viernes, 31 de mayo de 2024

EL CIELO NOCTURNO, JUNIO 2024

Aurora boreal captada en Guipúzcoa el 10 de mayo. Fotografía de David Anguiano.
Tal vez, el próximo 6 de junio podría volver a verse.

PLANETAS: Mercurio, con suerte, podrá verse los últimos días de junio tras la puesta de sol en el horizonte O. Venus camina más cerca del Sol incluso que Mercurio por lo que su visión es imposible este mes. Marte es visible al alba, comienza el mes apareciendo sobre el horizonte E sobre las 04:30 y va adelantando su salida para hacerlo sobre las 03:20 el 30 de junio (hora peninsular española).

2 de junio, 04:30. Fuente: Stellarium web.

Júpiter tampoco vamos a poder verlo hasta mediados de mes, cuando se haya separado un poco más del Sol; entonces será visible al al amanecer sobre el horizonte E., poco antes de las 05.00. Saturno, al comenzar el mes, se levanta sobre el E bien pasadas las 03:00 y el 30 de junio aparecerá una hora y media antes.

LUNA: 6 de junio, luna nueva; 22 de junio, luna llena.

LLUVIA DE ESTRELLAS: 7 de junio, máxima actividad de las Ariétidas; 27 de junio, máxima actividad de las Boötidas

SOLSTICIO: 20 de junio. Comienza el verano en el hemisferio norte y el invierno en el hemisferio sur.

SATÉLITES ARTIFICIALES: Para saber dónde y cuándo mirar, consultad aquí.


Feliz observación y no olvidéis pedir a vuestro ayuntamiento que rebaje la contaminación lumínica.

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jueves, 30 de mayo de 2024

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 14


LUCES DE ATARDECER
Con la misma suavidad con que los días se nos van marchando al caer la tarde, también se nos va mayo en su lento caminar hacia junio y, como regalo de despedida, al borde mismo del Cantábrico, nos ha ido dejando unas cuantas hermosas y crepusculares luces para adornar la ciudad y el horizonte. 
 







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miércoles, 29 de mayo de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Vladimir Mayakovski)


#unlibrounpoema


Cuenta en el estudio previo Jesús García Gabaldón (editor y traductor) que el título de la primera de las obras que traduce tuvo su origen en una anécdota que le ocurrió al poeta en un viaje en tren. Una joven sentada frente a él se mostró inquieta y temerosa por la presencia de Maiakovski. Tal vez pensaba que podría sobrepasarse a la entrada de un túnel o cualquier otro momento de oscuridad. El caso es que el poeta intentó tranquilizarla con estas palabras:No se preocupe, señorita, soy una nube en pantalones. No sabemos si la joven se tranquilizó o no, lo cierto es que el monodrama/soliloquio/poema dramático que hoy conocemos como Nube en pantalones lo leyó una noche de julio de 1915 en casa de Lili y Ósip Brik, a quienes conoció aquella misma noche. La pareja quedó encantada. Desde entonces los tres pasarían a tener una gran amistad. Ella, de hecho, fue su amante durante un tiempo y a ella están dedicados los dos títulos recogidos en esta edición. De cada uno de ellos recojo el poema inicial, es decir, los que llevan por título "Prólogo". El primero está escrito todo él en mayúsculas.

Prólogo a Nube en pantalones:


A VUESTRA MENTE QUE SUEÑA EN UN CEREBRO MOLIDO

COMO UN OBESO LACAYO EN UN MUGRIENTO SOFÁ

IRRITARÉ CON LOS DESPOJOS DE UN CORAZÓN SANGRIENTO

BURLÁNDOME HASTA LA SACIEDAD DESCARADO Y MORDAZ.



MI ALMA NO TIENE CANAS

NI TERNURA SENIL

HAGO RETUMBAR EL MUNDO CON LA POTENCIA DE MI VOZ

Y AVANZO BELLO CON VEINTIDÓS AÑOS.


¡TIERNOS! VOSOTROS ACOSTÁIS EL AMOR SOBRE VIOLINES

SOBRE TIMBALES ACUESTA EL AMOR EL VULGO

NO PODÉIS DESPELLEJAROS COMO YO

Y SER TODO LABIOS.


