
Que en pliegues rígidos se deprime y se esponja,
Pasas como púdica monja
Que cuida un hospital todo de blanco.
Eres bella y caritativa:
El lunático que por ti alimenta
Una pasión nada lasciva.
Entre sus quiméricas novias te cuenta.
¡Oh astronómica siempreviva!
Y al asomar tu frente
Tras de las chimeneas, poco a poco.
Haces reír a mi primo loco
Interminablemente.
En las piscinas.
Los sauces, con poéticos desmayos,
Echan sus anzuelos de seda negra a tus rayos
Convertidos en relumbrantes sardinas.
Sobre la diplomática blancura
De tu faz, interpreta
Sus sueños el poeta,
Sus cuitas la romántica criatura
Que suspira algún trágico evento;
El mago del Cabul o la Nigricia,
Su conjuro que brota en plegaria propicia:
«¡Oh tú, ombligo del firmamento!»
Mi ojo científico y atento
Su pesimismo lleno de pericia.
Como la lenteja de un péndulo inmenso,
Regla su transcurso la dulce hora
Del amante indefenso
Que por fugaz la llora,
Implorando con flébiles querellas
Su impavidez monárquica de astro;
O bien semeja ampolla de alabastro
Que cuenta el tiempo en arena de estrellas.
Mientras redondea su ampo
En monótono viaje.
El Sol, como un faisán crisolampo.
La empolla con ardor siempre nuevo.
¿Qué olímpico linaje
Brotará de ese luminoso huevo?
Satina morbideces de cold cream y de histeria:
Carnes de espárrago que en linfática miseria,
La tenaza brutal de la tos arranca.
¡Con qué serenidad sobre los luengos
Siglos, nieva tu luz sus tibios copos.
Implacable ovillo en que la vieja Atropos
Trunca tantos ilustres abolengos!
Ondina de las estelas.
Hada de las lentejuelas.
Entre nubes al bromuro,
Encalla como un témpano prematuro,
Haciendo relumbrar, en fractura de estrella,
Sobre el solariego muro
Los cascos de botella.
Por el confín oscuro,
Con narcótico balanceo de cuna,
Las olas se aterciopelan de luna;
Y abren a la luz su tesoro
En una dehiscencia de valvas de oro.
Flotan sobre lustres escurridizos
De alquitrán, prolongando oleosas listas,
Guillotinadas por el nivel entre rizos
Arabescos, cabezas de escuálidas bañistas.
Charco de mercurio es en la rada
Que con veneciano cariz alegra,
O acaso comulgada
Por el agua negra
De la esclusa del molino.
Sucumbe con trance aciago
En el trago
De algún sediento pollino.
O entra con rayo certero
Al pozo donde remeda
Una moneda
Escamoteada en un sombrero.
Bajo su leve seda.
Duerme el paciente febrífugo sueño,
Cuando en grata penumbra,
Sobre la selva que el Otoño herrumbra
Surge su cara sin ceño;
Su azufrado rostro sin orejas
Que sugiere la faz lampiña
De un mandarín de afeitadas cejas;
O en congestiones bermejas
Como si saliera de una riña,
Sobre confusos arrabales
Finge la lóbrega linterna
De algún semáforo de Juicios Finales
Que los tremendos trenes de Sabaoth interna.
Solemne como un globo sobre una
Multitud, llega al cénit la luna.
Clarificando al acuarela el ambiente,
En aridez fulgorosa de talco
Transforma al feraz Continente,
Lámpara de alcanfor sobre un catafalco.
Custodia que en Corpus sin campanas
Muestra su excelsitud al mundo sabio,
Reviviendo efemérides lejanas
Con un arcaísmo de astrolabio;
Inexpresable cero en el infinito,
Postigo de los eclipses.
Trompo que en el hilo de las elipses
Baila eternamente su baile de San Vito;
Hipnótica prisionera
Que concibe a los malignos hados
En su estéril insomnio de soltera;
Verónica de los desterrados;
Girasol que circundan con intrépidas alas
Los bólidos, cual vastos colibríes,
En conflagración de supremas bengalas;
Ofelia de los alelíes
Demacrada por improbables desprecios;
Candela de las fobias,
Suspiráculo de las novias,
Pan ázimo de los necios.
Al resplandor turbio
De una luna con ojeras,
Los organillos del suburbio
Se carian las teclas moliendo habaneras.
Como una dama de senos yertos
Clavada de sien a sien por la neuralgia,
Cruza sobre los desiertos
Llena de más allá y de nostalgia
Aquella luna de los muertos.
Aquella luna deslumbrante y seca:
Una luna de la Meca...
Tu fauna dominadora de los climas.
Hace desbordar en cascadas
El gárrulo caudal de mis rimas.
Desde sus islas moscadas,
Misántropos orangutanes
Guiñan a tu faz absorta;
Bajo sus anómalos afanes
Una frecuente humanidad aborta.
Y expresando en coreográfica demencia
Quién sabe qué liturgias serviles,
Con sautores y rombos de magros perniles
Te ofrecen, quijotes, su cortés penitencia.
