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sábado, 26 de marzo de 2022

EL ESPEJO DE UN HOMBRE, STEPHEN GREENBLATT

Ejemplar del KM

Dentro del largo apartado de las biografías dedicadas a Shakespeare esta de Greenblatt es una de las que mayor atención despertó en su momento, y una de las que más reseñas y comentarios recibió por parte de la prensa especializada. La versión original es de 2004, la traducción al español apareció durante los fastos del cuarto centenario de la muerte.

Seguramente, esta biografía merezca todos los elogios que recibió en su momento. Y seguramente, Greenblatt es uno de los especialistas shakesperianos que más ha influido en configurar la imagen que nos hemos formado del bardo inglés, básicamente porque cuenta extraordinariamente bien, lo que hace no solamente atractivo lo que dice, sino, lo que es más importante, creíble. Belleza y verdad, un tándem insuperable cuando hablamos de palabras.

Pero yo no voy a añadir un comentario, que sería banal, a la legión de elogios que ya ha recibido el texto. Quiero, en cambio, destacar la traducción que han realizado Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda. Cuando se realizan traducciones que incluyen textos ya traducidos, suele ocurrir que quien traduce utiliza para los textos literarios que se citan las traducciones ya realizadas. No es el caso y me sorprendió. Me sorprendió porque traducir poesía impone una dificultad mayor a la traducción de prosa. Y me sorprendió más incluso al comprobar la excelencia del trabajo.

Sin contar otros capítulos que incluyen citas en verso de las obras de teatro, el capítulo VIII incluye muchas citas de los sonetos. En él hay tres que están traducidos en su totalidad: el 18, el 73 y el 138 (recuérdese que la colección de sonetos está numerada del 1 al 154). Copio el último:

Mi amor jura estar hecha de verdad

y, aun cuando sé que engaña, yo la creo,

que así ella me ve joven, virginal

y ajeno a sutilezas y camelos.

Si pienso que ella piensa que soy joven,

sabiendo que me sabe muy vivido,

es por dar crédito a su lengua innoble:

de la verdad, los dos nos deshicimos.

¿Por qué razón no dice que es injusta?

¿O yo que ya pasó mi primavera?

Amar es simular confianza mutua

y, en el amor maduro, no echar cuentas:

por eso retozamos engañados,

pues solo en el engaño está el halago.


¡Es un auténtico soneto en toda su extensión! ¡Mantiene el ritmo, conserva la musicalidad y el sentido es exacto! Es imposible pedir más.´

Me sorprendió este y me sorprendieron los otros dos. He buscado entre las traducciones ya realizadas a ver si correspondía a alguna de ellas. No he encontrado ninguna. He comparado todas las que tengo y las que he podido consultar en bibliotecas. Las de Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda son, sin ninguna duda, las que más me gustan. Aunque solamente fuera por la traducción de esos tres sonetos, ya merece la pena leer el libro. Enamorado quedo.

***



Путин, немедленно останови войну!

sábado, 5 de marzo de 2022

SHAKESPEARE POETA

 

Volvemos al Shakespeare poeta después de trece años en las tertulias irundarras. Este recorrido por lo más selecto de la poesía universal que iniciamos en enero de 2020 nos deja ahora ante los 154 sonetos que escribió el más grande autor de teatro de todos los tiempos. Hacerse con ellos es muy fácil. Las traducciones son numerosas y todas las bibliotecas tienen alguna, cuando no más de una. Hasta yo, que no soy especialista, cuento con cuatro ediciones distintas. Y, como último recurso, si no encontráis nada mejor, aquí está el cuadernillo que preparé para aquella ya lejana tertulia de 2009, que tuvo la suerte de contar con la colaboración en la distancia del profesor José Ángel García Landa, de la Universidad de Zaragoza.

Y para quien carezca absolutamente de tiempo, no le interese el formato papel o tenga problemas con la vista, este audiolibro en formato vídeo donde Artur Mas, lector especialista con numerosa obra grabada, os lee nada menos que una treintena de ellos:


De y sobre el Cisne de Avon podéis encontrar mucho material en este mismo espacio, pues durante la etapa dura de la pandemia, durante el confinamiento, me dediqué a releerlo y le fui dedicando una entrada por cada obra. Así, pues, cuenta con etiqueta propia.

Guild Chapel, donde John Shakespeare, padre de William,ordenó cubrir las
pinturas. Era el chambelán de la ciudad y tenía que cumplir el mandato de Isabel.

Su tumba.

La casa donde nació.


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Путин, немедленно останови войну!

viernes, 12 de junio de 2020

LA BIOGRAFÍA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, Y 34)

Editorial
Leer a Peter Ackroyd no es leer a Shakespeare, pero leer la biografía que su compatriota le dedicó puede muy bien servir de estímulo para acercarnos a la obra del más grande dramaturgo de todos los tiempos. Y apostaría algo a que esta fue una de las motivaciones que empujaron al novelista inglés a embarcarse en tan vasto trabajo.

Yo creo que lo mejor de esta bien escrita biografía no es la cantidad de respuestas que nos puede ofrecer sobre cuanto ignorábamos acerca de la vida del bardo. Lo mismo que del universo, hay muchas cosas que seguiremos ignorado sobre la vida de Shakespeare. Ni tampoco es la luz que pueda arrojar sobre la escritura de ciertas obras y los dilemas que se ciernen sobre ellas. 

En mi opinión, lo mejor de esta amplísima biografía —más de 800 páginas— es la capacidad que tiene el biógrafo para sumergirnos en el ambiente de la época, para aproximarnos a la Stratford y el Londres del XVI, para ponernos delante de los ojos el trabajo de las compañías de teatro, para ofrecernos un retrato muy bien documentado, perfectamente verosímil, vívido y con todos los matices necesarios como para que al término de su lectura queramos adentrarnos en lo que de verdad importa, su obra.

Es cierto que Ackroyd peca en ocasiones de aceptar como hechos lo que no son nada más que especulaciones. Por ejemplo, cuando dice que un residente de Stratford, William Smith, era el padrino de Shakespeare no se basa en una evidencia, sino en el hecho de que compartan uno de los nombres de la época más comunes. Tampoco hay pruebas contundentes de que Shakespeare haya interpretado la mayoría de los papeles en sus propias obras. Pero todo eso poco importa, porque sí nos ofrece una biografía sólida, creíble y, sobre todo, nos empuja a leer a Shakespeare.

