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miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA MITOLOGÍA DEL FIRMAMENTO DE ERATÓSTENES

Alianza
Eratóstenes es uno de mis sabios favoritos de la antigüedad. La fascinación que siento por él viene desde la primera vez que leí en un libro de historia cómo había realizado el cálculo de la circunferencia de la Tierra. Mucho más tarde vino mi interés por el cielo nocturno y esa pasión a caballo entre la estética del mito y el conocimiento de lo infinitamente lejano. Así que cuando cayeron en mis manos los catasterismos atribuidos al admirado director de la Biblioteca de Alejandría, no puede evitar una inmensa alegría.

Debo reconocer que desde el punto de vista literario este librito tiene muy poco peso. No es uno de esos magníficos clásicos de la mitología como pueda ser Las metamorfosis. Su encanto no reside en la capacidad para crear mundos ficticios, sino en haber recogido de forma ordenada las historias que la gente común y corriente de la época atribuía a las caprichosas formas que distinguía en el cielo nocturno. Historias llenas de fascinación e ingenuidad que aún en la actualidad seguimos repitiendo más o menos transformadas. Así, entre los 44 objetos celestes de los que se ocupó podemos leer:

5. La Corona

Se dice que es la corona de Ariadna; fue el dios Dioniso quien la instaló en el cielo. Cuando los dioses festejaban la boda de Dioniso y Ariadna  en la isla de Día, la novia se coronó con ella tras haberla recibido como regalo de las Horas y de Afrodita.

El autor de las Créticas cuenta que era obra de Hefesto, labrada en oro fundido y empedrada de pedrería de la India. También narra que gracias al brillo con que refulgía consiguió Teseo escapar del laberinto.

Se dice también que su trenza es lo que vemos sobre la cola del león.

La Corona posee nueve estrellas dispuestas en forma de círculo; de ellas son muy brillantes las tres que están frente a la cabeza de la serpiente que se encuentra entre las dos Osas.

Fuente: Astronomía para tontos.

Eratóstenes no solo recoge la leyenda que va unida a la constelación, sino que además indica cuántas son las estrellas que la componen y qué brillo tienen, basándose en una observación ciertamente minuciosa pero realizada sin ningún instrumento óptico, a simple vista. El telescopio no aparecerá hasta el siglo XVII. 


En los primeros cinco segundos de este timelapse podéis ver la constelación en el tercio de la izquierda de la pantalla.


miércoles, 20 de junio de 2018

LAS CONSTELACIONES SON PARA EL VERANO


Cuando llega el buen tiempo y se pone el sol, algunos levantamos la cabeza y miramos hacia arriba en busca de esas formas caprichosas que tan solo existen porque así lo hemos acordado: las constelaciones, esos dibujos que formamos con la unión imaginaria de varias estrellas y que resultan tan cómodas para orientarnos con facilidad en el cielo nocturno y poder avanzar por la tierra o por el mar.

Hoy ya no las necesitamos para orientarnos, nos dejamos llevar por indicaciones y señales de todo tipo o por la última tecnología. Ni tan siquiera nos molestamos en mirar un mapa. Pero el cielo nocturno puede ofrecernos mucho más que orientación. Además del placer de sentirnos parte de la naturaleza mientras miramos hacia arriba tumbados sobre una manta, las curiosas formas que vemos en una noche despejada nos ofrecen mucho más.

Nos ofrecen conocimiento del pasado, pues todo cuanto vemos sucedió exactamente a la distancia a que se encuentra de nosotros. El sol que vemos es el sol que estaba allí hace ocho minutos, y la estrella alfa de la constelación de Sagitario es la que era hace casi cuatro años y medio. Estas son las estrellas más próximas, todo lo demás que podemos ver a simple vista son fenómenos que han sucedido entre esos 8 minutos y los dos millones y medio de años, que es la distancia a la que se encuentra la galaxia Andrómeda.

