Mostrando entradas con la etiqueta LIBROS PARA CONSTRUIR LA PAZ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LIBROS PARA CONSTRUIR LA PAZ. Mostrar todas las entradas

martes, 5 de noviembre de 2024

SALIR DE LA NOCHE, Mario Calabresi

Editorial
Acudí el miércoles pasado al Museo San Telmo para asistir a la entrevista que habían preparado entre Mitxel Ezquiaga y Mario Calabresi con motivo del premio Euskadi de Plata 2024. De allí salí con unas enormes ganas de leer Salir de la noche. Ayer terminé de leerlo. 

Salir de la noche es un libro hermoso, que está muy bien escrito, pero por encima de todo es un libro necesario, un libro que nos enseña a afrontar la violencia, porque la violencia, cuando se desata, cuando se echa a la calle solamente tiene una consecuencia: nos hace personas peores. 

No voy a entretenerme comentando el excelente relato periodístico que consigue tejer Calabresi para mantenernos pegados a la lectura. Eso no es nada más que técnica de la buena, dominio de la escritura, que, como lector, se le agradece. 

Lo importante, lo verdaderamente importante es la sencilla y eficaz lección moral que nos ofrece. La resistencia ante el dolor y la desesperación para salir adelante de manera cabal y equilibrada. En este aspecto, no me cabe duda, ayuda mucho tener una madre con las ideas tan claras y una entereza fuera de lo común. Un pasaje será suficiente:

Mamá está hablando por teléfono, le estoy hablando de esas cajas grandes llenas de papeles que quiero tirar, de frases desagradables que he encontrado en los recortes de periódicos, de la gran cantidad de cosas que hemos tenido que digerir.

—¿Cómo lo has conseguido? —le pregunto.

—He apostado por la vida, ¿qué otra cosa podía hacer a los veinticinco años, con dos niños pequeños entre manos y un tercero en camino? He trabajado todos los días, el único antídoto contra la depresión, y he tratado de vacunaros contra la pereza, contra el odio, contra la maldición de convertirnos en víctimas rabiosas. Esto no significa ser sumisos o enterrar la cabeza en la arena. Significa luchar por alcanzar la verdad y la justicia y seguir viviendo, a la vez que se renueva la memoria cada día. Hacer lo contrario sería plegarse totalmente al gesto de los terroristas, dejarse ganar por su cultura de la muerte.


El Museo de San Telmo tiene un canal YouTube desde donde poder seguir en directo vía streaming las conferencias, charlas y otros actos que se producen en el salón cuando no es posible acudir. Después, pasados unos días, los vídeos suelen quedarse alojados en él. Estaré atento y cuando lo suban, lo colocaré aquí para que podáis disfrutar de las palabras de Mario Calabresi.

***


domingo, 13 de octubre de 2024

OSKAR MERIKANTO, a los cien años de su fallecimiento

 

Hoy algo amable, intrascendente y, si os lo pide el cuerpo, bailable (o casi).

Aprovecho el centenario de la muerte de este compositor finlandés poco conocido por el sur de Europa, Oskar Merikanto (1868—1924), para recordar su obra a través de dos pequeñas y entrañables piezas musicales: Vals de una tarde de verano (la que interpreta la Orquesta Filarmónica de Helsinki) y el Vals lento (a cargo de la pianista Chenyin Li).


Que la música os sea favorable.

***


martes, 28 de mayo de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 12

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).


Tras preguntarse qué significan los ideales ascéticos para el artista y para el filósofo, pasa Nietzsche en la que va a ser la parte más larga –y tal vez la más sobresaliente– del tercer tratado de su Genealogía de la moral, las secciones 11-22, a ocuparse del sacerdote, de los sacerdotes, que han sido los creadores y administradores del ideal ascético, ideal que han convertido en cultura. Así, por mucho que los sacerdotes en sentido estricto hayan pasado a desempeñar un papel secundario en nuestro mundo actual, pervive en él, sin embargo, en la cultura europea, cristiana, una cultura modelada a lo largo de siglos de preponderancia sacerdotal, el sentido que estos le dieron.

Hablo de los tiempos de Nietzsche, pero, como tendremos ocasión de ver, también de los nuestros. Fenómenos que pueden parecernos de pujante actualidad, nos los encontraremos retratados por Nietzsche casi al pie de la letra.


El sacerdote ascético es el verdadero representante de la seriedad, comienza Nietzsche. La seriedad tiene que ver con el valor que dan a esta vida, poniéndola «en relación con una existencia totalmente distinta, de la que resulta contraria y excluyente, a no ser que se vuelva contra sí misma, que se niegue a sí misma; en este caso, el de una vida ascética, se considerará la vida como un puente que lleva a esa otra existencia distinta».

Esta vida es devenir y transitoriedad; la otra, ser y estabilidad eterna. Y aunque la otra sea solo imaginada, tiene, sin embargo, un poder tan extraordinario sobre esta que hace que esta se devalúe y se niegue a sí misma, convirtiendo el ser imaginado en aquello que se debe alcanzar por medio de una actividad incesante orientada por el ideal ascético. Esta vida es un «valle de lágrimas», un error que debemos, no solo refutar, sino durante toda la vida enmendar.

