Fuente: Wikipedia |
Para quienes disfrutan con las paradojas y también con el azar
4 de mayo de 1852, nace Alice Liddell, la niña que motivará la aparición de ese relato tan estrambótico como delicioso que todos conocemos en castellano como Alicia en el país de las maravillas, fuente de inspiración para todo tipo de mentes infantiles, artistas, locos encantadores, cineastas e incluso sesudas mentes del campo filosófico. Un solo ejemplo de esto último, tal vez el más notable:
La obra de Lewis Carroll tiene de todo para satisfacer al lector actual: libros para niños, preferentemente para niñas; espléndidas palabras insólitas, esotéricas; claves, códigos y desciframientos; dibujos y fotos; un contenido psicoanalítico profundo, un formalismo lógico y lingüístico ejemplar. Y más allá del placer actual algo diferente, un juego del sentido y el sinsentido, un caoscosmos. Pero las bodas del lenguaje y el inconsciente se han enlazado y celebrado ya de tantas maneras que es preciso buscar lo que fueron precisamente en Lewis Carroll, qué han reanudado y lo que han celebrado en él, gracias a él.
Presentamos unas series de paradojas que forman la teoría del sentido. El que esta teoría no pueda separarse de las paradojas se explica fácilmente: el sentido es una entidad inexistente, incluso tiene relaciones muy particulares con el sinsentido. El lugar privilegiado de Lewis Carroll se debe a que ha realizado el primer gran balance, la primera gran escenificación de las paradojas del sentido, unas veces recogiéndolas, otras renovándolas, o inventándolas, o preparándolas Traducción: Miguel Morey).
Con esas palabras daba comienzo uno de los textos más importantes de uno de los filósofos franceses más influyentes, Lógica del sentido, Gilles Deleuze, 1969.
Esto no agota, ni mucho menos, la azarosa casuística de acontecimientos que desencadenó el hecho de que el padre de la pequeña Alice fuera nombrado decano del Christ Church de Oxford, poco después entablara amistad con Charles Lutwidge Dodgson y este, a su vez, congeniara muy bien con la niña y sus hermanos.
Wikipedia recoge las palabras de Alice Liddell ya mayor cuando contaba cómo fue el nacimiento de uno de los libros ¿infantiles? más exitoso de la cultura occidental: Muchos de los cuentos del Sr. Dodgson nos fueron contados en nuestras excursiones por el río, cerca de Oxford. Me parece que el principio de Alicia nos fue relatado en una tarde de verano en la que el sol era tan ardiente que habíamos desembarcado en unas praderas situadas corriente abajo del río y habíamos abandonado el bote para refugiarnos a la sombra de un almiar recientemente formado. Allí, las tres repetimos nuestra vieja frase: "Cuéntenos una historia", y así comenzó su relato, siempre delicioso. Algunas veces para mortificarnos o porque realmente estaba cansado, el Sr. Dodgson se detenía repentinamente diciéndonos: "Esto es todo, hasta la próxima vez". "¡Ah, pero esta es la próxima vez!", exclamábamos los tres al mismo tiempo, y después de varias tentativas para persuadirlo, la narración se reanudaba nuevamente.
[Esta misma entrada es producto del azar. Un cúmulo de pequeñas casualidades me ha llevado a consultar quiénes habían nacido un 4 de mayo y me he encontrado con Alicia].
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