puentes, puentes,
puentes.
Si algún día pudiera transformarme en algo,
no sé,
en una cosa
—ya sea nube, sueño, cinta de pelo o piedra del camino—,
como piden los niños
cuando sienten la amenaza de lo real cotidiano,
a mí
me gustaría ser puente,
lugar de tránsito,
abrazo entre dos orillas,
invitación que acerca y comunica,
encuentro,
camino que lleva al otro lado,
soporte y lámina que se extiende entre dos brillos,
ruta entre el azul del agua
y el más leve azul del aire,
convocatoria al descubrimiento,
nexo entre todo cuanto espera nuestra llegada,
vínculo de territorios.
No sé,
digo,
es un decir,
si alguna vez pudiera transformarme en algo,
tal vez para huir de mis propios defectos,
acaso para expiar mis culpas,
a mí me gustaría
ser puente
y quedar tendido
humanamente.