Este modo atroz de valorar, añade Nietzsche, no es una excepción, «es una de las realidades más extendidas y duraderas que existen». La Tierra es el astro ascético por excelencia. El que se dé esa hostilidad tan generalizada contra la vida debe de ser, avanza Nietzsche, en interés de la propia vida; si no, no se entiende nada.


Las últimas líneas del ensayo (y del libro) explicitan la hipótesis nietzscheana: «ese odio a lo humano, más aún a lo animal, más aún a lo material, esa repugnancia a los sentidos, a la propia razón, ese miedo a la felicidad y a la belleza, ese ansia de apartarse de toda apariencia, cambio, devenir, muerte, deseo, y del ansia misma — ¡todo eso, intentemos comprenderlo, supone una voluntad de nada, una voluntad contraria a la vida, un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la vida, pero no deja de ser una voluntad!…»

Tenemos ahí una pintura más completa de lo que es el ideal ascético: a) repugnancia a los sentidos y a la razón, por cuanto la razón debería hacerse cargo del carácter sensorial del ser humano, no oponerse a él; b) miedo a la felicidad y a la belleza, que siempre parecen engañosas y efímeras ya que lo que llevamos grabado en las entrañas como único valor es la permanencia, y nos resultan más de fiar las situaciones duras y dolorosas; c) ese empeño en buscar el ser, el verdadero ser bajo la apariencia, con el consiguiente desprecio de lo que se muestra y se nos da, ignorado por mor de lo que se cree debería ser, y no es; d) el rechazo del cambio y la transformación, e) en fin, del deseo y de la propia ansia, que redunda en que actúen de modo mucho más ciego e imprevisto que si no se rechazaran por principios morales y configuración sensible-intelectual.

Todo ello es «paradójico en grado sumo», y Nietzsche intenta desplegar la paradoja. Lo que en términos lógicos es una contradicción, «la vida contra la vida», en términos fisiológicos es «un sinsentido»: no puede ser más que aparente, aunque psicológicamente haga de la corporalidad «una ilusión». La corporalidad, sin embargo, es ara Nietzsche el punto de partida de cualquier reflexión; lo que estamos siempre pensando es nuestra naturaleza corporal. Somos un cuerpo que piensa, de donde se deduce que nuestro pensamiento viene determinado por su corporalidad.

En un fragmento de 1885 afirma Nietzsche: «Es esencial partir del cuerpo y utilizarlo como hilo conductor. Es el fenómeno más rico, que permite una observación más clara.» El punto de partida de todo pensamiento o juicio es la sensación… Que sí, que podrá ser engañosa, como se ha repetido una y otra vez, pero si el pensamiento, el juicio concreto no remite a sensaciones concretas que de algún modo –más o menos engañoso– revelan el mundo, entonces ese juicio es puro disparate.

Insisto: para Nietzsche el ser humano es, antes de nada, corpóreo. Y esta corporalidad, negada por la tradición de Occidente, es la que le lleva a rechazar la existencia de conceptos como «razón pura», «espiritualidad absoluta», «conocimiento en sí», etc. Estamos siempre situados; así: «No hay más ver que el perspectivista, ni más «conocer» que el perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los que dejemos hablar acerca de una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos, con que sepamos mirar a una sola cosa, tanto más completo será el “concepto” que nos hagamos de esa cosa, nuestra “objetividad”.»


La solución, pues, a lo engañoso de las sensaciones no está en el rechazo y desprecio, sino en la reiteración y contraste de las experiencias sensoriales. Ahí está el comienzo de lo que se llama ciencia. Lo cierto es que hoy día está adquiriendo cada vez mayor repercusión la idea de una mente encarnada o, mejor, corporeizada.

Volvamos al sacerdote ascético. Aclaremos la paradoja: «el ideal ascético – propone Nietzsche– nace del instinto de protección y de curación de una vida que está degenerando, la cual procura por todos los medios conservarse, y lucha por su existencia», es una maniobra de conservación de la vida. Al fin al cabo, el sacerdote ascético es el deseo, hecho carne, de ser distinto, de estar en otro sitio. Así, el que parece negador de la vida es una de las potencias conservadoras y afirmativas.

Esa vida que está degenerando es la de los seres humanos débiles, enfermizos, «los ya fracasados, derrotados, hundidos», que están hartos de sí mismos, que se desprecian…: esos, como veíamos en algún capítulo anterior, odian al vencedor. Y si estas palabras resultan a los oídos de hoy día excesivas, odian la fuerza activa, porque no la tienen. Y de este odio han hecho virtud. Eso es el resentimiento, obra cumbre del sacerdote ascético en su rebaño.

Uno de los rasgos para Nietzsche fundamentales del ser humano es el afán de distinción, que se puede lograr de muchas maneras; una de ellas, operante hoy por doquier, es la superioridad moral: «Andan dando vueltas entre nosotros cual reproches vivientes, como advertencias a nosotros dirigidas, — como si la salud, el estar bien constituido, la fuerza, el orgullo, el sentimiento de poder fueran ya en sí cosas viciosas que uno algún día tendrá que expiar, y que expiar amargamente: ¡ay, qué dispuestos están en el fondo ellos mismos a hacer expiar, cómo anhelan ser verdugos!» Jueces, almas bellas…

El sacerdote está también enfermo, pero su instinto, su maestría, su arte –y su felicidad– está en dominar a quienes sufren. Está enfermo pero es más fuerte, es la primera forma de un animal más delicado, que, más que odiar, desprecia.