VENID A INSTRUIROS DESDE EL SALÓN VESTIDA DE BATISTA

LA CELOSA FUNCIONARIA DE LA LIGA ANGÉLICA

Y LA QUE TRANQUILAMENTE HOJEA LOS LABIOS

COMO LA COCINERA LAS PÁGINAS DE UN LIBRO DE COCINA.


SI QUIEREN ME PONDRÉ FRENÉTICO DE CARNE

VARIANDO DE TONO COMO EL CIELO

SI QUIEREN SERÉ IMPECABLEMENTE TIERNO

NO HOMBRE SINO NUBE EN PANTALONES.


NO CREO QUE EXISTA UNA NIZA FLORIDA

DE NUEVO ALABO

A LOS HOMBRES ABANDONADOS COMO UN HOSPITAL

Y A LAS MUJERES GASTADAS COMO UN REFRÁN.


Prólogo a Flauta vertebral: 


Por todas vosotras

que me gustasteis o me gustáis

guardadas como iconos en la cueva del alma

como copa de vino en un brindis

alzaré mi cráneo lleno de versos



Cada vez pienso más

si sería mejor poner

un punto de bala a mi final

Hoy yo

por si acaso,

doy un concierto de despedida



¡Memoria!

Reúne en la sala del cerebro

a las infinitas filas de mis amores

De ojo en ojo derrama la risa

Viste la noche de pasadas nupcias



De un cuerpo a otro derramad la alegría

Que nadie olvide esta noche

Hoy tocaré la flauta

de mi propia columna vertebral.



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martes, 28 de mayo de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 12

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).


Tras preguntarse qué significan los ideales ascéticos para el artista y para el filósofo, pasa Nietzsche en la que va a ser la parte más larga –y tal vez la más sobresaliente– del tercer tratado de su Genealogía de la moral, las secciones 11-22, a ocuparse del sacerdote, de los sacerdotes, que han sido los creadores y administradores del ideal ascético, ideal que han convertido en cultura. Así, por mucho que los sacerdotes en sentido estricto hayan pasado a desempeñar un papel secundario en nuestro mundo actual, pervive en él, sin embargo, en la cultura europea, cristiana, una cultura modelada a lo largo de siglos de preponderancia sacerdotal, el sentido que estos le dieron.

Hablo de los tiempos de Nietzsche, pero, como tendremos ocasión de ver, también de los nuestros. Fenómenos que pueden parecernos de pujante actualidad, nos los encontraremos retratados por Nietzsche casi al pie de la letra.


El sacerdote ascético es el verdadero representante de la seriedad, comienza Nietzsche. La seriedad tiene que ver con el valor que dan a esta vida, poniéndola «en relación con una existencia totalmente distinta, de la que resulta contraria y excluyente, a no ser que se vuelva contra sí misma, que se niegue a sí misma; en este caso, el de una vida ascética, se considerará la vida como un puente que lleva a esa otra existencia distinta».

Esta vida es devenir y transitoriedad; la otra, ser y estabilidad eterna. Y aunque la otra sea solo imaginada, tiene, sin embargo, un poder tan extraordinario sobre esta que hace que esta se devalúe y se niegue a sí misma, convirtiendo el ser imaginado en aquello que se debe alcanzar por medio de una actividad incesante orientada por el ideal ascético. Esta vida es un «valle de lágrimas», un error que debemos, no solo refutar, sino durante toda la vida enmendar.

Este modo atroz de valorar, añade Nietzsche, no es una excepción, «es una de las realidades más extendidas y duraderas que existen». La Tierra es el astro ascético por excelencia. El que se dé esa hostilidad tan generalizada contra la vida debe de ser, avanza Nietzsche, en interés de la propia vida; si no, no se entiende nada.


