Como he dejado escrito, este poemario surgió mientras estaba leyendo sentado en un banco de un parque de Vitoria Las raíces triviales de lo fundamental, del ya fallecido Wagensberg. De hecho, me enteré de su muerte porque le había enviado un ejemplar en señal de agradecimiento (por eso de la inspiración) a la editorial en la que solía publicar. Me vino devuelto al cabo de mucho tiempo. No había ninguna nota que lo acompañara. De todas formas, tardé poco tiempo en averiguar cuál era el motivo de la devolución.
Este librito tiene varias intenciones y mucho me gustaría que llegara a cumplir alguna de ellas. En principio quiere ser un homenaje al conocimiento; quiere también ser una propuesta lúdico-metafórica sobre algunos principios científicos, de ahí el subtítulo; y es, por último, la expresión del deseo de que las dos culturas, la humanística y la científica, sean más amables y más permeables la una con la otra. En este sentido, me gusta recordar las palabras de David Millard Locke en La ciencia como escritura: Tanto la ciencia como la literatura tienen que ver con la verdad del mundo. Y no son dos lenguajes, sino uno, el lenguaje de la humanidad.
Por lo demás, Un punto de encuentro es solamente poesía y yo un perfecto desconocido en los círculos literarios que se atreve, eso sí, a expresar en voz alta ese homenaje, esa propuesta y ese deseo. Quienes lo leáis —o lo hayáis leído ya— rápidamente os daréis cuenta de que poco o nada me interesa la poesía que se sumerge en los sustratos mágicos del pensamiento, de que no comparto esa creencia tan extendida de que solo la poesía puede alcanzar a decir las verdades más profundas. Afortunadamente disponemos de muchos medios de expresión para alcanzarlas.
Y aquí una muestra:
CONSTANTE COSMOLÓGICA
Toda lambda
sumergida en un cosmos
desconocido
tiende a crear una sensación de orden
proporcional
a la misteriosa cantidad
de energía oscura.
Otro tanto
podemos afirmar
de la constante erótica:
toda épsilon
sumergida entre dos cuerpos
que se atraen
crea un vínculo
proporcional
a la enigmática suma
del deseo.
Ambas fuerzas
suelen entrar en colisión
con el laberinto racional.
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