Él calma a los débiles, a los enfermos, a la vez que envenena la herida; y buscando un culpable sobre el que poder descargar los afectos, lo que hace es alterar la dirección del resentimiento. Por medio de emociones más intensas que desvíen la atención del dolor, lo anestesia. Y al que sufre le convence de ser él mismo el culpable del sufrimiento. «Es falso», replica Nietzsche, mas de ese modo se ha alterado la dirección del resentimiento.

Se vuelven así inofensivos los enfermos, al orientarse sus peores instintos a «lograr que se disciplinen, se vigilen y se superen a sí mismos». Con todo, el sacerdote ascético trata solo los síntomas: alivia el sufrimiento, consuela…, lo que Nietzsche reconoce que es una genialidad. No obstante, los medios empleados para luchar contra el sentimiento de displacer resultan inhibidores de las fuerzas vitales.

El primero consiste en reducir «la sensación de vitalidad a su nivel más bajo»: a ser posible, no más querer, no más desear; evitar todo lo que dé lugar a afectos; no amar, no odiar… Esto es, la negación de sí, la santificación. — Este recurso no tiene hoy en principio muchos seguidores, aunque cabría pensar si el bombardeo emocional en que sobrevivimos, justamente por el exceso, no es de la misma especie inhibitoria.

El segundo es la actividad maquinal, que ya sabemos que es una de las formas más elementales de mitigar el sufrimiento de la existencia: la actividad maquinal, «el cultivo de la “impersonalidad”, el olvido de sí…», el perderse o alienarse en las identidades prêt-à-porter.

Un tercer recurso, al igual que el anterior, muy de nuestros días, es el darse una pequeña alegría fácilmente asequible. Y Nietzsche no está pensando en comprarse algo o darse un pequeño lujo, que es lo primero que se nos viene a las mientes, sino que nos recuerda, como forma más frecuente de alegría justamente el causarla en los demás: dar alegría es quizá la forma más cristiana de darse alegría. Así, el amor al prójimo excita, bien que de manera prudente, la pulsión más afirmativa de la vida, que Nietzsche denomina la voluntad de poder.

«Formar un rebaño es un paso esencial en la lucha contra la depresión»: «todos los enfermos, los enfermizos tienden instintivamente a la organización gregaria», y en ese reunirse encuentran placer.

Los tres recursos vistos hasta ahora son los recursos inocentes en la lucha contra el displacer. Los recursos culpables tienen todos ellos un rasgo común: «un exceso cualquiera del sentir», a modo de anestésico frente a «lo sordo, paralizante y duradero del dolor». ¿Cómo? «En principio todos los grandes afectos tienen esa capacidad, eso sí, siempre que se descarguen de súbito: la cólera, el temor, la voluptuosidad, la venganza, la esperanza, el triunfo, la desesperación, la crueldad; y el sacerdote ascético ha tomado a su servicio, sin reparo alguno, a la jauría entera de perros salvajes que hay en el hombre […] Todo ese exceso del sentir, como se comprenderá, se cobra luego su precio — pone más enfermo al enfermo —: y por eso esa clase de remedios del dolor se consideran, según un criterio moderno, “culpables”.»

No obstante, reconoce Nietzsche, el sacerdote ascético lo empleó con buena conciencia, creyendo en su utilidad, es más, en que era imprescindible. Explotando, eso sí, la «mala conciencia» de sus feligreses, su sentimiento de culpa. El sufrimiento, en este paradójico tirabuzón psico-fisiológico, viene a ser en realidad un castigo por una culpa en que el sufriente ha incurrido en una parte de su pasado. Del enfermo se ha hecho el pecador, «y ya no nos libramos de la presencia de este nuevo enfermo durante milenios».

¿Para qué ha servido esto? ¿Ha mejorado al ser humano? Si por «mejorado» entendemos «domesticado, debilitado, desanimado, refinado, reablandecido, etc. (es decir, casi lo mismo que perjudicado», entonces sí.

«En resumen, el ideal ascético y su culto moral‑sublime, la sistematización más ingeniosa, carente de escrúpulos y peligrosa de todos los recursos de exceso del sentir bajo la protección de intenciones sagradas se ha inscrito de una manera terrible e inolvidable en la historia entera de la humanidad; y, por desgracia, no sólo en su historia… Difícilmente sabría aducir alguna otra cosa que haya afectado de manera tan destructiva a la salud y el vigor de la raza, principalmente de los europeos, como dicho ideal; sin ninguna exageración, se puede decir que ha sido la verdadera fatalidad de la historia de la salud del hombre europeo.»


***

miércoles, 21 de febrero de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Sylvia Plath)

Editorial
#unlibrounpoema

El mundo editorial es muy raro. Incomprensible para mí. 

Hace aproximadamente un año dejaba en esta misma sección el poema en el Plath hablaba de su padre. El pasado 2 de febrero me encontré con la edición de la poesía completa editada por Navona. Es la misma edición que realizara Ted Hughes y con la misma traducción de Xoán Abeleira. Bueno, para ser exacto, en la traducción hay algún pequeño cambio y las notas han sido ampliadas. 