Nos ofrecen tiempo y silencio para percibirnos a nosotros mismos en relación con el universo. Tal vez tiempo para realizar una reflexión sobre quiénes somos y asumir con humildad nuestra presencia en el desarrollo de la vida. Tal vez el silencio suficiente como para comprender que no somos otra cosa que una especie más que puebla la naturaleza. Acaso el tiempo y el silencio necesarios como para asumir la infinita belleza de la vida a través de sus formas de mayor tamaño, aunque desde aquí las veamos diminutas.

Nos ofrecen historias antiquísimas, registradas en el brillo titilante de las estrellas. Historias de amor y desconsuelo, de traiciones, de gestos heroicos, de dioses que no merecían serlo, de sueños truncados y de solidarios esfuerzos. Historias que imaginaron nuestros ancestros para intentar comprender el mundo, y que hoy forman parte de nuestro acervo cultural. Historias que justifican por sí mismas mirar hacia arriba y descubrir quiénes fuimos cuando solo disponíamos de narraciones para entender cuanto nos rodeaba y entendernos.

Estas últimas son las que a mí más me gustan y las que me empujaron a levantar la cabeza y mirar hacia arriba cada vez que tenemos una noche despejada. Ellas también me dieron el impulso necesario para escribir mi primer poemario. Ellas fueron las que alimentaron una de las secciones más breves de este blog y, sin embargo, la más visitada: Mitología y constelaciones. Que ellas y el verano sean de vuestro agrado.

sábado, 15 de octubre de 2016

LAS HERMOSÍSIMAS PLÉYADES

Fotografía de David Malin, del Observatorio Anglo-australiano
Las Pléyades son uno de los cúmulos abiertos más hermosos que podemos observar en el cielo a simple vista. Forman parte de la constelación de Tauro y podremos verlas durante todo el otoño y el invierno.

Son también uno de los grupos estelares con mayor número de leyendas a sus espaldas. Aparecen en el Mahabharata, en el Popol Vuh, en La Ilíada, en la Biblia, en los relatos mitológicos incas y aztecas, en el Dreamtime australiano... 

En Los Trabajos y los días, de Hesíodo, se puede leer:  Al surgir las Pléyades descendientes de Atlas, empieza la siega; y la labranza cuando se ocultan. Desde ese momento están escondidas cuarenta noches y cuarenta días y de nuevo al completarse el año empiezan a aparecer cuando se afila la hoz.

Curiosamente, son reconocidas como siete hermanas en mitologías sin ningún contacto entre ellas como son la maya, la griega, la australiana y la del pueblo amazonio de kaxinawá.

Dentro de la mitología griega existen varias versiones. Tal vez la más extendida es la que cuenta que fueron perseguidas durante cinco años por el gigante Orión, que se había encaprichado de ellas. Zeus las convirtió en estrellas para librarlas del acoso del gigante cazador.

Este cúmulo estelar está formado por más de 500 estrellas y se encuentra a una distancia de más 400 años luz. Con buena vista y un buen cielo oscuro se pueden distinguir las seis más brillantes: Alcyone, Atlas, Electra, Maia, Merope y Taygeta.

Feliz observación.

miércoles, 18 de enero de 2012

ERÍDANO

La constelación de Erídano representa a un río en muchas mitologías y según a cuál acudamos Erídano puede ser el Nilo, el Eufrates, el Ródano, el Po o uno de los ríos que atravesaba el Hades.

En la mitología griega era hijo de Océano y Tetis, y cuando Hércules andaba buscando el Jardín de las Hespérides, se paró en su orilla para preguntar a las ninfas por el camino que conducía hasta aquél. 

Ovidio, en su Metamorfosis, nos deja esta referencia: Faetón, con las llamas devorándole sus rubios cabellos, rueda al abismo y recorre por los aires un largo trayecto, tal como a veces una estrella, aunque no llega a caer, puede parecer que ha caído del cielo sereno. Lejos de su patria, en el rincón opuesto del mundo, lo acoge el gigantesco Erídano y le enjuaga su tiznado rostro (Libro II, versos 319-324. Alianza, 1995).