Peter Ackroyd transmite el entusiasmo que él mismo siente por el biografiado y eso se agradece. Y, además, lo hace con un estilo ameno, bien trabado y elegante, lo que no es decir poco. Absolutamente para todos los públicos. 

martes, 9 de junio de 2020

LOS SONETOS (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 33)

Gracias, Lupe. 
Shakespeare ha sido lo mejor de este extraño y epidémico tiempo.


Cualquiera que repase con atención este "universo" podrá echar en falta un par de obras, Enrique VI y El rey Juan. El problema es que a mí no me gustan ninguna de las dos y prefiero no comentar aquello de lo que no voy a saber recomendar de ninguna manera. En cualquier caso, si alguien tiene la curiosidad de saber de qué tratan, le aconsejaría que echara un vistazo en Wikipedia, donde siempre aparece un resumen del argumento, o, mejor aún, en el blog Shakespeare Total. En ese blog encontrará un resumen de todas y cada una de las obras que escribió el bardo inglés, así como muchas referencias interesantes para ahondar en su lectura.

Tampoco quiero olvidarme de sugerir dos ciclos de conferencias a las que tenéis acceso con un simple clic. Son las que ofrecieron los grandes especialistas y traductores Ángel-Luis Pujante

Podréis leer algunos sonetos más y hallar otras referencias en las entradas que dediqué a la poesía de Shakespeare cuando preparé una tertulia en la biblioteca irunesa hace ahora once años. Y, por supuesto, en cualquiera de las múltiples traducciones que podemos encontrar en librerías y bibliotecas. De las cinco que poseo, yo recomiendo esta de Ramón Gutiérrez Izquierdo, que además de darnos una estupenda traducción, nos ofrece un cúmulo de notas y comentarios —las más de 700 páginas avisan de la amplitud del trabajo— que enriquecen de manera inusual su lectura y comprensión.

Editorial

Y cuando no dispongamos de un libro cerca, siempre podremos recurrir a la traducción de los 154 sonetos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. La traducción, en este caso, es de Ramón García González

domingo, 7 de junio de 2020

LOS DOS NOBLES CABALLEROS (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 32)


¡Oh dolor y tiempo,
temibles consumidores, lo devoráis todo!
(act I, esc 1)

Los dos nobles caballeros o Dos nobles de la misma sangre, según traducciones, es la obra final de Shakespeare, escrita en colaboración de John Fletcher (como en Enrique VIII). De hecho, nuestro autor solo es responsable del primer acto, de la primera escena del tercero y del último acto, excepto la segunda escena. La obra se basa en El cuento del caballero, de Chaucer. Está considerada como una tragicomedia y tiene un profundo aire sombrío.

La acción se desarrolla en la antigua Grecia y, grosso modo, lo que nos cuenta es la historia de dos caballeros, Palamón y Arcite, primos de idénticas querencias y convicciones, que son apresados y encarcelados por Teseo, Duque de Atenas. Desde la celda ven a la princesa Emilia, hijastra de Teseo, y ambos se enamoran de ella. Emilia no tiene claro cuál de los dos le gusta más. La cosa se resolverá en un duelo.

Pero el interés de la obra no reside en el argumento, ni en lo que ocurre en las ciudades rivales (Tebas y Atenas), sino en las palabras y en que Shakespeare siembra, como nos recuerda Bloom, la violencia organizada y el eros en una confusión que no habrá de resolverse, porque el capricho o el azar gobierna cuanto existe. A mí, salvando las distancias, esta obra me recuerda a Babel, la película de Iñárritu, donde todo estaba conectado por el azar.

Ya no queda ni una pizca de glorificación de la guerra. El parlamento de Hipólita, la reina amazona y mujer de Teseo, no puede ser más claro ni más contundente: Hemos sido soldados, y no podemos llorar cuando nuestros enemigos se ponen los yelmos, o se hacen a la mar, o hablan de niños ensartados en la lanza, o de mujeres que han cocido a sus niños —y después los han comido— en la salmuera que lloraron al matarlos (acto I, esc 3).

Tampoco son nada despreciables las alusiones homoeróticas. Habla Emilia: Este ensayo —que toda inocente sabe bien que llega como bastardo del viejo desbocamiento— tiene su fin. Que el verdadero amor entre doncella y doncella puede estar más que en la división sexualResponde Hipólita: Estás sin aliento. Y este paso tan apresurado es solo para decir que nunca —como a la doncella Flavina— amarás a nadie que se llame hombre (I, 3).

Este paseo por el amor y la muerte, dominado por Venus y Marte, que nos sirve el Shakespeare más maduro y escéptico es una visión poco halagüeña. Si Marte destruye exteriormente, Venus lo hace desde dentro. Solo queda la despedida que nos sirve por boca de Teseo:

¡Oh hechiceros celestiales,
Qué cosas hacéis de nosotros! Por lo que nos faltaba
Nos reímos; por lo que tenemos nos entristecemos; siempre
Somos niños de alguna manera. Demos las gracias
Por lo que es, y dejemos para vosotros las disputas
Que están por encima de nuestras pesquisas. Vámonos
Y comportémonos como los tiempos.

TELÓN

martes, 2 de junio de 2020

ENRIQUE VIII (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 31)

Enrique VIII se centra en el repudio de Catalina por parte del rey inglés. O, al menos, esa es la parte más intensa e interesante del drama, sin despreciar el ascenso y posterior caída en desgracia del cardenal Wolsey.

Shakespeare todavía no se había ocupado de indagar en algunos aspectos que configuran lo humano y a los que prácticamente nadie había prestado atención hasta entonces en el mundo literario: la resignación y la prudencia. Estos van a ser los sentimientos en torno a los que girarán los comportamientos finales de quienes van siendo apartados del afecto real.

Esta obra, un tanto desigual, tiene, en cambio, algunos de los momentos más sublimes de cuantas escribió el autor. Tal vez por eso diga Bloom que considerada exclusivamente desde su poesía, merece más estima estética que la que se le ha otorgado. Y Astrana Marín que hay escenas donde se eleva como en ninguna otra tragedia.