Líos comerciales o editoriales a un lado, aprovecho para dejar otro poema de esta extraordinaria poeta.



UN REGALO DE CUMPLEAÑOS



¿Qué es lo que oculta ese velo? ¿Algo feo, algo bonito?

Eso que brilla tanto, ¿tiene pechos?, ¿tiene filos?



Seguro que es algo único. Seguro que es justo lo que quiero.

Mientras cocino tranquilamente, noto su mirada, escucho lo que piensa:



"¿Es ésta la persona ante quien debo aparecerme?

¿Es ésta la elegida, la de las ojeras negras y la cicatriz en la cara?



¿La que ahora está pesando la harina, quitando lo que sobra,

ajustándose a las reglas, las reglas, las reglas?



¿Es ésta la destinataria de la anunciación?

Dios! ¡Qué risa me da!"



Sea lo que sea, no para de brillar, y hasta creo que me quiere.

No me importaría que fuesen huesos, o un broche de perlas.



Aunque, la verdad, no espero mucho del regalo de este año.

Después de todo, estoy viva de casualidad.



De buena gana me habría matado aquella vez, de una otra manera.

Y ahora está ese velo ahí, ondulando y refulgiendo como un telón,



como la cortina de satén translúcido de una ventana de enero,

reluciente como las sábanas de un niño, centelleando con su aliento letal. ¡Oh marfil!



Debe de haber un colmillo ahí detrás, una columna fantasma.

Aunque me da igual lo que sea, ¿no te das cuenta?



¿Por qué no me lo das de una vez?

No te avergüences: no me importa que sea pequeño.



No seas tacaño: a mí no me espanta la enormidad.

Sentémonos a admirar, uno a cada lado, su destello,



su relumbrante esmalte, su espejeante variedad.

Tomemos nuestra última cena en él, como en un plato de hospital.



Ya sé por qué no quieres dármelo:

tienes pánico



de que el mundo entero estalle en un grito, y tu cabeza de tirano

esculpida en relieve, fundida de bronce, como un escudo antiguo,



esa maravillosa herencia para tus biznietos, estalle con él.

No temas: eso no va a ocurrir.



Me limitaré a cogerlo y a apartarme en silencio.

Ni siquiera me oirás abrirlo: no sentirás crujir el papel,



caer el lazo, ni chillaré al final —suponiendo

que me tengas por una persona tan discreta, que no lo creo.



Si al menos comprendieras que este velo está matando mis días.

Para ti es sólo una transparencia, aire puro.



Pero, Dios, las nubes parecen de algodón:

hay un ejército de ellas. Son monóxido de carbono.



Suave, suavemente lo aspiro,

llenando mis venas con ese millón de invisibles



pero probables partículas que perturban los años de mi vida.

Te has vestido de gala para la ocasión. Ah, máquina calculadora,



¿jamás dejas que nada se te escape y siga su curso normal?

¿siempre tienes que estampar todo en púrpura,



matar todo cuanto puedes?

Hoy sólo quiero na cosa, y sólo tú puedes dármela.



Está ahí, junto a mi ventana, tan grande como el cielo.

Respirando desde mis folios, ese frío punto muerto



en que las vidas derramadas se congelan y atiesan para la historia.

Que no llegue por correo, por favor, pedazo a pedazo.



Que no pase de boca en boca, pues me darían los sesenta

cuando lograra juntarlo todo, y ya no estaría en condiciones de usarlo.



Basta con que retires el velo, el velo, el velo.

Si lo que oculta es la muerte,



aceptaría su profunda gravedad, sus ojos atemporales.

Y sabría que eres serio.



Habría cierta nobleza en esto, habría un día de cumpleaños.

Y el cuchillo, en vez de cortar, penetraría



puro y limpio como el chillido de un niño,

haciendo que el universo fluyese de mi costado.

***

viernes, 22 de septiembre de 2023

VERANO DEL 36

#elespesordelaherida

"Verano del 36" es el texto más duro de todos cuantos conforman el poemario, porque cuenta un hecho real que no es una excepción ni un caso aislado. Estos hechos se producen en todas las guerras, aunque nunca sean noticia en ninguna. Son la cara oculta de todas ellas y su aspecto más feroz e inhumano. En este caso, se trata del asesinato de un maestro y su mujer que no militaban en ningún bando, y que marcará toda la vida del hijo huérfano.

Pero El espesor de la herida es, fundamentalmente y por encima de todo, un poemario pacifista, un grito de dolor ante la guerra, todas las guerras, y una reivindicación apasionada de un mundo que sea capaz de resolver sus diferencias sin recurrir a la violencia.

El espesor de la herida ha sido redactado en el deseo, sin duda ingenuo, pero fervientemente sincero, de que algún poema de los que en este librito se recogen sirva para modificar alguna conciencia. Quisiera creer que cumple la intención e, incluso, puede llevar a alguien a territorios del pensamiento próximos a los que defendían Gandhi, Luther King o Mandela.



