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viernes, 25 de julio de 2025

ALGUNOS JUGUETES...




Poemas con juguete nació del azar, de la relación entre una muñeca y las palabras. Luego llegaron más muñecas y comenzaron a hilvanar una historia entre ellas. Sus palabras fueron adquiriendo cada vez mayor importancia. Surgieron opiniones, hicieron patentes sus miedos y sus deseos. Trabaron relación unas con otras y con el momento y el lugar en que habían aparecido. A esa pequeña tribu se sumaron otros juguetes, incluso imágenes llegadas de fuera que deseaban participar en el creciente diálogo. En algunos momentos, quisieron implicar al autor, le interpelaron e hicieron del mundo que habitamos su lugar donde estar y su tema de reflexión. Al fin y al cabo, ya estaban en él y les pertenecía tanto como a nosotros. 

Poemas con juguete, como cualquier poema, tiene su origen en el corazón humano y al corazón se dirige. Ha crecido al amparo de unos pequeños seres sin importancia y, como casi todas las cosas sin importancia que nos rodean, quiere expresar algunas ideas desde su punto de vista a ras de suelo y mano tendida, por si a alguien le sirven de alivio o de entretenimiento.

Ochogiro. Ella fue la primera.

Hikari

Caballito

Eleuterio.

Sin empalago, sin enojo.

Susto en el corredor.



Somos humanos.












***


viernes, 6 de junio de 2025

EL MERCADO DE LOS DUENDES, Christina Rossetti

Editorial
 Dentro de lo que se conoce como literatura victoriana se produjo el movimiento prerrafaelista, que no solo tuvo importancia en el ámbito de las artes plásticas, pintura preferentemente, sino también en la literatura. Algunos de sus componentes, de hecho, se movían bien en los dos terrenos, el pictórico y el literario. Es el caso de Dante Gabriel Rossetti, tal vez el representante más popular y destacado del movimiento.

En lo que es el campo de la literatura, la nómina estaría formada por los hermanos Rossetti, —Dante y Christina, hijos de un refugiado político italiano, lo que explica el apellido—, William Morris y Charles Swinburne. De los cuatro, ella será la única dotada de un temperamento auténticamente religiosoEsteban Pujals— que se manifestará claramente en buena parte de su obra, en la que podemos encontrar poemas que tienen por tema principal el amor, otros que giran en torno a la naturaleza y, por supuesto, los que son claramente de inspiración y temática religiosa.

De El mercado de los duendes la crítica académica, la no académica y la enloquecida —disculpadme el exabrupto— ha dicho muchas cosas. Su carácter alegórico, es cierto, puede dar pie a excentricidades varias como interpretaciones, atención, marxistas, feministas, feministas lésbicas, queer, lésbico-incestuosas, imaginistas, eróticas, mercantilistas y hasta vampíricas. La imaginación al poder.

Una parte de la crítica lo catalogó en su momento como infantil. Sobre esto ironizaba con mucho humor Harold Bloom en Poemas y poetas: En cierto sentido, es una poesía para niños, aunque ciertamente han de ser niños de todas las edades extremadamente inteligentes.

Juzgad por vuestra cuenta:


***


domingo, 13 de abril de 2025

DESDE UN LEJANO LUGAR, Hōzan Yamamoto


Descubrí a Hōzan Yamamoto (1937-2014) y su Desde un lejano lugar gracias al programa de radio Atriles entre los árboles, de Mercedes Menchero. Por desgracia, no he encontrado ningún vídeo en el que aparezca recogida esta pieza musical, por lo que he tenido que recurrir a un audio.

Después de oír el programa de radio, he estado escuchando más creaciones del músico japonés, sobre todo en Spotify. Él era un especialista del shakuhachi, una flauta tradicional de caña, que era la que utilizaban los monjes de uno de los muchos grupos practicantes del budismo zen.

Dejaos llevar por esta sugestiva y acariciadora música. 

Los intérpretes son:

Hōzan Yamamotoshakuhachi.
Masakazu Yoshizawapercusión.

Que la música os sea favorable.

