A su enfoque rompedor y feminista añadía el hecho de ser mujer, algo que no ayudaba en el conservador y endogámico mundillo de la ciencia ficción estadounidense. Otras autoras intentaron evitar esos problemas permaneciendo en el anonimato. El caso más conocido tal vez sea el de Alice B. Sheldon: con una vida fascinante (psicóloga, militar y agente de la CIA) fraguó toda su carrera literaria bajo el seudónimo de James Tiptree Jr. para evitar la más que probable incomprensión y condescendencia de buena parte de sus colegas y del fandom.
Sea como fuere, Quienes se marchan de Omelas es uno de los mejores relatos de la historia de la ciencia ficción. Quienes lo leen por primera vez no olvidan ese final que se queda grabado a fuego en la memoria y plantea un dilema moral terrorífico. ¿Cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar a cambio de la prosperidad de toda una sociedad? ¿Seríamos los lectores capaces de tolerarlo?
Con una escritura plena de lirismo y musicalidad, la autora coge de la mano al lector y lo acompaña en su visita a la ciudad de Omelas durante un festival de verano. Colores, sonidos y olores se combinan para sumergirnos en las maravillas de la ciudad hasta que sutilmente se va desvelando el secreto que esta esconde. Ese tránsito de la alegría y el goce de vivir a la más terrible abyección contada en una treintena de páginas es una pieza de orfebrería.
Nórdica nos trae además este relato en un libro hermosamente editado con unas ilustraciones muy sugerentes de Eva Vázquez. Si no has leído nada de Úrsula K Le Guin, Quienes se marchan de Omelas es una inmejorable puerta de entrada a su mundo.
Y al finalizar la lectura, nosotros, al igual que unos pocos de sus ciudadanos, abandonaremos Omelas y nos sumergiremos en la oscuridad para no volver jamás mientras el recuerdo de esta historia nos acompaña durante mucho tiempo. Esa es la magia de la escritura.
Aritz Juaristi
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Путин, немедленно останови войну!