VERANO DEL 36


Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

MACHADO




José María y Valeriana,

naturales de Hervás y Aldeanueva del Camino

(Cáceres),

fallecieron algún día

del verano del 36,

poco antes de que las fuerzas sublevadas

llegaran a la ciudad.

Nadie sabe dónde están sus cadáveres.

Ni sus nombres. Nada.




No murieron

ni por Dios ni por España.

Alguien que no consta

ni en las listas de vencedores

ni vencidos

los sacó de casa

y los apeó de la vida

brutalmente

una noche de verano

del 36.

No sabemos

si llegó a salir la luna

o estuvo nublado todo el tiempo.

Tampoco sabemos

si cayeron de bruces

o lo hicieron de perfil.

Cayeron,

aunque no fuera

ni por Dios

ni por España.




Ni ellos ni sus asesinos

forman parte de la memoria.

Materia de olvido.

Ni vencidos ni vencedores,

solo un vacío en el registro de la historia,

en las listas de ausentes

y en las de las reivindicaciones.

Ni papeles. Ni cruces. Ni cementerios.

Silencio.

Ni por Dios

ni por España.




***




Días después

—ni por Dios ni por España—,

Luis, un muchacho

a punto de cumplir

los 15 años, recibe

la noticia

y el reloj de José María

rescatado de las ruinas.

Ni por Dios ni por España.

Solo rabia.

Y rencor.

Ciego de ira,

deja el internado

y se apunta a matar rojos.

Ni por Dios

ni por España,

por venganza.




***




No conocí a mis abuelos.

Unos pocos hombres malos

—ellos se creerían buenos—

una noche los mataron.


***


martes, 5 de septiembre de 2023

EL ESPESOR DE HERIDA

Editorial




CANTARES Y LAMENTOS 



Ni las verdades del odio 

ni las del corazón 

son verdades 

a fuerza de sufrimientos 

ni de repetición. 



*** 


Lo digo del derecho 

y lo digo del revés: 

en las guerras 

unos matan cuanto pueden, 

los demás 

sufren o mueren.

Así comienza este pequeño poemario, con dos sencillas estrofas a manera de las cancioncillas populares. 

Yo, que no utilizo el verso rimado, he recurrido a esta forma para aligerar todo el peso y presentar un par de afirmaciones que, en su rotundidad, pudieran resultar pretenciosas expresadas de otra manera. 

Son un primera llamada de atención sobre cuanto rodea a una guerra y la maquinaria propagandística que moviliza —lemas, mentiras arrogantes, publicidad descarada, enaltecimiento de la violencia, exacerbación del odio al enemigo, proclamas patrioteras...—, pero puestas de la manera más ligera e ingenua posible. 

Son pequeñas verdades a las que la rima y el verso corto quitan espesor a la herida. Incluso se puede poner música.

Son también un cariñoso y tímido abrazo al Machado de los Proverbios y cantares, otra gran víctima de la guerra.

***


sábado, 2 de septiembre de 2023

EL ESPESOR DE LA HERIDA

Editorial



Este poemario nace, desde el punto de vista temático, de la confluencia de un brutal hecho familiar y del estallido de la guerra en Ucrania. Podía haber surgido mucho antes, porque desde que yo tengo noticia del asesinato de mis abuelos paternos hasta que lo di por concluido hace relativamente poco tiempo, los conflictos armados en el mundo han sido muchos, demasiados, pero no fue así. El tema no me atraía entonces. 

Tampoco han sido mis fuertes convicciones pacifistas las que dieron el empujón inicial a cuanto en él expreso. Han sido anécdotas mucho más insignificantes las que al final me han determinado a escribirlo y publicarlo. La más cruel y estúpida de ellas la conforman pequeños comentarios de gente amiga y muy próxima recordándome que mis abuelos ya tenían su reconocimiento en esas cruces y placas que se colocaron al finalizar la guerra civil en pueblos y ciudades, con el lema: Caídos por Dios y por España, pero donde no figuraba nombre alguno. 

Este proceso llega a su nivel más despreciable cuando inicio una pequeña indagación para intentar averiguar en qué cuneta podrían estar sus ya irreconocibles esqueletos o en qué registro podrían constar sus nombres. Como ya se habrá entendido, a mis abuelos no los pasearon los insurgentes. Pero la memoria, ay, es caprichosa y parcial. Desde una de las asociaciones a las que acudo solicitando información se me dice: Pero es que tú eres de los vencedores. Me pareció soez. Di las gracias y colgué. 

Yo no gané nada. Tampoco mis abuelos. Tan solo mi padre ganó la pérdida de los suyos y con ellos, el norte. Ese hecho determinó de por vida su manera de entender el mundo. Manera que yo no compartía ni a los veinte ni a los treinta ni nunca. Pero que ahora, cuando él ya no está, puedo entender. Las personas somos mucho más que ideologías, aunque hay algunas a las que la ideología les ocupa todo el cerebro. 

Llegados a este punto, tal vez alguien piense que este poemario puede ser mi ajuste de cuentas personal con una parte de la historia de este país. Nada más lejos de la realidad. Basta con leer la contraportada que he redactado para darse cuenta de ello. Y quien lea el interior descubrirá inmediatamente que es una reflexión desde el dolor universal sobre el estado de guerra. Afortunadamente, ni soy yo quien la sufrió ni quien está sufriendo ninguna. Es una aproximación empática ante el horror de los más viles comportamientos que afloran en un estado de violencia total. La idea de matar a otra persona me parece abominable. Es todo ese horror y desconcierto el que he intentado plasmar en la sección Nieve negra, pero sin recurrir en ningún momento a escenas o episodios violentos.