***


martes, 1 de abril de 2025

CELEBRACIÓN DEL DÍA MUNDIAL DEL ARTE

Aquí
 
Hay formas distintas de comprender y explicar lo que existe. La intuición artística y su manifestación arrojan una mirada poderosa sobre lo que somos y nos rodea. Unas veces estamos dentro, otras veces estamos fuera; pero seguimos mirando, interpretando y aprendiendo.




Recital poético-musical con proyección de imágenes para celebrar el arte a través de un breve pero intenso recorrido por su historia. Un tributo de admiración y una tentativa de comprensión.


Guitarra: David Rodríguez
Recitado: Jesús Rodríguez


Estas son algunas de la obras que formarán parte del programa:

Bisontes de Altamira. 

Leona herida

Mujer con tablillas de cera y stylus 

Moais de la isla de Pascua

David

La muchacha de la perla

Paseo a la orilla del mar

Teatro de marionetas

Lo profundo es el aire


***


lunes, 10 de febrero de 2025

MALLARMÉ


Además de las entradas dedicadas al poeta francés o en las que hay algunas referencias a él, dejo aquí la grabación del apartado que le dedicaron en esta Historia de la literatura francesa (descargable por capítulos), redactado por Alain Verjat Massmann, que Cátedra editó en 1994, más un enlace a un comentario sobre su obra en la convicción (eso espero) de que puede ayudar a facilitar el acercamiento a la obra poética.


Y uno de sus más antologados sonetos: 

LA TUMBA DE EDGAR POE
 
Tal cual la Eternidad lo transforma en Sí mismo,
el poeta provoca con acero desnudo
a su siglo espantado de no haber conocido
que la muerte triunfaba en su voz tan extraña.

Con un vil sobresalto de hidra oyeron al ángel
dar más puro sentido al verbo de la tribu
proclamando muy alto bebido al sortilegio
en la onda sin honor de algún negro brebaje.

Si al cielo y a las nubes hostiles ¡oh amargura!
nuestra mente no esculpe duro bajorrelieve
donde se orne de Poe la tumba deslumbrante,

calmo bloque caído de algún desastre oscuro,
que siempre este granito interrumpa los negros
vuelos que la Blasfemia esparza en lo futuro.


Traducción: Pedro Provencio.

Y un título de Pilar Gómez Bedate que aglutina la biografía, el ensayo sobre la obra y la antología (bilingüe) de los poemas esenciales:

lunes, 27 de enero de 2025

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

 

Esta es la cubierta de la tirada de 500 ejemplares que encargó Rimbaud, la primera y la única que se hizo en vida del poeta. De aquellos ejemplares solamente recogió una docena, los demás quedaron almacenados en la imprenta hasta que pudiera pasar a pagarlos. Nunca llegó a ocurrir eso. Su hermana Isabelle hizo correr el bulo de que él, Arthur, los había quemado. En 1901 un bibliófilo los encontró en los almacenes de la imprenta.

Verlaine, que fue uno de los que recibió un ejemplar, dejó escrito que era una prodigiosa autobiografía psicológica, escrita en esta prosa de diamantes que es propiedad exclusiva de su autor  ("Les hommes d'aujourd'hui", Œuvres en prose complètes, Gallimard, La Pléiade, 1972, p. 802).


***


lunes, 23 de diciembre de 2024

DESDE MI VENTANA, Pétalos de camelia

Los pétalos caídos se hacen solidarios con el agua que corre.


Mientras que el hombre es una mota en el universo pensante, las hojas —el helecho y las agujas del pino y la frondosa palma y la cinta del sargazo— perciben la luz de una forma esencial y constructiva. Las flores que miran mi ventana desde el jardín cercado ciertamente no me ven, pero sus hojas ven la luz de un modo que mis ojos son incapaces de captar. La toman, cuando se expande radiante en el espacio como una disipación dorada, con una finalidad primordial. Aferran su energía estelar y con esa fuerza crean la vida de los elementos. Respiran en el polvo, y es una rosa.
DONALD   CULROSS   PEATTIE. Flowering Earth.