Es una constelación difícil de identificar en una primera observación porque no posee estrellas muy brillantes.

sábado, 29 de octubre de 2011

DELFÍN

(Imagen tomada del libro Observar el cielo)


Esta bella y pequeña constelación, que puede recordar a una cometa, recoge de forma bastante clara el animal al que representa.


Según cuenta la mitología, Anfítrite, una de las divinidades marinas, perseguida por Poseidón, señor de las aguas marinas, accedió a casarse con él porque así se lo aconsejó un delfín. El dios del mar agradeció la ayuda del animal catasterizándolo, es decir, transformándolo en constelación.


En algún lugar conocen a esta constelación como el Ataúd de Job. Ignoro el motivo de este nombre.


Otra anécdota curiosa, al margen de la mitología, tiene que ver con el nombre de sus estrellas principales, llamadas Sualocin y Rotanev. Ambos nombres fueron escogidos en honor de Niccolo Cacciatore, astrónomo del siglo XIX, y cuyo nombre en latín es Nicolaus Venator.


Léelos al revés y sabrás por qué las estrellas alfa y beta de Delfín se llaman así.

domingo, 4 de septiembre de 2011

BALLENA (CETUS)

Imagen tomada de Observar el Cielo
La ballena, el monstruo marino, es el gran cetáceo que envió el dios del mar, Poseidón, para acabar con Andrómeda, pero al que Perseo dio muerte, salvando  así a la joven, con la que posteriormente se casó.

No es una constelación fácilmente reconocible porque la mayor parte de sus estrellas tienen poco brillo; sin embargo, tiene una estrella bastante curiosa, Mira Stella, la Estrella Maravillosa, tal y como la bautizó Johannes Hevelius en 1662. Se trata de una variable, lo que quiere decir que tiene cambios de luminosidad. En este caso su magnitud varia desde 3,4 (visible a simple vista) a 9,3 (sólo visible con un buen telescopio de aficionado) en tan sólo once meses. Podéis ver la colocación en el mapa.

martes, 26 de julio de 2011

CRUZ DEL SUR

(La imagen pertenece al libro Observar el cielo. David. H. Levy. Planeta. 1999)

Hasta ahora no había aparecido en este blog ninguna constelación del hemisferio sur, porque en este apartado de mitología y constelaciones me dedico básicamente a contar el mito griego que está relacionado con la constelación de la que me ocupo. Pero Grecia está situada en el hemisferio norte, por tanto, el cielo que observaron sus habitantes, y al que atribuyeron historias y leyendas, es el que pertenece a esa parte de la cúpula celeste, si bien es cierto que, por sus viajes, conocían el cielo del hemisferio sur, así como leyendas atribuidas a algunas de sus constelaciones por otros pueblos. A esto debo añadir que la mitología de la que sé algo es, precisamente, la mitología griega. Contesto así a un correo muy atento que he recibido desde Argentina. Sin embargo, como no me atrevo a hablar de lo que no sé, coloco la información correspondiente a través de los enlaces que aparecen en el párrafo siguiente.

Esta constelación es la más pequeña de las 88, pero una de las que más historias ha generado y de las más famosas, hasta el punto de figurar en las banderas de un buen puñado de países. Es la que sirve en el hemisferio sur para orientarnos, es decir, para localizar el Sur.

Para los lectores de poesía es suficientemente conocida la Oda a la Cruz del Sur, de Neruda. Menos lo es ese poema-tango La Cruz del Sur, de Cortázar, lleno de nostalgia sureña, y musicado por Edgar Cantón:

Vos ves la Cruz del Sur
y respirás el verano con su olor a duraznos
y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso
por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires.

Extraño la Cruz del Sur
cuando la sed me hace alzar la cabeza
para beber tu vino negro, rnedianoche.
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones
donde el perfumo de la yerba
tiemble en la piel del aire.

Extraño tu voz,
tu caminar conmigo por la ciudad.
Comprender que eso está siempre allá
como un bolsillo donde a cada rato
la mano busca una moneda, el peine, llaves,
la mano infatigable de una oscura memoria
que recuenta sus muertos.

