sábado, 28 de agosto de 2021

LAS ILUSIONES PERDIDAS

Editorial
La tarea de un escritor es comprender las pasiones, porque su gloria consiste en darles expresión (p  534).

El poeta, que aparenta no hacer nada, pero que reina sobre la Humanidad cuando ha sabido pintarla (p 507).

Estas dos citas podrían hacer pensar que esta novela tiene como eje de la historia el oficio de escribir. No es así, si bien, ciertamente, uno de sus protagonistas, Lucien, lo es; o sea, escritor. Ocurre que Balzac, como Dostoyevski, como Tolstói, como todos los grandes clásicos del XIX, es inmenso. Y no lo digo por los miles de páginas que escribieron, sino por la enorme abundancia de sentencias, reflexiones, máximas y pensamientos que nos dejaron en sus escritos. Casi cada página es una gloriosa sorpresa.

Otra más: El verdadero amor tiene muchas cosas en común con la infancia: tiene su irreflexión, su imprudencia, su disipación, su risa y sus lágrimas (p 432).

Las ilusiones perdidas forma parte de ese esfuerzo titánico con el que el autor quiso dar cuenta de todos los aspectos de la sociedad de su época, La comedia humana. Solo con los títulos que la componen tendríamos lectura para un par de años... siendo buenos y rápidos lectores. Y es que esa es la tarea de la literatura: darnos a conocer el mundo, la gente que lo puebla y sus problemas. Balzac intentó con ella comprender y darnos a conocer por qué somos como somos y qué es lo que nos empuja a actuar como actuamos.

Esta novela tiene tres partes bien diferenciadas y las tres muy bien conectadas. En la primera se nos cuenta la historia de Lucien, Ève y David en Angulema. Sus relaciones, sus dificultades para salir adelante con la imprenta que David tiene y los éxitos literarios y amorosos de Lucien, hermano de Ève y cuñado de David. La segunda parte, la más extensa, narra la ascensión y caída de Lucien en París. En la tercera volvemos con Lucien a Angulema y comprobamos que el mundo está mal hecho, y que, incluso,  puede ir a peor.

Esto, no es nada más que un burdo y brutal resumen, porque la novela nos habla de las ambiciones literarias, de los problemas de la pequeña industria en provincias, de los tejemanejes financieros que realizan quienes pueden para seguir acumulando más dinero y más poder, de la amistad, del amor, de la prensa y sus batallas, del poder de la crítica, del oficio de escribir, de la bondad y de la maldad, de la estrecha vida en provincias, del funcionamiento de la justicia —Nada hay que se conozca menos que lo que todo el mundo tendría que conocer: ¡LA LEY! (p 549)— y hasta de cómo funcionaba el mundillo de las patentes. 

Seguramente Flaubert escribía mejor que él. Posiblemente peque de excesivo cuando nos explica el sistema judicial o cuando nos introduce en la manera de escribir un artículo insidioso. Pero Balzac es un narrador magnífico que domina la técnica como ninguno y nos conduce a través de la historia de forma magistral. Su capacidad para observar la sociedad y ponerla por escrita es inigualable. La de producir pensamientos agudos, también:

Los hombres desconocidos se vengan de lo modesto de su posición con su elevación de miras (p 36).

A falta de ejercicio, las pasiones empequeñecen al agrandarse las nimiedades (p 49).

Reunía todas las incapacidades exigidas para su puesto (p 53).

Donde empieza la ambición cesan los sentimientos ingenuos (p 59).

Los jóvenes comienzan gustando de la exageración, esa mentira de las almas bellas (p 60).

En cuanto podáis, entregaos a su lectura.

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