
EL GAMO ANTE LA CASA SOLITARIA
Afuera, en las tinieblas, alguien mira
a través del cristal de la ventana
desde la blanca sábana aterida.
Afuera, en las tinieblas, alguien mira
cómo, en vela, aguardamos la mañana
junto a la lumbre de la chimenea.
No alcanzamos a ver esos dos ojos
que nos contemplan desde la intemperie
y reproducen los destellos rojos
del fuego. No advertimos esos ojos,
ojos maravillados, rutilantes,
y sus pasos furtivos, vacilantes.
EL ACANTILADO DE BENNY
I
Oh, el zafiro y el ópalo de este errante mar de occidente,
y una mujer en lo alto con el cabello al viento cabalga sonriente,
la mujer que amé tanto y que me amó fielmente.
II
A nuestros pies el rugido continuo y las lejanas olas de la mar
semejaban un cielo inferior, engolfado en su propio palpitar,
mientras reíamos alegres en aquel mes de marzo que no podré olvidar.
HAP *
* Hap es un nombre masculino y a la vez significa azar. Además posee la raíz de happy —feliz—. Todas estas connotaciones están en el nombre del hombre que habla en el poema.
ELLA EN SU FUNERAL
A UNA DAMA
SU INMORTALIDAD
IN TENEBRIS I
Huyen los pétalos.
Ya que esto sucedió en otra ocasión,
Se desmayan los pájaros de espanto:
Las tempestades pueden hacer daño,
Negra es la toga de la noche.
Pero la muerte nunca asustará
Afuera, en las tinieblas, alguien mira
a través del cristal de la ventana
desde la blanca sábana aterida.
Afuera, en las tinieblas, alguien mira
cómo, en vela, aguardamos la mañana
junto a la lumbre de la chimenea.
No alcanzamos a ver esos dos ojos
que nos contemplan desde la intemperie
y reproducen los destellos rojos
del fuego. No advertimos esos ojos,
ojos maravillados, rutilantes,
y sus pasos furtivos, vacilantes.
EL ACANTILADO DE BENNY
I
Oh, el zafiro y el ópalo de este errante mar de occidente,
y una mujer en lo alto con el cabello al viento cabalga sonriente,
la mujer que amé tanto y que me amó fielmente.
II
A nuestros pies el rugido continuo y las lejanas olas de la mar
semejaban un cielo inferior, engolfado en su propio palpitar,
mientras reíamos alegres en aquel mes de marzo que no podré olvidar.
III
Una pequeña nube nos ocultó, y brotó una lluvia irisada,
y se tiñó el Atlántico de una imprecisa y leve pincelada,
luego salió de nuevo el sol y de un tono purpúreo quedó la mar bañada.
Una pequeña nube nos ocultó, y brotó una lluvia irisada,
y se tiñó el Atlántico de una imprecisa y leve pincelada,
luego salió de nuevo el sol y de un tono purpúreo quedó la mar bañada.
IV
En su profunda y abisal belleza aún el viejo Beeny ocupa bajo el cielo su lugar,
pero ella y yo el próximo mes de marzo no volveremos allí de nuevo a pasear,
ni las dulces palabras que dijimos se volverán a escuchar.
V
Pues aunque todavía la abisal belleza se alza en aquella agreste ribera de occidente,
la mujer, a la que el pony llevaba a paso de andadura está ahora ausente,
ya no sabe de Beeny ni le importa y no volverá a reír jamás alegremente.
DESPUÉS
Cuando el Presente cierre sus puertas tras mi paso
y, cual recién hilada seda, las tiernas rosas
de mayo acune el viento, ¿dirá el vecino acaso:
“Era de los que suelen apreciar estas cosas”?
Si es al ocaso y cruza sobre el denso follaje,
como en un parpadeo, un halcón por la umbría
y se posa en la zarza que el oraje,
pensará quien lo vea: “También él lo vería”
Si fuera en noche cálida y de falenas clara,
cuando el erizo corre furtivo por el prado,
tal vez alguien dijera: “Porque nadie dañara
a estas pobres criaturas veló, y poco ha logrado”
Si al oir que he partido, junto al umbral se quedan
contemplando los astros en el cielo de invierno,
¿pensarán los que ver mi rostro ya no puedan:
"Fue alguien que meditó sobre el misterio eterno"?
pero ella y yo el próximo mes de marzo no volveremos allí de nuevo a pasear,
ni las dulces palabras que dijimos se volverán a escuchar.