Por aquí y en plena reivindicación de lo femenino, suele gustar especialmente la escena de Catalina con Wolsey (act III, esc 1). En el vídeo la encontraréis en el minuto 1:04:07.


martes, 26 de mayo de 2020

LA TEMPESTAD (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 30)


La tempestad comparte con Coriolano la rara cualidad de atraer versiones y lecturas tan diversas como disparatadas. A poco que busquéis representaciones o interpretaciones de ella, enseguida os encontraréis con alguna circunscrita al ámbito marxista, multiculturalista, feminista o neohistoricista. No sé si podemos considerarlo como una virtud del autor o como un defecto de quien la interpreta. 

La historia que nos cuenta esta obra es la de una venganza que pudo terminar en tragedia, pero que por influjo del amor y de la naturaleza acabará convirtiéndose en una reconciliación. Así la pieza pasa a ser una comedia romántica de aire sereno, aparentemente sencilla, pero con una gran carga humanista. De hecho, podemos encontrarnos con algún texto sacado de Montaigne.

C’est une nation, dirai-je à Platon, en laquelle il n’y a aucune espèce de trafic; nulle connaissance de lettres; nulle science de nombres; nul nom de magistrat, ny de supériorité politique; nul usage de service, de richesse, ou de pauvreté; nuls contrats; nulles successions; nuls partages; nulles occupations, qu’oysives; nul respect de parenté, que commun; nuls vêtements; nulle agriculture; nul métal; nul usage de vin ou de bled. Les paroles mêmes qui signifient le mensonge, la trahison, la dissimulation, l’avarice, l’envie, la détraction, le pardon, inouïes (Montaigne, Les Essais).

Gonzalo en el segundo acto lo dice así: En mi república dispondría todas las cosas al revés de cómo se estilan. Porque no admitiría comercio alguno, ni nombre de magistratura; no se conocerían las letras; nada de ricos, pobres y uso de servidumbre; nada de contratos, sucesiones, límites, áreas de tierra, cultivo, viñedos, no habría metal, trigo, vino ni aceite; no más ocupaciones; todos, absolutamente todos los hombres estarían ociosos; y las mujeres también, que serían castas y puras; nada de soberanía.

La obra es ligera y sencilla. El estilo es el propio de la comedia. Todo es sobrio, elegante, un punto soñador, aunque nunca se sale de los parámetros de la razón. La isla en la que vivían Próspero y su hija Miranda posee el velo de la irrealidad que no deja de ser real, como el amor mismo entre Marina y Fernando, que todos acabamos reconociendo como la mayor virtud de la expresión juvenil, esa que es capaz de limar todas las dificultades que la áspera realidad va creando.

Próspero cierra la representación con el famoso epílogo dirigido al público:

Ahora quedan rotos mis hechizos 
y me veo reducido a mis propias fuerzas, 
que son muy débiles. Ahora, en verdad, 
podríais confinarme aquí 
o remitir a Nápoles. No me dejéis, 
ya que he recobrado mi ducado 
y perdonado al traidor, 
en esta desierta isla por vuestro sortilegio, 
sino libradme de mis prisiones 
con el auxilio de vuestra manos. 
Que vuestro aliento gentil hinche mis velas, 
o sucumbirá mi propósito, 
que era agradaros. Ahora carezco 
de espíritus que me ayuden, de arte para encantar, 
y mi fin será la desesperación, 
a no ser que la plegaria me favorezca, 
la plegaria que conmueve, que seduce 
a la misma piedad, que absuelve toda falta. 
Así, vuestros pecados obtendrán el perdón, 
y con vuestra indulgencia vendrá mi absolución.

Es la lección última del maestro, la aceptación de la humildad como forma de establecer las relaciones y crear lazos sociales consistentes.

Podéis encontrar la obra en El Libro Total. 

viernes, 22 de mayo de 2020

CUENTO DE INVIERNO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 29)

Cuento de invierno se alza sobre materiales de muy diversa procedencia. Su fuente directa es el Pandosto de Robert Greene, quien a su vez tomó la historia principal del Amadís de Grecia, del salmantino Feliciano de Silva. Pero todo esto poco importa porque Shakespeare trasciende cuanto toca y trasforma una historia un tanto anodina y sin gracia en una obra realmente novedosas.

Y algo más que novedosa es esta tragicomedia romántica o cuento caballeresco o drama al margen de cualquier género. Un Shakespeare ya maduro, que ya ha escrito obras esenciales para la literatura universal, hace de su capa un sayo, rompe con las unidades de tiempo, espacio y acción, a veces hasta con la coherencia interna de algunos personajes, y se dedica a construir, en efecto, un cuento en el que poco importa el realismo esencial de los días grises y menos aún los datos histórico-geográficos.

Cuento de invierno tiene partes claramente diferenciadas. La primera es un dramón donde la locura de los celos autoinfligidos de Leontes, rey de Sicilia, acaba con la muerte de Hermíone, esposa de Leontes, la huída de Políxenes, el mejor amigo de Leontes y rey de Bohemia, así como la de Camilo el más noble colaborador del rey. La segunda parte es un cuento fantástico en el que triunfan el júbilo, la amistad, el amor y hasta el ilusionismo de la resurrección de Hermíone.

Shakespeare nos ofrece algunas pistas para interpretar lo que ocurre: lo que estamos leyendo (o viendo) es un cuento, uno de esos cuentos al amor de la lumbre que se narran en invierno y donde se celebra el ciclo de la naturaleza; las palabras de Políxenes en el act IV, esc 4 responde a Perdita sobre el "arte" de los injertos: 

En verdad ese arte existe, pero no hay medio alguno de mejorar lo que hace la naturaleza, si esta misma no suministra ese medio. El arte de que habláis, es ayudado de la naturaleza misma. Así véis, gentil niña, que unimos individuos de una especie animal salvaje con otros de más noble índole, y que el injerto de un noble botón con otro más vulgar se advierte en lo áspero de la corteza. Arte es que corrige la naturaleza, o la transforma mejor dicho; pero el arte en sí mismo es naturaleza también.

Shakespeare anticipa el idealismo romántico de Keats cuando escribió La belleza es verdad, la verdad es belleza en aquella famosísima "Oda a una urna griega". Pero también está presente el mito de Pigmalión, ese que nos recordaba que el amor podía dar vida a lo inanimado. 

Hay quien ha calificado la obra de novela psicológica, y creo ver en ella la expresión más clara de panteísmo vitalitalista. Aunque tengamos que soportar el calvario de la misoginia nihilista del comienzo para elevar el mensaje del triunfo final y pasar por el entramado alegórico, tan apreciado por los simbolistas de finales del XIX.

