Más allá de la noche que me cubre,
negro como el pozo de polo a polo,
doy gracias a los dioses que puedan existir,
por mi alma inconquistable.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado, ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas,
donde yacen los horrores de la sombra,
sin embargo, la amenaza de los años
me encuentra, pero me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigos la sentencia,
yo soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.
Versión ofrecida por Wikipedia.
La película lo presentaba así:
Aunque su poesía fue admirada en su tiempo y su amigo R. L. Stevenson le tenía en gran aprecio como escritor, e incluso ambos colaboraron en la redacción de cuatro piezas teatrales, después cayó en el olvido y ha sido gracias a la película de Clint Eastwood y la disponibilidad de su obra en el nunca suficientemente alabado Proyecto Gutenberg lo que ha propiciado la reactualización de la misma en el mundo anglosajón.
Curiosamente mi conocimiento de él viene a través de la música, no d ela literatura, más concretamente a través de la Sinfonía gaélica de Amy Beach. En el primer movimiento de esa sinfonía, la compositora retoma la melodía que compuso para la canción Dark is the night —oscura es la noche—, canción que utiliza el texto de un poema que compuso W. E. Henley:
The sea is full of wandering foam,
The sky of driving cloud;
My restless thoughts among them roam . . .
The night is dark and loud.
Where are the hours that came to me
So beautiful and bright?
A wild wind shakes the wilder sea . . .
O, dark and loud's the night!
The sea is full of wandering foam,
The sky of driving cloud;
My restless thoughts among them roam . . .
The night is dark and loud.
Where are the hours that came to me
So beautiful and bright?
A wild wind shakes the wilder sea . . .
O, dark and loud's the night!
El cielo de nubes que avanzan;
Mis inquietos pensamientos vagan entre ellos. . .
La noche es oscura y ruidosa.
¿Dónde están las horas que vinieron a mi
tan hermosas y brillantes?
Un viento salvaje sacude el mar salvaje. . .
¡Oh, oscura y ruidosa es la noche!
Fue a partir de esa referencia como surgió mi interés por el poeta victoriano, al que debemos uno de los poemas que mejor ensalzan el espíritu de resistencia y tenacidad. Desde luego, nadie mejor que él, que ganó en aquella época la batalla a la tuberculosis aunque fuera a costa de perder una pierna.
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