Las últimas líneas del ensayo (y del libro) explicitan la hipótesis nietzscheana: «ese odio a lo humano, más aún a lo animal, más aún a lo material, esa repugnancia a los sentidos, a la propia razón, ese miedo a la felicidad y a la belleza, ese ansia de apartarse de toda apariencia, cambio, devenir, muerte, deseo, y del ansia misma — ¡todo eso, intentemos comprenderlo, supone una voluntad de nada, una voluntad contraria a la vida, un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la vida, pero no deja de ser una voluntad!…»

Tenemos ahí una pintura más completa de lo que es el ideal ascético: a) repugnancia a los sentidos y a la razón, por cuanto la razón debería hacerse cargo del carácter sensorial del ser humano, no oponerse a él; b) miedo a la felicidad y a la belleza, que siempre parecen engañosas y efímeras ya que lo que llevamos grabado en las entrañas como único valor es la permanencia, y nos resultan más de fiar las situaciones duras y dolorosas; c) ese empeño en buscar el ser, el verdadero ser bajo la apariencia, con el consiguiente desprecio de lo que se muestra y se nos da, ignorado por mor de lo que se cree debería ser, y no es; d) el rechazo del cambio y la transformación, e) en fin, del deseo y de la propia ansia, que redunda en que actúen de modo mucho más ciego e imprevisto que si no se rechazaran por principios morales y configuración sensible-intelectual.

Todo ello es «paradójico en grado sumo», y Nietzsche intenta desplegar la paradoja. Lo que en términos lógicos es una contradicción, «la vida contra la vida», en términos fisiológicos es «un sinsentido»: no puede ser más que aparente, aunque psicológicamente haga de la corporalidad «una ilusión». La corporalidad, sin embargo, es ara Nietzsche el punto de partida de cualquier reflexión; lo que estamos siempre pensando es nuestra naturaleza corporal. Somos un cuerpo que piensa, de donde se deduce que nuestro pensamiento viene determinado por su corporalidad.

En un fragmento de 1885 afirma Nietzsche: «Es esencial partir del cuerpo y utilizarlo como hilo conductor. Es el fenómeno más rico, que permite una observación más clara.» El punto de partida de todo pensamiento o juicio es la sensación… Que sí, que podrá ser engañosa, como se ha repetido una y otra vez, pero si el pensamiento, el juicio concreto no remite a sensaciones concretas que de algún modo –más o menos engañoso– revelan el mundo, entonces ese juicio es puro disparate.

Insisto: para Nietzsche el ser humano es, antes de nada, corpóreo. Y esta corporalidad, negada por la tradición de Occidente, es la que le lleva a rechazar la existencia de conceptos como «razón pura», «espiritualidad absoluta», «conocimiento en sí», etc. Estamos siempre situados; así: «No hay más ver que el perspectivista, ni más «conocer» que el perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los que dejemos hablar acerca de una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos, con que sepamos mirar a una sola cosa, tanto más completo será el “concepto” que nos hagamos de esa cosa, nuestra “objetividad”.»


La solución, pues, a lo engañoso de las sensaciones no está en el rechazo y desprecio, sino en la reiteración y contraste de las experiencias sensoriales. Ahí está el comienzo de lo que se llama ciencia. Lo cierto es que hoy día está adquiriendo cada vez mayor repercusión la idea de una mente encarnada o, mejor, corporeizada.

Volvamos al sacerdote ascético. Aclaremos la paradoja: «el ideal ascético – propone Nietzsche– nace del instinto de protección y de curación de una vida que está degenerando, la cual procura por todos los medios conservarse, y lucha por su existencia», es una maniobra de conservación de la vida. Al fin al cabo, el sacerdote ascético es el deseo, hecho carne, de ser distinto, de estar en otro sitio. Así, el que parece negador de la vida es una de las potencias conservadoras y afirmativas.

Esa vida que está degenerando es la de los seres humanos débiles, enfermizos, «los ya fracasados, derrotados, hundidos», que están hartos de sí mismos, que se desprecian…: esos, como veíamos en algún capítulo anterior, odian al vencedor. Y si estas palabras resultan a los oídos de hoy día excesivas, odian la fuerza activa, porque no la tienen. Y de este odio han hecho virtud. Eso es el resentimiento, obra cumbre del sacerdote ascético en su rebaño.

