Ya sé que es domingo y que toca música, pero ante la dificultad de operar en un blog con un teléfono y las sorpresas que esta mañana me han salido al paso, he decidido componer esta entrada con estas dos hermosas desconocidas (para mí).
No sé si a vosotros os ocurre, a mí sí: cuando veo una bellísima y delicada flor no puedo nada más que imaginar historias bellas y amables sobre ellas. Algo así como si todo cuanto tiene que ver con ellas tuviese que poseer un carácter delicado. Algo similar le ocurría a una alumna a la que mi antiguo profesor de latín del bachillerato había dado clases mucho antes que a nosotros. La buena muchacha había propuesto una traducción de un párrafo de "La guerra de las Galias" llena de flores y paisajes bucólicos. Sorprendido mi profesor por el derroche de imaginación y el alejamiento del texto de Julio César, le preguntó qué le había llevado a ello. La alumna contestó que no podía imaginar nada más que pasajes encantadores en la pluma del clásico latino. Pues a mí, en mi profunda ignorancia sobre el mundo de las flores, me ocurre lo mismo que a aquella chica.
Cuando averiguo a qué planta pertenece ese delicadísimo paraguas o sombrilla de mujer del siglo XIX, me encuentro con que es mucho más fuerte de lo que hubiera podido imaginar y que en Chiapas (México) se utiliza para aliviar la tos ferina, la tuberculosis y otras dolencias corporales. Debe de ser algo así como la concreción de la belleza práctica.
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Impatiens glandulifera |
De esta otra frágil belleza descubro que es originaria nada menos que de la zona del Himalaya, clima duro donde los haya. Sin embargo, lo más curioso me parece su divertido comportamiento ante el toque amenazante de, pongamos por caso, un ser humano y que resulta ser lo que ha ocasionado el extraño nombre que le hemos adjudicado: impaciencia. Resulta que cuando tocamos, queriendo o por descuido, las vainas maduras, estas explotan y lanzan su contenido, las semillas, hasta nada menos que ¡siete metros de distancia!
Tal vez el nombre no sea el más adecuado para referirse a ella, pero es casi tan impactante como el comportamiento tan eficaz del que ha sido dotada por la evolución para seguir esparciendo su belleza por el mundo.
Supongo que esto que a mí me resulta tan sorprendente, no hace sino revelar mi ignorancia sobre el mundo de las plantas. Es posible que buena parte del atractivo que ejercen sobre nosotros comportamientos, seres vivos o cualquier otra cosa novedosa sea precisamente el resultado de la sorpresa. Acaso, la ignorancia ayude en el proceso de la fascinación. Al menos sí en mi casa.
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