También es un poemario que plantea preguntas sobre nuestra historia, no la de este país, sino la de la humanidad. Pretende despertar interrogantes con la sana intención, tal vez ingenua, de que nos los planteemos, aunque tan solo sea durante el breve instante que dura la lectura de un poema, con el propósito de que recordemos que son cuestiones que aún no hemos resuelto.

Y es una presentación de imágenes y elementos que tenemos muy asumidos en la historia de los pueblos y que diariamente vemos en unas ciudades y en otras, desde Lisboa hasta Tokio y desde Tokio a Nueva York. Las guerras y sus rituales de muerte dejan demasiados iconos esparcidos por doquier. Incluso contemplamos algunos como obras de arte.

El poema central, ahí donde el poemario alcanza el clímax emocional, es, claro está, donde se cuenta, ahora sí, la anécdota familiar del asesinato de mis abuelos, que empieza a manera de nota necrológica y va subiendo en intensidad emocional. 

Después, y por último, llega la expresión de un deseo que es el mismo deseo que se ha expresado tantas veces por personas más capaces e importantes que yo. Es la última sección. Lleva por título Yo también tengo un sueño. Con ese título no es necesario que aclare nada. 

Ojalá os guste y, si es así, me lo digáis. Pero mucho más me gustaría que tuviera la capacidad de remover alguna conciencia.

Y si no lo tenéis claro, aquí está el pdf del libro.

***


viernes, 2 de junio de 2023

JUAN LUIS VIVES, PACIFISTA

Ejemplar del KM.
Estudio introductorio: Francisco Calero.
Traducción y notas: Francisco Calero, Mª José Echarte,
Mª Luisa Aribas y Mª Pilar Usábel
El título que le he dado a esta entrada es sin duda un anacronismo. El pacifismo como forma sistemática de resolver los conflictos y pensar la sociedad y las relaciones entre grupos y estados es una creación muy posterior; sin embargo, formas más o menos elaboradas de pensamiento pacifista podemos encontrar desde muy antiguo, tanto en la tradición oriental (sobre todo ahí) como en la occidental. Buena prueba de lo que digo es esta recopilación de trabajos del humanista valenciano que están recogidos en la colección Biblioteca de Autores Españoles.

Desde luego, no se puede extrapolar el pensamiento de un humanista del siglo XVI al siglo XXI, ni hay que olvidar en qué momento de la historia europea le tocó vivir, aun así, resulta profundamente interesante e incluso sorprendente la defensa que Juan Luis Vives hace de algunas ideas y formas de comportamiento entre seres humanos. Confío en que estas pocas citas puedan dar el calibre de su pensamiento o, al menos, despertar la curiosidad por su obra:

Así, pues, del mismo modo que es incierto a quién irá a parar el dinero que caprichosamente exponemos a la suerte y que inmediatamente pasa a poder de otro, así, una vez empezada la guerra, el príncipe y todo el reino se ven expuestos a la suerte del desenlace; por eso se dice también que la suerte de la guerra decide sobre el poder supremo. ¡Cuántos se han arrepentido de una guerra, incluso iniciada favorablemente, y ninguno de la paz conquistada con alguna desventaja o incluso injusticia! (Sobre el gobierno del reino, sobre la guerra y la paz. Trabajo dirigido a Enrique VIII de Inglaterra).

La concordia reunió al género humano, fundó las ciudades, las engrandeció y las mantiene; introdujo artes provechosas para la vida, los recursos, el cultivo de las inteligencias; hizo hombres de extraordinario ingenio, sabiduría, erudición, virtud; de la discordia salen hombres dispersos y errantes, llenos de terror y miedo, que no confían en ningún lugar y en ningún hombre, como el pie, herido hace poco por una espina, no asienta la planta con seguridad; desaparecidas las leyes y roto el vínculo de la concordia, las reuniones y asambles quedan deshechas, los edificios, las granjas y las ciudades quedan destruidos, lo que estaba fijo en el suelo es arrancado, sigue el hambre, la peste, escasez de todo, ignorancia, inactividad, pésimas costumbres, y de soldados licenciados salen ladrones muy expertos y audaces (Sobre la concordia y discordia del género humano. Trabajo dirigido a Carlos V).

Termino con esta cita sacada de Sobre la pacificación, que es la que a mí más me gusta: 

El maestro y el preceptor siendo el que forja las costumbres en la modestia, la moderación, la templanza y la humanidad, es decir, en una apacible tranquilidad de espíritu junto con la dulzura y la benevolencia para con los demás, ¿qué podría hacer más de acuerdo con su cargo y profesión que exhortar, impulsar cuanto pueda con su consejo, con su mandato, con su autoridad, con sus palabras y con su obra, a que sus discípulos se mantengan en concordia y amistad, no sólo entre ellos mismos sino frente a los demás, de manera que las instrucciones que recibieron del propio preceptor, no se conviertan en meras palabras y en una vana ostentación del arte del debateo la disertación, sino que las hagan cuerpo y sangre, para que al mismo tiempo todos entiendan cuán grande es la fuerza de aquellos preceptos, que no se desvaneces sólo en palabras y en leve soplo, sino que penetran de tal manera en los espíritus que se fransforman en realidades y en hechos?

