jueves, 3 de enero de 2019

LA POESÍA LLAMA, Homero Aridjis

La poesía llama es el último título-antología —recoge cuatro poemarios— publicado por Homero Aridjisuno de los poetas vivos más reconocido y premiado de México, de quien su compatriota Octavio Paz dejó escrito que en su poesía hay la mirada, el pulso del poeta: hay el tono inconfundible de aquel que tiene necesidad de decir y que sabe que todo decir es imposible; hay la palabra plena y la conciencia de la oquedad de la palabra; hay erotismo y también amor; hay el tiempo discontinuo de la vida práctica y racional y la continuidad del deseo y de la muerte; hay la verdad original del poeta. Su extensísima obra poética abarca 48 títulos, buena parte de ellos recogidos en Ojos de otro mirar (1988), todavía disponible en las librerías.

Aquí os dejo un par de muestras de la poesía entendida como llama, como fuego inicial, como pasión por el lenguaje y la comunicación, pero también como llamada, como señal, como voz que nos enseña otro mirar.

CEREMONIA AL ROMPER EL DÍA

Oye la palpitación de la piedra,
la respiración de la luz,
mira el árbol atado por la sombra a la tierra,
la voz del Invisible soplar las lápidas de papel,
siente la pasión del trueno que persigue a la sombra
de la lluvia en el cerro de Altamirano;
mira la voz de los zapatos viejos
que andan sin agujetas debajo de la cama,
sólo tú puedes ver a los soñadores antiguos
que te procrearon en los talleres de la resurrección,
sólo tú puedes escucharlos con los párpados cerrados.
Sólo tú puedes oír el paso de los ausentes
caminando delante y detrás de tu sombra
cuando sufres un apagón de la conciencia.
Sólo tú ves a los fantasmas de ti mismo bailar la música
de la melancolía frente a los reflectores de la nada.
Sólo tú puedes ver los trenes de la infancia
correr veloces hacia atrás, hacia el abismo de ti mismo.
Ven, ven conmigo a la ceremonia del no-yo. 


LA POESÍA LLAMA

Las llamas del poema iluminarán tu noche,
los verbos de sus cenizas arderán en tu principio.
Todo yo seré ella, toda ella seré yo.
Los dos seremos un cuerpo en combustión
que da a luz a la muerte.
Muerto el yo, la poesía,
huérfana de palabras,
abrirá las puertas del misterio.

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