Me manda Jesús Aparicio amablemente el último libro que ha publicado: Las cuartillas de un náufrago.
Es un poemario de aire clásico y suave. Poesía meditativa que busca el silencio y huye, por tanto, de la estridencia. Poesía, incluso, tocada por el ala de la religiosidad, que aspira a la contención, a la vida retirada. De hecho, las palabras que más abundan son las relativas al mundo natural (pájaros, flores, árboles, ríos, agua...) y al de las percepciones visuales y auditivas relacionadas con ese deseo de quietud (silencio, luz, sombra, tarde, cielo...). Prevalece la meditación pausada sobre el deseo de acción. Un ejemplo:
Puse infinitas piedras en las Pirámides.
Pulí sin descanso las columnas del Partenón.
Levanté los ochenta y ocho torreones de Ávila.
Dejé mis huellas en el mármol de la Basílica de San Pedro.
Lavé todo el cristal rosado del Seagram Building.
No hice nada.
Sentado en una piedra
al pie de la montaña
veo crecer la hierba.
Soledad y silencio
mueven mis mariposas.
Un mundo queda hecho.
No obstante, y aunque estamos ante una poesía optimista, siempre podemos encontrar algún momento de duda, alguna expresión de inseguridad:
Nada me ayuda a liberarme
de esta sombra de cactus tan ancha como el mundo
y su estudiado instinto devorador de sueños.
Pero son, en cualquier caso, momentos fugaces, porque enseguida recupera el poeta el tono y regresa al canto seguro y bien asentado sobre sus firmes creencias, pues si bien se trata de un náufrago que va anotando sus impresiones en el diario que conforma el libro -de ahí las fechas en cada poema-, en ningún momento está perdido.
El libro podéis encontrarlo en la editorial Vitruvio, o bien, pidiéndoselo al autor directamente. Su blog aparece si pincháis sobre su nombre.