V
Pues aunque todavía la abisal belleza se alza en aquella agreste ribera de occidente,
la mujer, a la que el pony llevaba a paso de andadura está ahora ausente,
ya no sabe de Beeny ni le importa y no volverá a reír jamás alegremente.
DESPUÉS
Cuando el Presente cierre sus puertas tras mi paso
y, cual recién hilada seda, las tiernas rosas
de mayo acune el viento, ¿dirá el vecino acaso:
“Era de los que suelen apreciar estas cosas”?
Si es al ocaso y cruza sobre el denso follaje,
como en un parpadeo, un halcón por la umbría
y se posa en la zarza que el oraje,
pensará quien lo vea: “También él lo vería”
Si fuera en noche cálida y de falenas clara,
cuando el erizo corre furtivo por el prado,
tal vez alguien dijera: “Porque nadie dañara
a estas pobres criaturas veló, y poco ha logrado”
Si al oir que he partido, junto al umbral se quedan
contemplando los astros en el cielo de invierno,
¿pensarán los que ver mi rostro ya no puedan:
"Fue alguien que meditó sobre el misterio eterno"?
Y cuando por mí doble la campana al ocaso
y a su repicar se una de la brisa la charla,
cual de un nuevo tañido, ¿oirán decir acaso:
"No la puede oír ya, mas solía escucharla"?
HAP *
Si al menos algún dios vengador me llamase
y desde el cielo, riéndose, me hablara:
«¡Sabrás, cosa sufriente, que tu pena es mi éxtasis,
tu pérdida de amor mi renta de odio».
Entonces, retorciéndome, resistiría,
y moriría endurecido
por esta sensación de ira inmerecida,
y en calma, puesto que alguien con más poder que yo
me impone su deseo de hacer verter mis lágrimas.
Pero no. ¿Por qué muere la alegría,
por qué nunca florece la mejor
esperanza sembrada? Hasta al sol y a la lluvia
obstaculiza este grosero azar,
y el Tiempo jugador echa a los dados
lamentos y alegrías... En mi peregrinaje
este Hado ciego pronto hubo arrojado
tanta felicidad como dolor.
1866
Le llevan al lugar de su reposo,
en lenta procesión, con suavidad.
Lo sigo desde atrás como una extraña:
ellos son su familia, yo su amante.
Sin cambiarme el vestido de colores
y en compañía de tan tristes lutos.
Pero los ojos de ellos lo rodean
sin mostrar pena alguna, en tanto a mí
el pesar me consume como un fuego.
1867
Ofendida por un libro del escritor
ESTA página mía está exiliada,
—condenada quizá a no rozar nunca
tu cómoda almohada,
ni a despertar tu Sí tan bien dispuesto
como antes, ni a lograr
tu amable voto de confianza en mí.
Siendo de natural tan receptiva,
imagino que, tal como a las llamas
las destierra el crepúsculo, mi imagen
sombría, deformada por otros menos francos,
pierde por fuerza su lugar en ti.
Sea. Ya soporté cosas así.
Permite que los sueños
—de mí los tuyos y de ti los míos—
a diario disminuyan, que su espacio
lo ocupen pretenciosas claridades:
hasta que forme parte de ti sólo en destellos,
y después en lejanas y débiles visitas,
y después todo cese.
La Verdad será siempre la Verdad.
ME MIRO EN EL ESPEJO
Me miro en el espejo
inspeccionando mi menguante piel
y digo: “Quiera Dios
que hasta tal delgadez
mi corazón se hubiese reducido”.
Entonces,
sin pena alguna por los corazones
que crecieron distantes para mí,
podría esperar solo, resignado,
mi infinito descanso.
No obstante, el Tiempo, para mi aflicción,
me quita y, a la vez, me deja resistir
y sacude al crepúsculo este frágil andamiaje
con pulsaciones propias de los mediodías.
UNA-ESPOSA EN LONDRES
(Diciembre 1899)
I
ESTÁ sentada entre la niebla sucia
que sube de la calle junto al Támesis,
donde un farol, igual que un cirio o moribundo,
de una tenue luz fría.
II
Un crujido de pronto, un mensajero
que golpea la puerta,
las últimas noticias en su mano.
Aturde comprenderlas, de tan breves
él ha caído en las lejanas
Tierras del Sur
III
Es el día siguiente: con niebla aún más densa
llega y se va el cartero: hay una carta
cuyas lineas revelan, a la luz
parpadeante del fuego,
el trazo de su mano, la que ahora
ya conoce el gusano.