El vate que en una endecha A la Hermosura,
Sueña beldades de raso altanero,
Y adorna a su modista, en fraudes de joyero,
Con una pompa anárquica y futura,
¡Oh Blanca Dama!, es tu faldero;
Pues no hay tristura
Rimada, o metonimia en quejumbre,
Que no implore tu lumbre
Como el Opodeldoch de la Ventura.
El hipocondríaco que moja
Su pan de amor en mundanas hieles,
Y, abstruso célibe, deshoja
Su corazón impar ante los carteles,
Donde aéreas coquetas
De piernas internacionales.
Pregonan entre cromos rivales
Lociones y bicicletas.
El gendarme con su paso
De pendular mesura;
El transeúnte que taconea un caso
Quirúrgico, en la acera oscura,
Trabucando el nombre poco usual
De un hemostático puerperal.
Los jamelgos endebles
Que arrastran como aparatos de Sinagoga
Carros de lúgubres muebles.
El sastre a quien expulsan de la tienda
Lumbagos insomnes,
Con pesimismo de ab uno disce omnes
A tu virtud se encomienda;
Y alzando a ti sus manos gorilas,
Te bosteza con boca y axilas.
Mientras te come un pedazo
Cierta nube que a barlovento navega,
Cándidas Bernarditas ciernen en tu cedazo
La harina flor de alguna parábola labriega.
La rentista sola
Que vive en la esquina,
Redonda como una ola,
Al amor de los céfiros sobre el balcón se inclina;
Y del corpino harto estrecho.
Desborda sobre el antepecho
La esférica arroba de gelatina.
Por su enorme techo,
La luna, Colombina
Cara de estearina.
Aparece no menos redonda;
Y en una represalia de serrallo,
Con la cara reída por la pata de gallo,
Como a una cebolla Pierrot la monda.
Entre álamos que imitan con rectitud extraña,
Enjutos ujieres,
Como un ojo sin iris tras de anormal pestaña,
La luna evoca nuevos seres.
Mayando una melopea insana
Con ayes de parto y de gresca,
Gatos a la valeriana
Deslizan por mi barbacana
El suspicaz silencio de sus patas de yesca.
En una fonda tudesca,
Cierto doncel que llegó en un cisne manso,
Cisne o ganso,
Pero, al fin, un ave gigantesca;
A la caseosa Balduina,
La moza de la cocina,
Mientras estofaba una leguminosa vaina.
Le dejó en la jofaina
La luna de propina.
Sobre la azul esfera,
Un murciélago sencillo,
Voltejea cual negro plumerillo
Que limpia una vidriera.
El can lunófilo, en pauta de maitines,
Como una damisela ante su partitura,
Llora enterneciendo a los serafines
Con el primor de su infantil dentadura.
El tiburón que anda
Veinte nudos por hora tras de los paquebotes,
Pez voraz como un lord en Irlanda,
Saborea aún los precarios jigotes
De aquel rumiante de barcarolas,
Que una noche de caviar y cerveza
Cayó lógicamente de cabeza
Al compás del vals Sobre las olas.
La luna, en el el mar pronto desierto,
Amortajó en su sábana inconsútil al muerto,
Que con pirueta coja
Hundió su excéntrico descalabro,
Como un ludión un poco macabro,
Sin dar a la hidrostática ninguna paradoja.
En la gracia declinante de tu disco
Bajas acompañada por el lucero
Hacia no sé qué conjetural aprisco,
Cual una oveja con su cordero.
Bajo tu rayo que osa
Hasta su tálamo de breña,
El león diseña
Con gesto merovingio su cara grandiosa.
Coros de leones
Saludan tu ecuatorial apogeo,
Coros que aun narran a los aquilones
Con quejas bárbaras la proeza de Orfeo.
Desde el soto de abedules,
El ruiseñor en su estrofa,
Con lírico delirio filosofa
La infinitud de los cielos azules.
Todo el billón de plata
De la luna, enriquece su serenata;
Las selvas del Paraíso
Se desgajan en coronas,
Y surgen en la atmósfera de nacarado viso
Donde flota un Beethoven indeciso,
Terueles y Veronas...
El tigre que en el ramaje atenúa
Su terciopelo negro y gualdo
Y su mirada hipócrita como una ganzúa;
El búho con sus ojos de caldo;
Los lobos de agudos rostros judiciales,
La democracia de los chacales,
Clientes son de tu luz serena,
Y no es justo olvidar a la oblicua hiena.
Los viajeros,
Que en contrabando de balsámicas valijas
Llegan de los imperios extranjeros,
Certificando latitudes con sus sortijas
Y su tez de tabaco o de aceituna,
Qué bien cuentan en sus convincentes rodillas
Aquellas maravillas
De elefantes budistas que adoran a la luna.
Paseando su estirpe obesa
Entre brezos extraños,
Mensuran la dehesa
Con sonámbulo andar los rebaños.
Crepitan con sonoro desasosiego
Las cigarras que tuesta el Amor en su fuego.