Esta es la versión de Donnelan, quien dirige a la compañía Cheek by Jowl. La reclusión a que nos ha obligada la pandemia ha motivado la publicación de esta grabación, uno de sus espectáculos más aplaudidos. Está subtitulada en español y en inglés, y es una coproducción con varias entidades europeas en la que ha participado el Centro Dramático Nacional. Supongo que solo estará disponible mientras dura la epidemia.

miércoles, 20 de mayo de 2020

TIMÓN DE ATENAS (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 28)



Astrana Marín nos recuerda que el personaje histórico, este Timón de Atenas, procede, una vez más, de Plutarco, de la Vida de Marco Antonio, donde  se le menciona como hombre perverso y enemigo del género humano, y un poco más adelante se le califica de misántropo. Los estudios actuales son un poco más precisos y hablan de la Vida de Alcibíades de Plutarco, y el diálogo de Luciano, Timón, el misántropo, como fuentes directas. Sea como fuere, continúa el traductor comentando la obra y realiza una de las mayores alabanzas que se pueden hacer: 

La obra shakespeariana es verdaderamente admirable. Jamás se ha delineado mejor (ni tan bien) el tipo de misántropo; y quien quisiere aquilatar la excelencia del Timón de Shakespeare, compárelo con El misántropo de Molière, y notará cuán por debajo quedará la producción francesaKarl Marx también estaba entusiasmado con la obra. 

Más equilibrada me parece la opinión de G. T. de Lampedusa, el autor de El gatopardo, quien nos dejó estas agudas palabras sobre la obra: Parece uno de esos guisotes de caza que los cocineros apañan con las partes menos selectas de los faisanes, de las libres o de los jabalíes. Si el cocinero conoce su oficio te chupas los dedos. Y en este caso el jabalí es Macbeth y el faisán, El rey Lear. Y el cocinero es Shakespeare. La presentación de ese guisote no es muy buena, de acuerdo, y se sirve en la mesa en tajados y bocados poco agradables a la vista. Pero si uno se arriesga a probarlos, encuentra en ellos el aroma de la bestia salvaje y el perfume de los bosques.

Timón de Atenas es, pues, la historia de un dirigente que si bien al comienzo de la obra se muestra generoso y liberal, cuando se hace consciente del endeudamiento en que ha caído y los prestamistas empiezan a pedirle que devuelva lo que debe, busca la ayuda de todos cuantos han vivido a su costa, pero estos se excusan. Se retira al campo con un profundo odio hacia todo el mundo. En su retiro asceta encuentra un tesoro, que no le sirve para aliviar sus penas porque, lleno de amargura, se dispone a utilizar toda la riqueza encontrada para destruir la ciudad que le ha defraudado.

A pesar de que la obra tiene algunas debilidades en su construcción y más de una incoherencia, lo mejor de ella es, como siempre, la capacidad de su autor para ofrecernos algunos de los aspectos más escabrosos del carácter humano. 

Timón: ¿Qué es eso? ¿Oro amarillo, brillante, precioso? No, dioses, no soy un suplicante sin convicción. ¡Dadme raíces, cielos sin nubes! Este oro podría volver blanco lo que es negro, hermoso lo que es feo, justo lo que es injusto, noble lo que es vil, joven lo que es viejo, valiente lo que es cobarde. Dioses, ¿a qué viene esto? ¿Qué es esto, dioses? Esto alejará de vosotros a vuestros sacerdotes y a vuestros servidores, y quitará la almohada en que reposa el enfermo. Este esclavo amarillo consagrará promesas para infringirlas; bendecirá al maldito; hará adorar la podredumbre de la lepra; sentará a ladrones en el banco de los senadores, confiriéndoles títulos, homenajes y alabanzas. Él será quien obligue a casarse en nuevas nupcias a la viuda desolada. A la mujer cubierta de úlceras que sale del hospital, la embalsama, la perfuma y hace de ella un nuevo día de abril. ¡Condenado metal, puta de la humanidad, que llevas el desorden a las naciones, vuelve a la tierra en donde te puso la Naturaleza! (Act IV, esc 3).

Quienes leímos antes a Quevedo que a Shakespeare no podemos evitar el run-run del poderoso caballero.

jueves, 14 de mayo de 2020

CORIOLANO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 27)



Coriolano es junto con Julio César el drama político más interesante y arriesgado de Shakespeare. El más poliédrico, el que más puntos de vista concita. Dicho de otra manera: el más escabroso. 

Como en otras muchas ocasiones, Shakespeare parte de la traducción de las Vidas paralelas de Plutarco en la traducción de Thomas North. Plutarco daba a Coriolano, Cayo Marcio Coriolano, como un personaje realmente existente del siglo V a.e.c., la historiografía actual lo considera una figura semilegendaria. En cualquier caso a Shakespeare le sirve para indagar las relaciones de poder, las actuaciones políticas, el papel de los dirigentes, la actuación del pueblo y, en definitiva, el comportamiento público y social de cada uno de los estratos sociales.

Leída sin mucha atención, o montada la obra demagógicamente, puede parecer una simple denuncia del orgulloso poder de las figuras singulares y sus derivas fascistoides. Pero hay más lecturas. William Hazlitt estaba convencido de que Shakespeare albergaba una cierta simpatía hacia Cayo Marcio por motivos "poéticos". T. S. Eliot, inclinado políticamente hacia la derecha, la consideraba la mejor obra de Shakespeare. Bertolt Brecht, comunista, pensaba, en cambio, que era una gran obra porque expresaba con nitidez la lucha de clases. Hay quien ha visto elementos más que suficientes del héroe nietzscheano abandonado a su soledad. También existen interpretaciones freudianas que nos recuerdan la filiación edípica de Coriolano y otras que acentúan la tendencia homoerótica del jefe volsco Aufidio.

Lo cierto es que la obra se sigue representando hoy con gran éxito y que, rica en matices y capaz de ofrecer muchos puntos de vista sobre los que debatir, posiblemente solo seamos capaces de ponernos de acuerdo en considerar la tragedia de Coriolano como una resolución lógica ante la imposibilidad absoluta de convivir ya sea con sus conciudadanos ya sea  con los volscos. Y aunque cualquier persona medianamente sensible desde el punto de vista social se sienta horrorizada por el apabullante orgullo moral del héroe, lo cierto es que difícilmente encontrará motivos para situarse al lado de cualquier otro personaje de la obra. 