La Cruz del Sur, el mate amargo
y las voces de amigos
usándose con otros.
Me duele un tiempo amargo
Ileno de perros y desgracia
la agazapada convicción de que volver es vano.

Comprender que un mar es más que un mar,
que la muerte se viste de distancia
para llegar de a poco, lenta, interminable,
como una melodía que se resuelve al fin
en humo de silencio.
Extraño ese callejón
que se perdía en el campo y el cielo
con sauces y caballos y algo como un sueño.
Y me duelen los nombres de que cada cosa
que hoy me falta,
como me duele estar tan lejos
de tu caricias y de tus labios.

Extraño tu voz
tu caminar
conmigo por la ciudad. 



(Internet tiene estas cosas, sirve para poner en contacto personas muy alejadas físicamente. Espero que tu curiosidad quede medianamente satisfecha).

jueves, 21 de julio de 2011

HIDRA

(Imagen tomada del programa Cartes du Ciel)

El segundo trabajo que Euristeo impuso a Hércules consistió en que diera muerte a la hidra de Lerna, un temible monstruo de varias cabezas. Para poder realizar este trabajo el héroe contó con la ayuda de Atenea, quien le indicó dónde estaba la guarida del monstruo y le aconsejó que para oblirgarle a salir de su guarida le arrojara flechas ardientes. Hércules golpeaba con su clava las cabezas de la hidra, pero en cuanto una quedaba aplastada, surgían dos o tres en su lugar.

Para colmo de males, un enorme cangrejo acudió en ayuda del monstruo y mordíó al héroe en el pie. Éste, después de aplastarlo, pidió ayuda a Yolao para poder acabar con la hidra. Yolao hizo fuego en el borde de un bosque y entregaba a su primo las ramas encendidas con las que Hércules cauterizaba las cabezas recién aplastadas, así conseguía que no le brotaran más. Por último, con una espada de oro cortó la última cabeza, la cabeza inmortal de la hidra y la enterró baja una enorme roca, dando muerte definitiva al horrendo monstruo.

Euristeo se negó a reconocer el trabajo de Hércules, porque decía que lo había realizado con la ayuda de Yolao.

Al margen de la mitología, es interesante observar con un pequeño telescopio la galaxia M83, una galaxia espiral por debajo de la cola de la hidra (ver mapa).

sábado, 25 de junio de 2011

TRIÁNGULO

(He tomado la imagen del libro Observar el cielo)


Esta pequeña constelación tiene asociados distintos elementos, según el autor al que leamos. De entre los que he localizado están éstos: que representa el trípode de la Pitia de Delfos; que se trata del delta del río Nilo, río sagarado y personificado como dios en la antigüedad; o, incluso, que es la letra griega delta (Δ δ), primera letra con que se escribe la palabra dios (Διός), en referencia a Zeus.

Cerca de la estrella alfa se encuentra la Galaxia del Molinillo (M33), que puede verse a simple vista, pero es mejor observarla con prismáticos para poder apreciar su brillo un tanto difuso.

domingo, 29 de mayo de 2011

CUERVO Y COPA (CRÁTERA)

(Imagen tomada de Observar el cielo. David. H. Levy. Planeta, 1999)

Es difícil decir exactamente cuál es la historia que se encuentra detrás de estas constelaciones. Las versiones son diferentes y no siempre claras. Os dejo la más extendida y coherente de ellas.

Un día Apolo mandó a un cuervo que le trajera agua en una copa. Cuando el cuervo llegó a la fuente, vio un higo casi maduro en una higuera próxima. Decidió esperar a que madurara para comérselo y, para justificar su retraso, llevó al dios el agua que le había solicitado más una culebra entre sus garras. Esa era la escusa de su tardanza: había tenido que enfrentarse a la serpiente y por eso había tardado tanto. Apolo, que todo lo sabía pues tenía el don de la clarividencia, muy enfadado por la mentira, mandó al cuervo, a la copa y a la serpiente al cielo. Así pues, no figuran como recompensa por alguna acción noble o digna de ser recordada, sino como muestra de castigo.