Las crasas ocas,
Regocijo de la granja,
Al borde de su zanja
Gritan como colegialas locas
Que ven pasar un hombre malo...
Y su anárquico laberinto,
Anuncia al Senado extinto
El ancestral espanto galo.
Luna elegante en el nocturno balcón del Este;
Luna de azúcar en la taza de luz celeste;
Luna heráldica en campo de azur o de sinople:
Yo seré el novel paladín que acople
En tu «tabla de expectación».
Las lises y quimeras de su blasón.
La joven que aguarda una cita, con mudo
Fervor, en que hay bizcos agüeros, te implora;
Y si no llora,
Es porque sus polvos no se le hagan engrudo.
Aunque el estricto canesú es buen escudo,
Desde que el novio no trepará la reja,
Su timidez de corza
Se complugo en poner bien pareja
La más íntima alforza.
Con sus ruedos apenas se atreve la brisa;
Ni el Ángel de la Guarda conoce su camisa,
Y su batón de ceremonia
Cae en pliegues tan dóricos, que amonesta
Con una austeridad lacedemonia.
Ella que tan zumbona y apuesta,
Con malicias que más bien son recatos,
Luce al sol popular de los días de fiesta
El charol de sus ojos y sus zapatos;
Bajo aquel ambiguo cielo
Se abisma casi extática,
En la diafanidad demasiado aromática
De su pañuelo.
Pobre niña, víctima de la felona noche,
¡De qué le sirvió tanto pundonoroso broche!
Mientras padece en su erótico crucifijo
Hasta las heces el amor humano,
Ahoga su ¡ay! soprano
Un gallo anacrónico del distante cortijo.
En tanto, mi atención perseverante
Como un camino real, persigue, ¡oh luna!,
Tu teorema importante.
Y en metáfora oportuna
Eres el ebúrneo mingo,
Que busca por el cielo, mi billar del domingo,
No sé qué carambolas de esplín y de fortuna.
Solloza el mudo de la aldea,
Y una rana burbujea
Cristalinamente en su laguna.
Para llegar a tu gélida alcoba
En mi Pegaso de alas incompletas,
Me sirvieron de estafetas
Las brujas con sus palos de escoba.
Á través de páramos sin ventura,
Paseas tu porosa estructura
De hueso fósil, y tus poros son mares
Que en la aridez de sus riberas.
Parecen maxilares
De calaveras.
Deleznada por siglos de intemperie, tu roca
Se desintegra en bloques de tapioca.
Bajo los fuegos ustorios
Del Sol que te martiriza,
Sofocados en desolada ceniza,
Playas de celuloide son tus territorios.
Vigilan tu soledad
Montes cuyo vértigo es la eternidad.
El color muere en tu absoluto albinismo,
Y a pesar de la interna carcoma
Que socava en tu seno un abismo,
Todo es en ti inmóvil como un axioma.
El residuo alcalino
De tu aire, en que en un cometa
Entró como un fósforo en una probeta
De alcohol superfino;
Carámbanos de azogue en absurdo aplomo;
Vidrios sempiternos, llagas de bromo;
Silencio inexpugnable;
Y como paradójica dendrita,
La huella de un prehistórico selenita
En un puñado de yeso estable.
Mas ya dejan de estregar los grillos
Sus agrios esmeriles,
Y suena en los pensiles
La cristalería de los pajarillos.
Y la Luna que en su halo de ópalo se engarza,
Bajo una batería de telescopios,
Como una garza
Que escopetean cazadores impropios,
Cae al mar, de cabeza
Entre su plumazón de reflejos;
Pero tan lejos,
Que no cobrarán la pieza.
miércoles, 14 de mayo de 2025
UN LIBRO, UN POEMA (Mahmud Darwish)
- Entre Rita y mis ojos, un fusil
- ¿Por qué has dejado solo al caballo? - Estado de sitio
- El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía
- La huella de la mariposa. Diario (verano 2006-verano 2007)
- En presencia de la ausencia
- Como la flor del almendro o allende
- Poesía escogida (1966-2005)
- 21 poemas (edición especial de la Residencia de Estudiantes)
- El lecho de una extraña
- Mural
- Menos rosas
- El fénix mortal
- Once astros
- Memoria para el olvido
- Desde Palestina
martes, 13 de mayo de 2025
CALIGRAFÍA VEGETAL (un inédito)
Embalse de Urrunaga. La imagen que propició el poema. |
En algunas ocasiones
con caligrafía vegetal.
Son líneas verticales
que la luz duplica
sobre la tersa superficie
un día de luz y primavera.
Mensajes sencillos
que contienen toda la complejidad
del universo
en su humilde belleza.
Son textos que siembran
pensamientos
que no siempre somos capaces
de interpretar.
Estoy trabajando (poco, es cierto) en un nuevo poemario que estará relacionado con mi concepción de la belleza, por un lado; por otro, con la serie que aparece en el blog bajo el título de #regalosdeldía / #diariodeunepicúreoagradecido. Ya veremos que recorrido tiene.
***