Con Coriolano no podemos separar la reflexión política de la reflexión moral, ambas son requeridas para encontrar una salida razonable a los comportamientos claramente ambivalentes de cuanto grupo y personaje aparece en la obra. Ni tan siquiera las mujeres del drama, que aparentemente tienen menos juego político y mayor recorrido personal, se libran de esa ambivalencia. 

Aquí tenéis la puesta en escena que la compañía Arán Dramática realizó en 2014 para la sexagésima edición del Festival de Teatro de Mérida:

viernes, 8 de mayo de 2020

ANTONIO Y CLEOPATRA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 25)

Se ha dicho multitud de veces que Shakespeare no es original, que toma sus historias y argumentos de otros textos que saquea, pero los engrandece de tal forma que aquello que era trivial y sin gracia pasa a ser en sus manos algo realmente interesante y lleno de vida. Creo que esta es una ocasión inmejorable para ofrecer un ejemplo de eso que tantas veces se dice.

Thomas North tradujo al inglés las Vidas paralelas de Plutarco. De ese texto se valió Shakespeare para componer sus Julio César, Coriolano y esta que ahora comento, Antonio y Cleopatra. La cita es un poco larga, pero merece la pena. En el capítulo XXVI de su vida de Marco Antonio, el Plutarco de North describe la primera aparición de Cleopatra así:

Por lo cual, cuando ella recibió diversas cartas, así del propio Antonio como de los amigos de este, hizo tan poco caso y se burló tanto de él, que no se dignó avanzar de otra manera más que tomando en el río Cidno su barca, cuya popa era de oro, las velas de púrpura y los remos de plata, manejados y movidos al son de la música de flautas, oboes, cítaras, violas y otros instrumentos parecidos que tocaban en la barca. Y en cuanto a la persona misma de ella, iba acostada bajo un dosel de tela tejida de oro, aparejada y ataviada de la manera como se pinta comúnmente en los cuadros de la diosa Venus; y junto a ella, a cada lado, unos graciosos niñitos vestidos como los pintores suelen retratar al dios Cupido, con abanicos en sus manos, con los cuales la abanicaban. Sus damas y doncellas, asimismo las más hermosas, estaban vestidas como las ninfas Nereidas (que son hadas de las aguas) y como las Gracias, gobernando unas el timón, tendiendo otras los aparejos y jarcias de la barca, de la cual salía una maravillosa emanación de perfumes que perfumaban la parte del embarcadero, atestada de innumerable multitud de personas. Algunas de ellas seguían la barca a lo largo del río; otras salían corriendo de la ciudad para verla entrar, de modo que al final corría a verla multitud de personas, unas tras otras, que Antonio se quedó solo en la plaza del mercado, en la silla imperial donde daba audiencia.

Y esto queda transformado así en el segundo acto, escena segunda: 

ENOBARBO: Desde su primer encuentro con Marco Antonio, se metió su corazón en su bolsa; fue sobre el río Cidno.
AGRIPA: Allí apareció, en efecto; o el que me lo ha referido se la imaginó felizmente.
ENOBARBO: Vaya contároslo. La galera en que iba sentada, resplandeciente como un trono, parecía arder sobre el agua. La popa era de oro batido; las velas, de púrpura, y tan perfumadas, que se dijera que los vientos languidecían de amor por ellas; los remos, que eran de plata, acordaban sus golpes al son de flautas y forzaban al agua que batían a seguir más a prisa, como enamorada de ellos. En cuanto a la persona misma de Cleopatra, hacía pobre toda descripción. Reclinada en su pabellón, hecho de brocado de oro, excedía a la pintura de esa Venus, donde vemos, sin embargo, a la imaginación sobrepujar la naturaleza. En cada uno de sus costados se hallaban lindos niños con hoyuelos, semejantes a Cupidos sonrientes, con abanicos de diversos colores. El viento parecía encenderles las delicadas mejillas, al mismo tiempo que las refrescaba, haciendo así lo que deshacía.
AGRIPA: ¡Oh, espléndido espectáculo para Antonio!
ENOBARBO: Sus mujeres, parecidas a las nereidas, como otras tantas sirenas, acechaban con sus ojos los deseos y añadían a la belleza de la escena la gracia de sus inclinaciones. En el timón, una de ellas, que podría tornar por sirena, dirige la embarcación; el velamen de seda se infla bajo la maniobra de esas manos suaves como las flores, que llevan a cabo listamente su oficio. De la embarcación se escapa invisible un perfume extraño, que embriaga los sentidos del malecón adyacente. La ciudad envía su población entera a su encuentro, y Antonio queda solo, sentado en su trono, en la plaza pública, silbando al aire qUe, si hubiera podido hacerse reemplazar, habría ido también a contemplar a Cleopatra, y creado un vacío en la Naturaleza.
AGRIPA: ¡Maravillosa egipcia!

Esta es la diferencia.

Para no alargar excesivamente esta entrada, tan solo quiero recordar que Antonio y Cleopatra es la obra que Shakespeare dedica a la pasión erótica. El personaje femenino, Cleopatra, brilla por encima de todos los demás —¿qué raro, verdad?—. Rica en matices y en acciones, se mueve siempre en el terreno del límite, de lo impreciso, de lo indeterminado; por eso, todavía hoy los especialista siguen discutiendo acerca de si es lujuria o es amor lo que mueve a los protagonistas; si son héroes trágicos o, por el contrario, se dejan arrastrar por sus defectos... Decidir estas y otras cuestiones compete a quien lee y a su capacidad de dejarse arrastrar o no por las palabras, tarea siempre grata cuando lo que tenemos delante de los ojos es un texto tan rico como este.

lunes, 4 de mayo de 2020

CIMBELINO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 24)

La obra tiene muchos sentimientos justos, algún diálogo natural y algunas escenas agradables, pero se logran a expensas de mucha incoherencia. Señalar lo loco de la ficción, lo absurdo de la conducta, la confusión de los hombres, y los modales de diferentes tiempos y la imposibilidad de los acontecimientos en todo sistema de vida, sería desperdiciar la crítica en una imbecilidad sin consistencia, en faltas demasiado evidentes para detectarlas, y demasiado groseras para agravarlas. Así se expresaba Samuel Johnson en su The Plays of William Shakespeare con respecto a esta obra; obra que, por cierto, era muy del gusto de los románticos. Pero ya sabemos que los gustos son cambiantes y van y vienen según las modas. 