Hay que tener un cielo muy oscuro y un poco de paciencia para poder localizar las estrellas principales que componen estas constelaciones, porque están formadas por estrellas bastante débiles. En cualquier caso, si disponemos de un telescopio, merece la pena rebuscar en el espacio intermedio (ver en el mapa 4038) para poder ver la famosa galaxia del sombrero, una de las más bellas formaciones que podemos localizar:

sábado, 30 de abril de 2011

CABELLERA DE BERENICE

La historia que hace referencia a esta constelación tiene algo de post- y de culturalista, pues no nace de forma natural, no surge en el crisol de las leyendas transmitidas de una generación a otra, ni alude a dioses, héroes u otros seres mitológicos. Tiene que ver con personas reales y es creación de un astrónomo.


Berenice de Cirene se casó con Ptolomeo III, tercer faraón de la Dinastía Ptolemaica (estamos, por tanto, en la época helenística). Cuando el faraón partió a conquistar Siria, Berenice ofreció su cabellera a la diosa Afrodita para que esta cuidara de su marido. (Otra versión dice que la ofreció como agradecimiento por su regreso victorioso). La cuestión es que esa cabellera desapareció del templo donde había sido guardada y el enfado del faraón fue monumental, hasta tal punto que hubiera mandado ejecutar a los sacerdotes responsables del templo de Afrodita, si no hubiera sido por la intervención imaginativa de Conón de Samos, quien se apresuró a explicar que había sido recogida por la mismísima diosa y colocada entre las constelaciones de Leo, Virgo y Boyero.


La constelación está formada por estrellas de poco brillo y es difícil de ver si el cielo no está muy limpio; sin embargo, próxima a la estrella gamma, con un telescopio de aficionado, puede verse la galaxia Ojo Negro (M 64), y junto a la estrella alfa, un bonito cúmulo de estrellas, M 53.

domingo, 20 de febrero de 2011

CORONA BOREAL

(Imagen tomada de: http://www.elcielodelmes.com/)

Esta constelación, una de las más pequeñas, del Hemisferio Norte, tiene que ver con la historia de Teseo, el Minotauro y, lógicamente, con la de Ariadna.


Cuando Teseo dio muerte al Minotauro y logró salir del laberinto, dio por terminada la hazaña que lo había conducido hasta Creta, y embarcó de vuelta hacia Atenas junto con Ariadna, la hija del rey Minos, que se había enamorado del héroe ateniense. Teseo y su tripulación pararon para repostar en la isla de Naxos. En ella dejó abandonada a la princesa cretense. Ariadna se sintió humillada y, profundamente triste, no quiso saber nada más de los hombres.


Tiempo después pasó por allí Dioniso con su séquito. Al ver a la muchacha, quedó enamorado de ella y, poco después, se casaron. Producto de esta relación tuvieron cuatro hijos: Toante, Estáfilo, Enopión y Pepareto. Cuando Ariadna murió, lanzó al cielo la diadema que le había regalado el día de la boda, y se convirtió en la constelación que hoy conocemos.


Tiziano nos contó así el momento del encuentro entre Ariadna y Dioniso:
(La imagen ha sido tomada de este blog: http://traumwerk.stanford.edu/philolog/)

jueves, 20 de enero de 2011

ORIÓN

(Imagen tomada del libro Observar el cielo, de David H. Levy, Planeta, 1999)


Esta es una de las más hermosas constelaciones que podemos ver en el cielo nocturno durante los inviernos del hemisferio norte. Es muy conocida gracias a las tres estrellas que forman el cinturón de Orión (Alnitak, Alnilam y Mintaka).


Según la mitología griega, Orión era un hermoso gigante (en algunas leyendas se dice, incluso, que era el más hermoso de los mortales), hijo de Poseidón y Euríale. Su padre, dios del mar, le había dado el don de poder caminar sobre las aguas.


En una de sus aventuras conoció a Mérope, a quien intentó violar, pero el padre de la joven emborrachó al gigante y lo dejó ciego. Orión, entonces, fue a la fragua de Hefesto en busca de ayuda y el dios del fuego y la metalurgia le ofreció a Cedalión para que pudiera encontrar la morada del sol, donde podría recuperar la vista, como así ocurrió.