IV
Escrita con firmeza, rebosante
de esperanza ante el próximo retorno,
de paseos domésticos para ir
al lago, a las colinas en verano
y, paseando, aprender un nuevo amor.
SU INMORTALIDAD
I
LA parte más sutil de alguien que ha muerto
la he visto relucir en fieles corazones
privados de su vida. Entonces yo me digo:
«Esto debe de ser su inmortalidad».
II
Las estaciones iban desgastándose
y su alma no cesaba de vivir en sus vidas.
Pero su claridad ya no era tanta
como cuando le ví por vez primera.
III
Sus compañeros de generación
murieron todos, y yo busqué entonces
la persona en los nuevos corazones.
La encontré, por desgracia, convertida
en un maniquí flaco y espectral.
IV
Últimamente, ahora viejo y frío,
me pregunto si aún queda algo suyo
que no se haya perdido; y hallo en mí
sólo una chispa débil que agoniza
en medio de una gran oscuridad.
Febrero 1899
'Percussus sum sicut foenum, et aruit cor meum' - Ps. CI
El invierno se acerca.
Pero no me es posible soportar
de nuevo mi dolor por una pérdida:
uno no muere por segunda vez.
Pero no me es posible soportar
de nuevo mi dolor por una pérdida:
uno no muere por segunda vez.
Huyen los pétalos.
Ya que esto sucedió en otra ocasión,
esta aislada escena
no puede ya angustiarme.
no puede ya angustiarme.
Se desmayan los pájaros de espanto:
no habría de perder la vieja fuerza
en la negra extensión, solitaria y helada.
¡La fuerza que ya huyó hace tanto tiempo!
Pardas y grises se hielan las hojas,
pero en esta estación los amigos no pueden,
pero en esta estación los amigos no pueden,
como antaño, cambiar por nada el frío.
Las tempestades pueden hacer daño,
pero amar no podría hacer sufrir
de nuevo en este año al corazón
de quien ya no tenía corazón.
Negra es la toga de la noche.
Pero la muerte nunca asustará
a quién, ya más allá de toda duda,
sin esperanza espera.
EN EL OJO DE LA MENTE
ESTO una vez fue su ventana
y, junto a ella, la brillante luz
de una vela llamándome con señas,
diciéndome «aquí estoy» desde allí dentro.
Ahora como entonces yo la veo
moverse en el cristal, pero es tan sólo
su fantasma guardado en mi cerebro.
Centro de mi visión, ella va a todas partes:
los cambios desvanecen los paisajes
pero ella sigue en mí.
Forma tan dulce y tímida, querida,
¿quién podría negarte?
No deseé jamás, ni una vez sola,
arrojar lejos tu fantasma, amada.
EN EL ALUMBRAMIENTO
EN medio de la noche,
para comunicarme malas nuevas,
vino a hablarme el espíritu
pálido y desgastado de mi madre.
"Hija mía, estás llena de alegría
por este inoportuno niño que tú amamantas.
Los hombres, a través del ancho mundo,
pueden buscar sin hallar nunca —piensas—
ningún otro tan rubio".
"Esta medianoche, querida, el tiempo alumbra
miles de niños rubios, también raros y hermosos,
miles que el Alto Cielo
condena de antemano a fracasar,
aun siendo igual de claros, de buenos, de sumisos.
"Tu cariñosa hazaña es una fuente
de extasiados temores y esperanzas,
de un inocente orgullo maternal
que prepara en la triste humanidad
más caminos, aún, para las lágrimas.
"Como tú soñé yo cuando extendía
la vida para mí su rayo matinal.
Más tarde el panorama fue distinto..."
Tales son los extraños pensamientos
que me comunicó mi madre muerta.
EL HOMBRE QUE MATÓ
"AMBOS seguramente coincidimos
en antiguas posadas.
Debimos de sentarnos a regar
con generosidad unos bocados.
"Pero en las filas de la infantería,
frente a frente mirándonos,
le disparé, como él también a mí,
y le maté en su puesto.
"Disparé a muerte
tan sólo porque era mi enemigo.
Un enemigo malo, desde luego:
esto está claro, aunque de todos modos
"también pensaba que, probablemente,
se alistó sin pensarlo, como yo.
Que estaba sin trabajo, y que había vendido
las ropas. Y no había más por qué.
"Curiosa, extraña guerra: tú derribas
a un compañero al cual hubieses invitado
si hubiera habido un bar,
o con media corona le hubieses ayudado".
***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.