Cimbelino es, ciertamente, una propuesta bastante alocada en la que su autor, en plena madurez, diría yo que decide hacer lo que le da la gana, recoger ideas y argumentos ya utilizados en otras —los celos del Otelo, los enredos cortesanos de El rey Lear o los más de calle de La comedia de los errores— para darse el gusto de mostrarnos que la realidad puede consistir en un enriquecimiento y la verdad en un auténtico exceso, como recordó Skura en su análisis psicoanalítico sobre de algunas situaciones y problemas que en ella se presentan.

Veamos: Cimbelino, rey en la antigua Britania romana tiene dos hijos desparecidos desde que eran pequeños y una hija, Imógena, que se ha casado en secreto y sin consentimiento paterno con un simple caballero, Póstumo. Cimbelino está casado en segundas nupcias con una mala malísima, pero él no se entera. La mala malísima tiene un hijo estúpido y engreído, Cloten —que suena como rotten, podrido—. Rey y reina quieren que Imógena, que es un dechado de virtudes, se case con Cloten. Para que olvide a Póstumo, que es buena persona, pero bastante simple, lo mandan a Roma. Luego aparecen los hijos perdidos y hay una batalla entre romanos y britanos, y todos toman parte en ella, incluso cambiando de bando. La victoria es para los buenos, que son todos, aunque en el calor de la refriega se han aporreado malamente. Al final, sale a la luz la verdad. Todo se aclara y la felicidad los acoge en su seno.

Aunque, como casi siempre en este tipo de obras, el personaje más interesante es el de la chica, o sea, Imógena, mira por dónde quien tiene el parlamento más adecuado a esta especie de autoparodia shakespeariana es el de Póstumo que, después de la batalla, y mientras está en la cárcel antes de que se aclare todo, tiene un sueño —como Segismundo— en el que logra ver a su familia. Cuando despierta, encuentra un libro a su lado donde puede leer su futuro, en clave, por supuesto: 

"Cuando un leoncillo desconocido de sí propio encuentre, sin buscarla, una criatura delicada como el aire y sea abrazado por ella; cuando las ramas cortadas de un cedro real, muertas después de numerosos años, revivan, se junten al viejo tronco y reverdezcan, entonces Póstumo verá el fin de sus miserias, la Bretaña será afortunada y florecerá en la paz y la abundancia". Es todavía su sueño, o es la estofa de esos discursos de los locos, engendrados por la lengua, sin el socorro del cerebro. Es una de estas dos cosas, o no es nada. O estas palabras carecen de sentido, o tienen uno que el buen juicio no puede por sí solo descubrir. Sea lo que fuere, las peripecias de mi existencia se parecen a este libro, y quiero guardarlo, aunque sólo sea por simpatía (acto V, esc 4).

No apta para racionalistas integrales ni para fundamentalistas del realismo. En cualquier caso, bastante más divertida que la realidad circundante y menos dañina.

sábado, 2 de mayo de 2020

TROILO Y CRÉSIDA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 23)

Troilo y Crésida tiene un punto nihilista e "intelectual" que no se suele percibir la primera vez que se lee o se ve representada. Es la primera de las "comedias problema" y, tal vez, la más enigmática de las tres. Se basa en una leyenda romántica medieval de la guerra de Troya —Crónica Troyana—, pero que nada tiene que ver con el mundo clásico griego, es decir, con la Ilíada, aunque aparezcan los personajes y la época.

Pero es que, además, como muchas veces ocurre con las obras de Shakespeare, hay posibles referencias y alusiones que no son visibles a no ser que nos hayamos informado previamente. Así, en este caso, parece que en su Aquiles debemos leer una sátira del por entonces caído en desgracia conde de Essex. También deberíamos percibir una parodia de la retórica de Chapman y de la actitud moralizante de Jonson. Pero esto es hilar muy fino; trabajo, en definitiva, de especalistas. Quedémonos en lo que sí podemos percibir hoy: la deslealtad amorosa, la falsedad del honor y la inutilidad de la guerra.

Troilo y Crésida es básicamente dos obras en una. Por un lado, la tragicomedia de la muerte de Héctor, asesinado por Aquiles. Por otro, la traición de Troilo por parte de Crésida, que se entrega a Diomedes cuando tiene que abandonar la ciudad de Troya y entrar en el campamento griego. Todo esto nos aleja mucho de la clásica historia de los héroes griegos. Troilo es un engreido y un enamorado del amor; Héctor, su hermano, un inconstante y codicioso; Agamenón, Néstor y Áyax, unos descerebrados; todos, en definitiva, son personajes poco admirables, y la guerra, la gran locura humana.

Así, pues, Shakespeare utiliza la historia de la guerra de Troya como punto de partida, pero la dota de un carácter completamente diferente, solo un poco más próximo al Troilo y Crésida de Chaucer. A Shakespeare le interesa más ahondar en las relaciones humanas. Y en este profundizar sobre lo humano toda la historia adquiere un tinte sombrío y pesimista, un carácter amargo y oscuro. Las diferencias entre su historia y las de sus predecesores son muchas, tanto en contenido como en los aspectos más "decorativos".

Las palabras meditabundas de Héctor en la escena 5 del acto IV bien pueden representar ese tono en el que se mueve la obra:

...Todo el fin lo corona
Y el viejo árbitro común, el tiempo, 
Pondrá término un día.

O estas otras de Ulises en la tercera escena del tercer acto:

Pues que ingenio, hermosura, 
Alcurnia, fuertes huesos, mérito en el servicio de valía, 
Amistad, caridad y amor, están sujetos 
Al tiempo calumnioso y envidioso.

Aquí os dejo esta valiente puesta en escena del Teatro dei Borgia (está en italiano):



martes, 28 de abril de 2020

BIEN ESTÁ LO QUE BIEN ACABA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 22)

Bien está lo que bien acaba o A buen fin no hay mal principio, según la traducción que manejéis, es otra de las "obras problema", porque se mueve simultáneamente en el terreno de la comedia, del drama e incluso de la tragedia. 