En otra ocasión se enamoró de las pléyades, hijas de Atlas y ninfas del séquito de Artemisa, la diosa de la caza. Orión las persiguió y las jóvenes rogaron la ayuda de los dioses. Zeus, para impedir que fueran atrapadas por el gigante, las transformó primero en palomas y luego en el grupo estelar que pertenece a la constelación de Tauro. Aunque las pléyades eran siete, sólo vemos seis a simple vista porque, según dice la leyenda, Electra abandonó su lugar para no ver la destrucción de Troya, ciudad que había fundado su hijo Dárdano. Este hecho afectó de tal manera a las hermanas que desde entonces brillan con menor intensidad.


Sobre la muerte de Orión hay varias versiones. La más extendida cuenta que el gigante, excelente cazador, andaba diciendo que iba a dar muerte a todos los animales salvajes que poblaban la tierra. Gea, enfurecida, le envió un escorpión que le perseguía sin cesar. Para huir de él se introdujo en el mar y cuando estaba muy lejos de la costa, Apolo desafió a su hermana Artemisa diciéndola que no acertaría con una de sus flechas aquello que se veía en la lejanía y que era el perverso Candaón, quien había seducido a una de las doncellas de su séquito. La diosa cazadora no falló el disparo y cuando fue a recoger su presa, se dio cuenta de que era Orión a quien había dado muerte. Entonces colocó su imagen entre las estrellas.


En esta constelación se encuentran las nebulosas Cabeza de Caballo y La Gran Nebulosa o Nebulosa de Orión.

jueves, 6 de enero de 2011

AURIGA

(La imagen ha sido tomada del Atlas del Universo, Libros Cúpula, 2006)

La constelación de Auriga representa a Mirtilo, el cochero del rey Enómao a quien traiciona.


Enómao tenía una hija, Hipodamía, de gran belleza y rodeada siempre de pretendientes. El rey los desafiaba a una carrera de carros en la que siempre ganaba y los pretendientes perdían la vida. Así hasta que se presentó Pélope e Hipodamía se enamoró de él. En esta situación, y para no correr la misma suerte que los anteriores pretendientes, bien uno, bien la otra (según versiones), piden ayuda al cochero real, prometiéndole, si ganara Pélope, una noche con la hija del rey. Mirtilo sustituyó los clavos de hierro del carro real por unos de cera y Enómao muere durante la carrera. Sin embargo, la promesa realizada no se cumple y Mirtilo intenta violar a Hipodamía. Pélope le da muerte, arrojándole al mar. Hermes, de quien era hijo, lo transforma en la constelación que hoy conocemos. Pélope, en cambio, es el héroe epónimo del Peloponeso y el que instituye los Juegos Olímpicos (precisamente como juegos fúnebres en honor de Enómao).


La estrella más brillante de la constelación, Capella, se encuentra muy cerca de nosotros, a 45 años luz de la Tierra. En realidad se trata de un sistema múltiple formada por cuatro estrellas, dos binarias mayores que el Sol y otras dos enanas rojas. Capella, la estrella cabra, representa a Amaltea, la cabra que amamantó a Zeus.



jueves, 9 de diciembre de 2010

HÉRCULES

(Imagen tomada de Atlas del Universo, Libros cúpula,  2006. Por cierto, puede ser otro de esos libros para regalar.)


La verdad es que me daba pereza meterme a explicar la historia de Hércules, porque tiene mucho que contar, pero aprovechando que vienen fechas navideñas y que os dejo la conexión con su vida y milagros sobre su nombre, me he animado a subrayar simplemente un par de cositas.


La primera de ellas es que Hércules es la versión greco-romana del héroe mesopotámico por excelencia, Gilgamés, protagonista mítico de la primera epopeya de la historia. El texto fue escrito en torno al año 1100 a.C., pero la leyenda es bastante anterior.