PÉTALOS DE CAMELIA
Ahí están:
caídos,
a la espera 
de ser pisados
volteados,
esparcidos,
disueltos.

No son nada,
tan sólo pétalos
abatidos
por el viento,

luz,
color,
belleza que se ofrece,

regalo que el día deja
a nuestros pies
para ver si somos
capaces de igualarlo.



***

miércoles, 27 de noviembre de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (E. A. Poe)

Editorial
#unlibrounpoema

Edgar Allan Poe no necesita presentación, es un autor tan conocido que hasta un fragmento de este poema que hoy reproduzco aquí apareció en algún capítulo de Los Simpson.

La traducción es, como podéis ver en la cubierta, la que realizó Julio Cortázar, que es la que más me sigue gustando de cuantas conozco.

EL CUERVO

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
Las palabras pronuncio, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!



***


martes, 20 de agosto de 2024

EL FECUNDO RUMOR DE LAS MIRADAS revisado y corregido

              #elfecundorumordelasmiradas

El fecundo rumor de las miradas (formato kindle).

El fecundo rumor de las miradas (tapa blanda).

El fecundo rumor de las miradas (tapa dura).

 Debería haberlo hecho antes, pero no lo he hecho y pido disculpas por ello. Lamento que alguien haya comprado el libro antes y se haya encontrado con algunas erratas. El caso es que como voy a ofrecer un recital el domingo, he cogido el ejemplar que tengo y me he puesto a buscar erratas de todo tipo. Creo que en este momento está completamente limpio de errores. Como lo subí ayer mismo a Amazon, si alguien desea hacerse con él es conveniente que espere hasta el jueves para asegurar que ya ha sido cambiado todo el texto. Por cierto, la paginación (he colocado los números de las páginas solamente en las impares) aparece ya en los dos formatos, en el de tapa dura y en el de tapa blanda.

Mientras tanto, si queréis ir oyendo alguno de ellos, dejo aquí unos cuantos audios de los que tengo grabados —podéis oír todos en el episodio de ivoox que tiene el mismo nombre que el poemario—:


 ***


miércoles, 7 de agosto de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (La canción desesperada)

En 2012 dediqué una entrada al título más popular de cuantos escribió el poeta chileno. En ella decía lo siguiente: Pablo Neruda, cuando apenas contaba 19 años de edad, escribió el libro de poemas más vendido de la literatura escrita en castellano, más de dos millones de ejemplares. De él se han hecho todo tipo de impresiones y hay pocas editoriales dedicadas a la poesía que no lo hayan tenido alguna vez en su catálogo. Ha sido grabado, musicado, cantado, aplaudido y también denostado. Y sigue vivo. En internet podéis encontrar fácilmente todos los poemas que lo componen, tanto para ser leídos como escuchados. Yo os dejo mi interpretación. Espero que os guste o, al menos, que no os disguste.

Hace años que desapareció el almacén donde había alojado la grabación y con él todos los audios que yo había dejado allí. Este año 2024 es el centenario de la publicación de tan emblemático título. Impulsado por ese aniversario, he decidido emprender de nuevo la grabación, pero la técnica no se ha puesto de mi parte. Después de múltiples problemas y para que en la sección de hoy, Un libro, un poema, pudiera aparecer alguno de tan histórico título, aquí está "La canción desesperada" recogida en audio.
  

***


jueves, 16 de mayo de 2024

EL CUERVO, Edgar Allan Poe

 

Aunque la edición que yo tengo de la poesía de Poe es la de Cátedra —edición que recomiendo vivamente porque además de ser una edición bilingüe y tener una buena traducción, cuenta con un trabajo introductorio sobresaliente, una proliferación de notas verdaderamente notable e incluye el famoso texto Filosofía de la composición, que viene a ser algo así como el texto teórico de Poe en el que explica cuál fue el origen de este célebre poema suyo, así como las líneas principales de su poética—, he preferido la traducción de Julio Cortázar para realizar la grabación, y que dejo bajo estas líneas. 

Editorial

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”


¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”


Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.


Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.


Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!


De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.


Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”


Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
Las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”


Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”


Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”


En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!


Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

***