La historia que Shakespeare nos cuenta aquí es la de un joven conde bastante inoperante y malcriado del que está enamorada una joven que vale mucho más que él en todos los sentidos —como en otras muchas obras del autor—, y de cómo teniendo todas las papeletas para que Helena/Elena (según traducciones), la joven, encuentre y consiga una pareja de su talla, al final se case con él. 

Por supuesto, para llegar hasta semejante y ¿feliz? desenlace tendrán que ocurrir unas cuantas aventuras donde se demuestre la valía Helena y la apatía de Beltrán para cualquier otro asunto que no sea la milicia. No falta tampoco el engaño de ella para introducirse en la cama de Beltrán aprovechando la nocturnidad, como tampoco falta la sustracción del anillo de él, lo que servirá como prueba de la hazaña.

Transitando por toda la obra encontramos otro de los personajes característicos de este tipo de dramas: el bufón, el loco, el charlatán, en este caso Parolles —recordad que en francés paroles significa palabras—. Él será el encargado de poner las palabras y decir todo aquello que los demás personajes no pueden nombrar por inadecuado, estrafalario, fingido o sencillamente falso, según las ocasiones.

Y también como siempre nos encontramos con una sorprendente y altísima dosis de reflexiones que Shakespeare nos va regalando para que pensemos sobre ellas: La tela de nuestra vida es de una fibra mezclada; nuestras virtudes se enorgullecerían si no las fustigaran nuestros defectos, y nuestros crímenes se desesperarían si no les tuvieran cariño nuestras virtudes (Señor primero, act IV, esc 3).

Así, entre aventura y engaño, el gran maestro de lo que constituye el ser humano va dejando materia de reflexión para especialistas del consciente y del inconsciente. Y todo gracias a esa increíble habilidad para recoger de otros lo que no supieron o no se atrevieron a enunciar claramente.

viernes, 24 de abril de 2020

MEDIDA POR MEDIDA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 21)


La crítica especializada ha clasificado hace mucho tiempo bajo el marbete de "obras problema" o también "comedias oscura" —problem play, dark comedy—tres que no encajaban ni como comedias, ni como tragedias, ni como dramas. Son Troilo y Crésida, Bien está lo que bien acaba y Medida por medida. Y es que Shakespeare nunca fue muy fiel a géneros ni a normas, por eso los neoclásicos veían en su obras más defectos que virtudes.

Independientemente de que en toda su obra siempre podamos comprobar esa tendencia a la mezcla de géneros, es cierto que en estas tres de final feliz la acritud y la amargura adquieren un tono muy superior a otras anteriores, la naturaleza humana se ensombrece tanto que hasta los finales, liberatorios sin duda, nos resultan extraños. 

Estos tres minutos y medio de Atención obras os darán buena cuenta del argumento:


Ya véis, Shakespeare siempre anda enredando en los entresijos del ser humano para intentar averiguar qué somos y por qué nos comportamos como lo hacemos. Y como la realidad no es simple, ni directa, nos encontramos con personajes amorales que mantienen discursos preclaros y llenos de honestidad; o tropezamos con personajes muy solventes que dicen cosas demasiado deleznables. Y si además rondan por ahí los límites del poder, las convicciones más profundas y la muerte, todo se hace más complejo y oscuro.

Un ejemplo de la parte disparatada y surrealista de la obra. Bernardino es un preso que pasa de todo, hasta de la muerte, y lo van cambiar por Claudio para engañar al regente. El Duque, que ha abandonado su labor de gobierno, está en esta escena disfrazado de monje y dispuesto a ofrecer consuelo al condenado.

Horrorez (el verdugo): ¡Hola, tunante! trae acá a Bernardino.
Pompeyo (criado de Pordemás): ¡Señor Bernardino! ¡Es menester que os levantéis para que os ahorquen, señor Bernardino!
Horr: ¡Eh! ¡hola! ¡Bernardino!
Bernardino (prisionero disoluto): (Dentro.) ¡Que un rayo os parta las gargantas! ¿Quién arma ese ruido? ¿Quién eres?
Pom: Vuestro buen amigo el verdugo, señor mio. Tendréis la amabilidad de levantaros y de dejaros ahorcar.
Bern: (Dentro.) ¡Largo, bribón, largo! Tengo sueño.
Horr: Dile que es forzoso que se despabile, y pronto.
Pom: Por Dios, señor Bernardino, sacudid el sueño hasta que os hayan  degollado, y dormid luego.
Horr: Entra y sácale.
Pom: Ya viene, señor, ya viene. Oigo crujir la paja.
Horr: ¿Está el hacha en el tajo, tunante?
Pom. Todo está listo, señor.
(Sale Bernardino.)
Bern: ¿Qué tal, Horrorez?, ¿qué hay de nuevo?
Horr: A decir verdad, quisiera que te entregaras un rato a tus rezos; pues, mira, aquí está la órden.
Bern: ¡Bellacos! He pasado la noche entera bebiendo; no estoy preparado para eso.
Pom: Tanto mejor, gentilhombre; pues si después de beber toda la noche le ahorcan a uno por la mañana tempranito, tanto mejor podrá dormir durante todo el día siguiente.
Horr: Mira, aquí viene el padre confesor. ¿Crees aún que es broma?
(Sale el Duque, disfrazado.)
Duque: Buen hombre, movido por mi caridad, y habiendo oído cuán próxima estaba la hora de tu partida, vengo a aconsejarte, a ofrecerte consuelo, y a rezar contigo.
Bern: Nada de eso, fraile. He estado bebiendo largo toda la noche, y me han de dar más tiempo para ponerme a bien con Dios, o de otro modo que me aplasten los sesos con porras. Lo cierto es que no me conformo con morir hoy.
Duque: Amigo, es fuerza, y por lo tanto, ruego que midas la jornada que te espera.
Bern: Juro que no hay persuasión en hombre capaz de hacerme morir hoy.
Duque: Pero escucha.
Bern: Ni una palabra. Si tienes algo que decirme, ven a mi calabozo; pues de allí no salgo hoy.
(Se va.)
Duque: Es tan indigno para morir como para vivir. ¡Pecho de pedernal! Seguidle, mozos. Y arrastradlo al patíbulo sin tregua
(act IV, esc 3).

lunes, 20 de abril de 2020

OTELO (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 20)


YAGO: ¿Pues no has de remediarlo? La voluntad es el hortelano de la vida, y puede criar en ella ortigas y cardos, o hisopos y tomillo; una sola yerba o muchas; enriquecer la tierra o empobrecerla; tenerla de barbecho o abonarla. Para eso es la prudencia, el seso y el libre albedrío. Si en la balanza de la humana naturaleza, el platillo de la razón no contrapesara al de los sentidos, nos llevaría el apetito a cometer mil aberraciones. Pero por dicha tenemos la luz de la mente que doma esa sensualidad, de la cual me parece que no es más que una rama lo que llamáis amor (act I, esc 3).