La segunda -y esta es la que tiene una vinculación directa con las navidades cristinas-, yendo de mito en mito, es la que nos lleva a Jesucristo, pues éste recoge aspectos sustanciales de la historia de Hércules. En primer lugar, el nacimiento: hijo de un dios (Dios/Zeus) y una mortal (María/Alcmena), cuyo padre mortal no se ha enterado del asunto (José/Anfitrión); en el mismo relato de cómo son engendrados hay más de una coincidencia. En segundo lugar, los trabajos/milagros a que son sometidos ambos para llevar el bien a sus coetáneos o purificar males anteriores; algunos de esos trabajos mantienen un paralelismo casi exacto. Por último, la muerte en sacrificio de ambos, no privándose de un sufrimiento heroico ninguno de los dos, y su posterior elevación a los cielos.


Para ir más allá de wikipedia, una lectura muy recomendable es la de Los mitos griegos, de R. Graves. Las más de cien páginas que dedica al esclarecimiento de este superhéroe resultan apasionates. Lástima que su constelación no tenga estrellas más luminosas, aunque en la línea imaginaria que une las estrellas eta y zeta (las  del lado derecho de la faldilla) se puede apreciar el hermoso cúmulo estelar M13. En noches muy oscuras, y lejos de la contaminación lumínica, es visible a simple vista como una ligera mancha lechosa.

jueves, 18 de noviembre de 2010

BOYERO

Boyero
(Imagen tomada del libro Observar el cielo, de David H. Levy, Planeta, 1999)


Según una leyenda Boyero, el que conduce los bueyes, era Filomelo, el hijo de Deméter y Yasonte, el primer agricultor e inventor del arado. Según otra era Árcade, hijo de Calisto y nieto de Licaón.


Licaón era un personaje impío y cruel. Así, Zeus, queriendo comprobar esa impiedad, se disfrazó de mendigo y acudió a su palacio. Licaón sospechó que el mendigo no era tal, sino un dios disfrazado y, para ponerlo a prueba, hizo que prepararan por comida la carne de su propio nieto. Zeus descubrió el engañó, reconstruyó al niño y castigó al abuelo convirtiéndolo en lobo (de Licaón nos viene la palabra licántropo). Más tarde, cuando el niño era un joven cazador, se encontró con su madre, a quien Hera había convertido en osa, y estuvo a punto de matarla, si no hubiera sido por la intervención, nuevamente, de Zeus.

domingo, 24 de octubre de 2010

FLECHA/SAGITTA


(Imagen tomada de Observar el cielo. Planeta, 1999)

Esta pequeña pero bien reconocible constelación, tiene, efectivamente, la forma de una flecha. Ya los antiguos persas, griegos y romanos la identificaron, como no podía ser de otra manera, con una saeta. Lo que no queda muy claro es a cual de todas ellas hace referencia. En algunos textos aparece como la flecha con que Apolo dio muerte a los Cíclopes; en otros, como las flechas de Hércules, con las que mató a los terribles pájaros de la laguna de Estinfalia en su sexto trabajo; por último, otros autores dicen que representa las flechas de Cupido. Podéis quedaros con la que más os guste.

Tal y como se puede apreciar en el dibujo, entre las dos estrellas del centro se encuentra M71, cúmulo de estrellas que merece la pena ser observado con un pequeño telescopio.

domingo, 3 de octubre de 2010

LIRA

(Imagen procedente de Atlas del Universo, de M. A. Garlick y W. Tirion )

Esta pequeña constelación representa la lira que construyó Hermes, que éste regaló a Apolo y, más tarde, Apolo obsequió a Orfeo. Para construirla, Hermes había vaciado una tortuga y, luego, sobre el caparazón vacío, había colocado siete cuerdas. Orfeo le añadió otras dos.

Orfeo, el mejor músico que jamás haya existido, tocaba tan bien la lira que la naturaleza entera se detenía a escucharla. Todo quedaba en pausaba, atento a los sones del músico. Más tarde Orfeo conoció a Eurídice y se casó con ella, pero poco tiempo pudieron disfrutar del amor porque un día que paseaba por el bosque Eurídice se encontró con Aristeo. Éste, encaprichado con ella quiso forzarla. Eurídice huyó, mas en la carrera tuvo la desgracia de pisar un víbora que se revolvió y la pico en el tobillo. Poco después murió. 