Uno de los rasgos para Nietzsche fundamentales del ser humano es el afán de distinción, que se puede lograr de muchas maneras; una de ellas, operante hoy por doquier, es la superioridad moral: «Andan dando vueltas entre nosotros cual reproches vivientes, como advertencias a nosotros dirigidas, — como si la salud, el estar bien constituido, la fuerza, el orgullo, el sentimiento de poder fueran ya en sí cosas viciosas que uno algún día tendrá que expiar, y que expiar amargamente: ¡ay, qué dispuestos están en el fondo ellos mismos a hacer expiar, cómo anhelan ser verdugos!» Jueces, almas bellas…

El sacerdote está también enfermo, pero su instinto, su maestría, su arte –y su felicidad– está en dominar a quienes sufren. Está enfermo pero es más fuerte, es la primera forma de un animal más delicado, que, más que odiar, desprecia.

Él calma a los débiles, a los enfermos, a la vez que envenena la herida; y buscando un culpable sobre el que poder descargar los afectos, lo que hace es alterar la dirección del resentimiento. Por medio de emociones más intensas que desvíen la atención del dolor, lo anestesia. Y al que sufre le convence de ser él mismo el culpable del sufrimiento. «Es falso», replica Nietzsche, mas de ese modo se ha alterado la dirección del resentimiento.

Se vuelven así inofensivos los enfermos, al orientarse sus peores instintos a «lograr que se disciplinen, se vigilen y se superen a sí mismos». Con todo, el sacerdote ascético trata solo los síntomas: alivia el sufrimiento, consuela…, lo que Nietzsche reconoce que es una genialidad. No obstante, los medios empleados para luchar contra el sentimiento de displacer resultan inhibidores de las fuerzas vitales.

El primero consiste en reducir «la sensación de vitalidad a su nivel más bajo»: a ser posible, no más querer, no más desear; evitar todo lo que dé lugar a afectos; no amar, no odiar… Esto es, la negación de sí, la santificación. — Este recurso no tiene hoy en principio muchos seguidores, aunque cabría pensar si el bombardeo emocional en que sobrevivimos, justamente por el exceso, no es de la misma especie inhibitoria.

El segundo es la actividad maquinal, que ya sabemos que es una de las formas más elementales de mitigar el sufrimiento de la existencia: la actividad maquinal, «el cultivo de la “impersonalidad”, el olvido de sí…», el perderse o alienarse en las identidades prêt-à-porter.

Un tercer recurso, al igual que el anterior, muy de nuestros días, es el darse una pequeña alegría fácilmente asequible. Y Nietzsche no está pensando en comprarse algo o darse un pequeño lujo, que es lo primero que se nos viene a las mientes, sino que nos recuerda, como forma más frecuente de alegría justamente el causarla en los demás: dar alegría es quizá la forma más cristiana de darse alegría. Así, el amor al prójimo excita, bien que de manera prudente, la pulsión más afirmativa de la vida, que Nietzsche denomina la voluntad de poder.

«Formar un rebaño es un paso esencial en la lucha contra la depresión»: «todos los enfermos, los enfermizos tienden instintivamente a la organización gregaria», y en ese reunirse encuentran placer.

Los tres recursos vistos hasta ahora son los recursos inocentes en la lucha contra el displacer. Los recursos culpables tienen todos ellos un rasgo común: «un exceso cualquiera del sentir», a modo de anestésico frente a «lo sordo, paralizante y duradero del dolor». ¿Cómo? «En principio todos los grandes afectos tienen esa capacidad, eso sí, siempre que se descarguen de súbito: la cólera, el temor, la voluptuosidad, la venganza, la esperanza, el triunfo, la desesperación, la crueldad; y el sacerdote ascético ha tomado a su servicio, sin reparo alguno, a la jauría entera de perros salvajes que hay en el hombre […] Todo ese exceso del sentir, como se comprenderá, se cobra luego su precio — pone más enfermo al enfermo —: y por eso esa clase de remedios del dolor se consideran, según un criterio moderno, “culpables”.»