Las grandes obras de Shakespeare son tan conocidas que hasta quien no haya leído o visto Otelo sabe que la enfermiza emoción que se pone en evidencia en esta obra es la de los celos. Y seguramente también sepa que Otelo es el personaje cegado por ellos y que Yago es el malo malísimo encargado de poner todo patas arriba a su alrededor. 

La astucia y la inteligencia de Yago domina toda la obra. De hecho, cualquier persona que lea la cita de arriba, sin tener más información, puede pensar que se trata de un personaje sabio y mesurado, uno de esos que ponen equilibrio en todas cuantas acciones participa. Nada más lejos de la realidad. Yago utilizará toda las capacidades de su inteligencia para destruir la pareja formada por Desdémona y Otelo. Y no encontrará mejor manera que sembrar el veneno de los celos.

El infame personaje, en un corto espacio de tiempo, conseguirá construir una situación caótica, manipulando con extrema pericia cuantos hilos tiene a su alcance y cuantos personajes están a su alrededor. Pero si Shakespeare nos ofrece toda la potencia del mal del que es capaz una persona a través de Yago, también nos ofrece toda la estupidez de quien se deja arrastrar por una emoción tan posesiva y dañina como es la de los celos. 

Yago es el detonante, la mente perversa que pone en marcha los peores sentimientos, pero no es el único responsable. Otelo no está exento de ella, de responsabilidad. La ceguera absoluta en la que se deja envolver, y de la que no saldrá hasta el mismo final de la obra, es el ejemplo a evitar, es la terrible enseñanza que Shakespeare nos deja.

En este Estudio 1 del 72 trabajaban Alfredo Alcón, Maribel Martín, Fernando Guillén, Manuel Galiana, Manuel Dicenta, Jesús Tordesillas, Charo Soriano y Sancho Gracia. Pero como siempre defiendo, leedla primero, la excelencia de las palabras del inglés es algo que está por encima de cualquier interpretación, es un regalo de la literatura universal. Y Otelo es, en mi opinión, la más sobria, la más ajustada, la que posee unos diálogos más estrechamente unidos al desarrollo del argumento.



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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.

viernes, 17 de abril de 2020

LOS DOS HIDALGOS DE VERONA (EL UNIVERSO SHAKESPEARE, 19)

Los dos hidalgos de Verona no es una de las comedias más populares Shakespeare, pero sí es una de las más ligeras y divertidas, y tiene la ventaja de contar con un personaje desternillante, bueno dos, él y su perro. Lo que viene muy bien para una reclusión tan larga y sostenida como la que estamos padeciendo. Oidle hablar:

LANZA: ¡He aquí lo que son las cosas! Cuando un criado se porta con su amo como un perro, todo va mal. Éste es un animal a quien ha criado desde su más tierna infancia y a quien salvé de un naufragio con tres o cuatro hermanos y hermanas ciegos. Lo he instruido tan cuidadosamente como quien hubiera de decir: "Así se educa a un perro". Mi amo me había mandado ir a ofrecer como regalo a doña Silvia, pero en cuanto entré en el comedor, emprendió carrera en derechura a la despensa y se apoderó de una pierna de capón. ¡Oh! ¡Es terrible que un perro no sepa portarse bien en sociedad! Para mí un perro debiera proponerse ser un verdadero perro, un perro en todo y por todo. Gracias a que he tenido el ingenio de decir que había sido yo el culpable, que si no, tan seguro como estoy aquí que acabo en la horca. Vais a juzgar. Imaginaos que debajo de la mesa del duque se mezcla en la compañía de tres o cuatro perros bien nacidos. No hacía dos minutos que estaba allí, cuando —advertí esto— el olfato de todos los convidados notó su presencia. "¡Fuera ese perro!" —dice uno—. "¿Qué perro es ése?" —dice otro—. "¡Echadle!" —añade un tercero— . "¡Que lo ahorquen!" —exclama el duque—. Yo, cuya nariz hacía mucho tiempo que estaba enterada, reconocí a mi Crab. Fui al encuentro del que ya blandía el látigo y le dije: "Amigo, vais a zurrar a ese perro, ¿no es eso?..." "¡Vive Dios! ¡Pues claro!" —me contestó—. "Eso será una injusticia —repliqué—, pues he sido yo quien ha cometido la falta". Con lo que, sin más ceremonia, me echaron a la calle a puntapiés. ¿Qué amos harían otro tanto por sus criados? ¡Palabra de honor! Infinitas veces he pisado la cárcel por robar mi perro pasteles. En una ocasión me pusieron en la picota por haber matado él unas ocas. Y ahora... ¡Sinvergüenza, has olvidado ya todo eso! ¡Granuja! ¡Recuerdo la partida que me has jugado al despedirme de doña Silvia! ¿No te había encomendado tener fijos en mí los ojos y hacer cuanto yo hiciera? ¿Cuándo me has visto a mí levantar la pierna y ensuciar las faldas de una dama? ¿Cuándo me has visto cometer semejante falta de educación? ¡Dilo! (act IV, esc 4).

En esta comedia vais a encontrar algunas de los recursos típicos que luego aparecerán en otras obras —digo luego porque esta es una de las primeras obras de Shakespeare—: una mujer que recurre al disfraz de hombre; la distinción de personajes de distintas clases (clase alta, clase baja; amos y criados); el bosque como escenario, con el simbolismo que supone... En fin, esas cosillas marca de la casa.

Más necesario me parece advertir que estamos situados en un momento histórico en el que las relaciones de amistad eran consideradas en algunos aspectos más nobles y merecedoras de elogio que las relaciones entre amantes. Esto explica el final, que pueden resultar sorprendente para algunas personas en la actualidad. 

No he encontrado una representación digna en castellano, pero sí esta otra en inglés que, si domináis el idioma, estoy seguro de que os va a gustar.



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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.