***


jueves, 25 de mayo de 2023

¡ABAJO LAS ARMAS!, Bertha von Suttner

Nunca hubiera imaginado que una moneda pudiera ser el origen de una lectura, pero a mí me ha ocurrido. 

El martes de la semana pasada, mientras estaba en Burgos, con la devolución de los cambios que me dieron en un restaurante, vino esta moneda. No la conocía y quise saber de qué país era y quién era la mujer que en ella aparecía. La respuesta fue rápida y sencilla e inmediatamente despertó mi interés por esta mujer de la que no tenía ninguna noticia: Bertha von Suttner.  Escritora, pacifista y premio nobel. Y yo sin enterarme. Una vez en casa, miré a ver qué biblioteca podía tener la novela con la que había conseguido un éxito notable en su época. Fui inmediatamente a por ella. Ayer mismo la acabé. Nunca una moneda me había llevado hasta una obra literaria ni me había ofrecido tan grata sorpresa.

Ejemplar del KM

No voy a contar nada sobre esta mujer extraordinaria, porque enlazado con su nombre tenéis la entrada que Wikipedia le dedica. Ahí se cuenta lo más destacado de su biografía. Sí me pareció curioso llegar a la última página del estudio introductorio que hace Olga García y encontrarme con la fotografía de la misma moneda que a mí me llevó hasta el libro. Casualidades. Y ahora vayamos con la novela.

Si entre los diferentes méritos de una novela situamos el entretenimiento y el interés por la trama, ¡Abajo las armas! los posee. Si además buscamos una historia comprometida con una idea y que la exponga de forma clara y directa, también. Si lo que más nos interesa es que tenga capacidad de emocionarnos, lo mismo. Todo eso lo tiene y en cantidades generosas. Desde luego no es una novela vanguardista —las vanguardias no habían aparecido en 1889— ni persigue experimentar con la escritura y el estilo, es una novela que se encuadra muy bien en su época, la del naturalismo, (para mi gusto, le sobra un poco de romanticismo, pero esos son mis gustos) y, por encima de todo, es absolutamente eficaz en su objetivo: denunciar con prístina valentía y eficiencia sobresaliente la irracional barbarie de la guerra en un tiempo y un lugar —segunda mitad del siglo XIX, Imperio austrohúngaro— impregnado hasta el tuétano de militarismo.

Igualmente eficaz y muy positivo me parece todo el punto de vista sobre el que se apoya el relato. Parte de lo más próximo e inmediato, es decir, de las personas a las que se quiere —¿existe alguien que no quiera a nadie, que no desee salvar la vida de alguien?— para evidenciar lo que el sinsentido de la guerra quita a cada ser humano, a cada familia, a la sociedad. Y para ir acrecentando de forma natural la conciencia pacifista de la protagonista. A partir de ahí se va construyendo el rechazo de la protagonista a la guerra... en medio de una sociedad y una familia austríaca muy tradicional y defensora de la idea del conflicto armado como resolución de las diferencias que atañen a los Estados —el padre es un general retirado, la tía una devota y todo su entorno pertenece a la rancia nobleza—.

Dos citas:

Este falaz conjunto de verdades eternas de la página 302 que atribuye al padre como representante ideal de la sociedad militarista, pero que, desgraciadamente, puede considerarse todavía hoy, 2023, en vigor entre una parte importante de la población mundial:

1) Las guerras las dispone Dios, Señor de los Ejércitos, véanse las Sagradas Escrituras

2) Siempre ha habido guerras, y, por consiguiente, siempre las habrá.

3) Sin este diezmo ocasional de la población, la humanidad crecería de forma desproporcionada.

4) Períodos continuos de paz producen relajamiento y debilitan, y como las aguas estancadas, acaban en corrupción y, especialmente, degeneran la moral.

5) Las guerras son el mejor medio para poner en práctica el autosacrificio, el heroísmo, en una palabra, para fortalecer el carácter.

6) Los hombres siempre se pelearán. La perfecta armonía de todas las pretensiones es imposible, dado que los diferentes intereses lo impiden; por tanto, una paz eterna es en sí una contradicción.

Y esta bella sentencia que la protagonista atribuye a un poeta que no nombra: 

A la manera que la bóveda celeste parece formada por un solo zafiro inmenso, así la grandeza moral del hombre reposa sobre una sola cualidad: la bondad (p 334).

Ha sido un auténtico placer el descubrimiento de esta novela escrita por una mujer valiente y abnegada como pocas. 

***

¡Abajo las armas!

miércoles, 31 de agosto de 2022

LIBROS PARA PENSAR LA PAZ, y 26 (YO TENGO UN SUEÑO)

Fuente: Wikipedia.
Pongo fin a esta serie con un discurso. Es uno de los discursos más emblemáticos del siglo pasado. Es una forma de rendir homenaje a Martin Luther King, el más destacado activista en la reivindicación de los derechos civiles de la comunidad afroamericana desde los principios de la acción no violenta que aprendió en los textos de Gandhi y que supo hacer suyos. Desgraciadamente, tanto él como su maestro, fueron víctimas del odio y murieron asesinados. 