No obstante, reconoce Nietzsche, el sacerdote ascético lo empleó con buena conciencia, creyendo en su utilidad, es más, en que era imprescindible. Explotando, eso sí, la «mala conciencia» de sus feligreses, su sentimiento de culpa. El sufrimiento, en este paradójico tirabuzón psico-fisiológico, viene a ser en realidad un castigo por una culpa en que el sufriente ha incurrido en una parte de su pasado. Del enfermo se ha hecho el pecador, «y ya no nos libramos de la presencia de este nuevo enfermo durante milenios».

¿Para qué ha servido esto? ¿Ha mejorado al ser humano? Si por «mejorado» entendemos «domesticado, debilitado, desanimado, refinado, reablandecido, etc. (es decir, casi lo mismo que perjudicado», entonces sí.

«En resumen, el ideal ascético y su culto moral‑sublime, la sistematización más ingeniosa, carente de escrúpulos y peligrosa de todos los recursos de exceso del sentir bajo la protección de intenciones sagradas se ha inscrito de una manera terrible e inolvidable en la historia entera de la humanidad; y, por desgracia, no sólo en su historia… Difícilmente sabría aducir alguna otra cosa que haya afectado de manera tan destructiva a la salud y el vigor de la raza, principalmente de los europeos, como dicho ideal; sin ninguna exageración, se puede decir que ha sido la verdadera fatalidad de la historia de la salud del hombre europeo.»


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domingo, 26 de mayo de 2024

EMILY DICKINSON Y LA MÚSICA


Sí, hoy es domingo y toca música, pero como tenemos cerca la tertulia sobre la poesía de Emily Dickinson nada mejor que unir ambas. Aprovecho, pues, para dejar algunos poemas suyos musicados por todo tipo de grupos y tendencias musicales. Doy los poemas en la numeración de Johnson y en la de Franklin para que no tengáis problemas de búsqueda, sea cual sea la edición que manejéis. 
La traducción al castellano que utilizo (excepto la última) es la que realizó Margarita Ardanaz para la editorial Cátedra.

Poema J-249; F-271: 

¡Salvajes Noches – Noches Salvajes!
Estuviera yo contigo
Noches Salvajes serían
¡Nuestro gozo!

Vanos - los Vientos -
Al Corazón en puerto -
A la Brújula hecho -
¡Por la Carta medido!

En el Edén remando -
¡Ah, el Mar!
Pudiera yo amarrar - Esta Noche-
¡En Ti! 

 

Poema J-280; F-340:

Sentía un Funeral, en mi Cerebro,
Los Enlutados iban y venían
Sin parar – hasta que pareció
Que se abría camino el Sentido -

Cuando todos estuvieron sentados,
El Servicio, lo mismo que un Tambor -
Redobla que redobla – y yo pensé
Que mi Mente se estaba entumeciendo -

Y les oí después alzar la Caja
Y su chirrido atravesó mi
Alma Con sus Botas de Plomo, nuevamente,
Luego el Espacio – comenzó a doblar,

Cual si los Cielos fueran la Campana,
Y el Ser, solo un Oído,
Y yo y el Silencio, alguna extraña Raza
Naufragada, solitaria, aquí –

Y luego se le quebró una Tabla a la Razón,
Y me caía más y más abajo -
Y en cada golpe, me daba contra un Mundo,
Y Dejé de saber - entonces - 


Poema J-813; F-1090:

Este callado Polvo fue Damas y Caballeros
Muchachos y Muchachas -
Fue risa y habilidad y fue Suspiros
Y Vestidos y Bucles.

Este Lugar Pasivo, una mansión ligera de Verano
Donde Flores y Abejas
Vive un ciclo Oriental
Luego cesan, como éstos 


Poema J-47; F-64:

¡Corazón!, ¡Lo olvidaremos!
¡Esta noche - Tú y Yo!
Tú puedes olvidar el calor que nos daba -
¡Yo olvidaré la luz!

Cuando hayas terminado te ruego me lo digas
¡Que acaso pueda comenzar de nuevo!
¡Deprisa! No sea que mientras te entretienes
¡Lo recuerde! 


