Tener, tengo más, pero estos son los tres que realmente he leído. No soy, pues, ni un experto en Kant, ni un estudioso de su obra, ni tan siquiera un buen alumno de una facultad de filosofía. Desconozco buena parte de su obra y de su biografía lo ignoro casi todo (aún no he leído el estudio introductorio que J. L. Villacañas redactó para la Crítica de la razón pura y que duerme apaciblemente en la estantería cerca de estos otros tres).
A pesar de todo, Kant me atrae especialmente por su defensa continua del uso de la razón (tan devaluada hoy) como la mejor herramienta que tenemos para avanzar: Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de dad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! Ten valor para servirte de tu propio entendimiento (Comienzo del artículo ¿Qué es la ilustración?).
Me atrae igualmente por su aguda mirada sobre lo universal, que dicho con otras palabras es mantener la clara conciencia de que los seres humanos somos sujetos de derechos y libertades sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, tal y como muchos años después aparecerá recogido en la Declaración Universal de DDHH, en el 2º artículo.
Leer La paz perpetua hoy es un ejercicio de racionalidad y defensa de lo universal necesario y saludable: Si se compara la conducta inhospitalaria de los Estados civilizados de nuestro continente, particularmente de los comerciantes, produce espanto la injusticia que ponen de manifiesto en la visita a países y pueblos extranjeros (para ellos significa lo mismo que conquistarlos). América, los países negros, las islas de las especies, el Cabo, etc., eran para ellos, al descubrirlos, países que no pertenecían a nadie, pues a sus habitantes no los tenían en cuenta para nada. En las Indias orientales (Indostán) introdujeron tropas extranjeras, bajo el pretexto de establecimientos comerciales, y con las tropas introdujeron la opresión de los nativos, la incitación de sus distintos Estados a grandes guerras, hambres, rebelión, perfidia y la letanía de todos los males que afligen al género humano.
Que compartamos o no la ética kantiana no creo que sea tan relevante como poder apreciar el ingente esfuerzo que hizo por clarificarla. Más allá de tecnicismos y del imperativo categórico, la segunda formulación del mismo creo que es accesible a toda persona con una simple y sencilla capacidad lectora, y es, así me lo parece, una buena norma de conducta: Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio. Ahí queda perfectamente recogida la defensa de la dignidad humana como valor y sustancia irrenunciable de toda persona.
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