Orfeo acudió al Hades en su busca. Allí logró convencer a Perséfone y al propio Hades de que la devolvieran a la vida, eso sí, con la condición de que no mirara hacia atrás hasta que saliera del Infierno. Sin embargo, Orfeo, no pudiendo aguantar la curiosidad, y cuando faltaba poco para salir, se volvió hacia atrás y, en ese instante, perdió a Eurídice para siempre.

Cuando murió Orfeo, las Musas pidieron a Zeus que colocara su lira en el cielo. 

viernes, 17 de septiembre de 2010

ÁGUILA

Esta constelación representa el águila de Zeus. Ésta fue la que raptó al bello Ganimedes, troyano considerado el más bello de los mortales. Zeus se enamoró de él y se lo llevó al Olimpo para que hiciera de copero de los dioses. Según unas versiones fue Zeus mismo quien lo raptó transformado en águila; según otras, fue el águila del dios la que se lo llevó al Olimpo.


Aquí se encuentra la estrella Altair. El nombre procede de la expresión árabe Al Nasr al Tair (el águila que vuela) con la que designaban a la constelación entera.


Altair se encuentra a sólo 17 años luz de nosotros y gira sobre sí misma a la increíble velocidad de 258 km por segundo. Es bastante más grande que el Sol y ocupa el puesto duodécimo en la lista de estrellas más brillantes del cielo.

lunes, 23 de agosto de 2010

CISNE

La estrella más brillante de esta constelación es Deneb, que junto con Vega (en Lira) y Altair (en Águila) forman el triángulo de verano. Está atravesada de cola a cabeza por la Vía Láctea, por lo que en el espacio que ocupa se encuentran numerosos objetos dignos de observación durante las limpias noches de verano. Pero vayamos con el mito:


Desde los más remotos tiempos se ha visto en esta constelación un ave. Si nos vamos a la antigua Grecia, una leyenda identifica el cisne con Orfeo y así podría estar siempre junto a su lira. Sin embargo, la leyenda más extendida es la que se refiere a Zeus y a Leda, la hermosa mujer de Tindáreo.


Cuando Zeus se encaprichó de la diosa Némesis, la persiguió por aire, mar y tierra, transformándose ambos en animales que pudieran surcar rápidamente los distintos elementos. En el aire, Némesis se convirtió en ganso y Zeus en cisne, la dio alcance y, después de cubrirla, la diosa/ganso puso un huevo que entregó a Leda y del que más tarde nacería Helena de Troya.


Pero la versión más divulgada es la que cuenta que fue Zeus el que se unió a Leda, reina de Esparta, y que ésta puso luego un huevo del que nacieron Helena, Cástor y Pólux. Dentro de esta misma versión existe la variante que cuenta que como esa misma noche se había acostado con su esposo, sólo Helena era hija de Zeus, mientras que Cástor y Pólux eran hijos de Tindáreo. Las variables, según quien recoja la leyenda, son numerosas, sobre todo si tenemos en cuenta que también Clitemnestra forma parte de la incubación. Cosas de dioses y de huevos.

Para terminar, el soneto de W. B. Yeats:


LEDA Y EL CISNE

Una ráfaga súbita: las magnas alas desplegadas
sobre la doncella vacilante, los muslos acariciados
por las negras palmas, en el cuello el pico preso;
indefensa y sujeta pecho contra pecho.

¿Cómo pueden esos frágiles dedos aterrados
defender los mansos muslos de la gloria alada?
Y ante ese blanco torrente, un cuerpo así tendido,
¿qué hace salvo sentir el palpitar desconocido?

Un espasmo en la entrepierna concibe
el muro caído, el techo y la torre ardiendo,
a Agamenón y su muerte.
                                  Tan impotente,
tan rendida ante el brutal hijo del aire,
¿unió ella al recibirlos el saber y el poder
antes de que el indiferente pico la dejara caer?

(La traducción es de Gustavo Negrín)