Poema J-254; F-314

Esperanza” es la cosa con plumas –
Que se posa en el alma –
Canta la melodía sin palabras –
Y no se para – nunca –

La más dulce – que en la Galerna – se oye –
Y áspera la tormenta debe ser –
Que abatir pueda al Pajarillo
Que dio calor a tantos –

En la más fría tierra la he oído –
Y en el Mar más ajeno –
Aunque, nunca, en Apuros,
Me ha pedido una miga. 


Poema J-712; F-479:

Porque a la Muerte yo esperar no pude —
Ella por mí esperó amablemente —
La Carroza albergaba a Nosotros tan sólo —
Y a la Inmortalidad.

Fuimos despacio — no conocía Ella la prisa
Y yo había apartado
Mi trabajo y mi ocio
Por Su Amabilidad —

Pasamos por la Escuela donde los niños se afanaban
A la hora del Recreo — en el Patio —
Pasamos por los Campos de Grano todo Ojos —
Pasamos el Ocaso —

O mejor — Él Nos pasó a nosotros —
El Rocío caía frío y trémulo —
Pues de Gasa tan sólo mi Vestido —
Y mi Estola — de Tul —

Nos paramos enfrente de una Casa
Que parecía una Protuberancia sobre el Suelo —
Apenas el Tejado era visible —
La Cornisa — en el Suelo —

Desde entonces — Siglos — y sin embargo
Se hace más corto que aquel Día
En que advertí por vez primera
Que las Cabezas de aquellos Caballos
Apuntaban hacia la Eternidad — 


La primera parte es el mismo poema anterior. En la tercera aparición del grupo vocal el poema que cantan es el J-466 o F-597. La traducción puede ser esta (la coloco para que se entienda el chiste):

Poco — Podrían importarme las Perlas —
Que soy dueña del Ancho mar —
O los Broches — cuando el Emperador —
Con Rubíes — me cubre — 

Este último vídeo lo he colocado aquí como prueba de que casi todos los poemas de Dickinson pueden cantarse con la música de The Yellow Rose of Texas o con la de Gilligan's Island tal y como se puede comprobar en este vídeo de carácter humorístico.

¿Y por qué los poemas de Dickinson son tan fácilmente adaptables a la música? La explicación está en que escribió sus poemas en eso que se conoce como "métrica de balada". Isaac Watts lo explica muy bien en Poets.org (“Issac Watts & Emily Dickinson: Inherited Meter”).

Que la música y la poesía os sean favorables.

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sábado, 25 de mayo de 2024

26º PREMIO INTERNACIONAL DE FOTOGRAFÍA LUIS VALTUEÑA



Copio el texto que acompaña a la presentación de la exposición en la página web del centro cultural, añado los enlaces y alguna fotografía:

Este prestigioso premio, otorgado por Médicos del Mundo desde 1997, reconoce anualmente la excelencia fotográfica de quienes retratan de forma veraz e impactante diferentes problemáticas sociales, injusticias y vulneraciones de los derechos humanos en todo el mundo.

La 26ª edición recoge el trabajo de 5 fotoperiodistas: la ganadora María Clauss, los y las finalistas Nazik Armenakyan, Santi Palacios y Federico Ríos, más la mención especial para Sáshenka Gutiérrez.

16 de abril: La masacre de Bucha: visita guiada con Santi Palacios. A las 17:15 y 19:00, en castellano. Con inscripción previa: lankidetza@donostia.eus / 943481471.
8 de mayo: Jódete Cáncer, mesa redonda con Jordina Arnau y Sandra Monroy. A las 19:00, en castellano.


13 de mayo: Donde no habite el olvido, mesa redonda con María Clauss y Olga Rodríguez. A las 19:00, en castellano.



11 de junio: Armenia: genocidioaren eta gerraren artean milaka urteko herri baten biziraupen zaila, conferencia con Asier Blas Mendoza. A las 19:00, en euskera.






Horarios:
De lunes a viernes: 10:00 - 14:00 / 16:00 - 20:30
Sábados y puentes: 10:00 - 14:00 / 16:30 – 20:00 
Domingos y festivos: cerrado.

Hasta el 15 de junio

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