Yo también tengo un sueño. Mi sueño es que algún día la humanidad aprenda a resolver sus diferencias sin recurrir al uso de la fuerza. Y puesto a soñar, que ese día no esté muy lejos.

Este es el discurso que dio el 28 de agosto de 1963, en Whasington D.C., ante cientos de miles de personas:


Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.

Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

También vinimos a este punto para recordarle de Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Solamente para blancos". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.

No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo spiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"

(Fuente: BBC Mundo. Ignoro quién lo ha traducio. En libro conozco tres títulos que lo recogen: Martin Luther King, Discursos, Universida de León, 1997; Los discursos del poder, Belacqua, 2003; Lavier Alonso López, Discurso históricos, Arzalia, 2022. Seguro que hay más).


¡Soñemos!


***

Путин, немедленно останови войну!

miércoles, 24 de agosto de 2022

LIBROS PARA PENSAR LA PAZ, 25

Ejemplar del KM
Antes de nada quiero destacar este párrafo del prólogo que firma el Dalai Lama: Creo firmemente que si adoptamos el punto de vista correcto, y hacemos esfuerzos decididos, incluso en medio de aquellas circunstancias en las que la hostilidad ha aumentado con el paso del tiempo, podremos restaurar la confianza y la comprensión. Esta es la postura que yo mismo he adoptado con respecto a las autoridades chinas en lo concerniente al Tíbet. Responder a la violencia con violencia nunca es razonable. Sin embargo, hablar de la no violencia cuando las cosas van bien no tiene mayor trascendencia. Es precisamente cuando las cosas se complican, cuando son urgentes y críticas, cuando tenemos que pensar y actuar con no violencia (p 14).

El de Mark Kurlansky es uno de esos libros centrales en la exposición de la práctica no violenta. El autor diferencia entre pacifismo y no violencia. Parte de las enseñanazas de Gandhi y realiza un recorrido por el mundo actual (el libro se publicó en su idioma original en 2006), analiza logros de las prácticas no violentas, revisa hechos históricos en los que la violencia fue absoluta e incide una y otra vez en el punto de vista no violento para poder avanzar de forma estable y sostenida. Es, podríamos decir, un libro a medio camino entre el ensayo histórico y el ensayo sobre el tema que enuncia. Termina con las 25 lecciones, que son las que dan título al libro y que paso a transcribir:

1. No existe un término proactivo para expresar la no violencia.

2. Las naciones que organizan ejércitos como fuerza disuasoria acabarán usándolos.

3. A los practicantes de la no violencia se les considera enemigos del Estado.

4. Una vez que un Estado conquista una religión, esta pierde sus enseñanzas no violentas.

5. A un rebelde se le desarma y se le pone del otro bando santificándolo tras su muerte.

6. Detrás de cada guerra siempre hay una cuantas mentiras que le sirven de fundamento.

7. La maquinaria propagandística que fomenta el odio siempre tiene una guerra en la recámara.

8. La gente que va a la guerra empieza a parecerse al enemigo.

9. El conflicto entre una fuerza violenta y una no violenta es un argumento moral. Si el bando violento puede provocar al no violento para que este cometa actos violentos, lo habrá vencido.

10. El problema no está en la naturaleza humana, sino en la del poder.

11. Cuanto más dura una guerra, más impopular se vuelve.

12. El estado cree que está impotente sin ejército porque no logra concebir un poder sin fuerza.

13. A menudo el grupo que prevalece no es el más grande, sino el mejor organizado y el que mejor se expresa.

14. Todo debate se interrumpe temporalmente debido al "silencio impuesto" que provocan los primeros disparos.

15. No es necesario una guerra cruenta para derrocar a un poder establecido, pero se usa para consolidar la propia revolución.

16. La violencia no resuelve nada; siempre produce más violencia.

17. La guerra crea activistas por la paz. Un lugar probable donde halla pacifistas es un grupo de veteranos de guerra.

18. Las personas motivadas por el miedo no actúan bien.

19. Aunque es perfectamente posible convencer a un pueblo sometido a una represión brutal para que se alce en un ataque suicida contra su opresor, es casi imposible convencerlo para que se enfrente a la violencia letal con una resistencia no violenta.

20. Cuando un ejército compuesto de voluntarios puede librar una guerra, no hay que vendérsela a la opinión pública.

21. Una vez que empezamos a matar, cada vez nos hundimos más en un abismo sin fondo.

22. La violencia siempre va acompañada de una explicación supuestamente racional... que luego se tachará de irracional si la violencia no surte efecto.

23. La violencia es un virus que infecta y toma el control.

24. Es un milagro que, a pesar de lo mucho que la sociedad fomenta la guerra, la mayoría de los soldados la consideren una negación angustiosa de sus propios valores morales.

25. El trabajo más duro consistente en empezar un movimiento que acabe con la guerra ya está hecho.

Editorial Debate. Traducción: Daniel Menezo García.

***


Путин, немедленно останови войну!