miércoles, 6 de diciembre de 2023

UN LIBRO, UN POEMA (Homero Aridjis)

Editorial
#unlibrounpoema


Un librito de poemas de Homero Aridjis de la hace mucho tiempo absorbida editorial Lumen me acompañó en mi primer viaje a París hace ya muchos años.

De Aridjis, su compatriota y premio nobel O. Paz dejó escrito esto en el poemario del primero, PérsefoneEn la poesía de Homero Aridjis hay la mirada, el pulso del poeta; hay el tono inconfundible de aquel que tiene necesidad de decir y que sabe que todo decir es imposible; hay la palabra plena y la conciencia de la oquedad de la palabra; hay erotismo y también amor; hay el tiempo discontinuo de la vida práctica y racional y la continuidad del deseo y de la muerte; hay la verdad original del poeta.



TE AMO AHÍ CONTRA EL MURO DESTRUIDO



Te amo ahí contra el muro destruido

contra la ciudad y contra el sol y contra el viento

contra lo otro que yo amo y se ha quedado

como un guerrero entrampado en los recuerdos


Te amo contra tus ojos que se apagan

y sufren adentro esta superficie vana

y sospechan venganzas

y muertes por desolación o por fastidio


Te amo más allá de puertas y esquinas

de trenes que se han ido sin llevarnos

de amigos que se hundieron ascendiendo

ventanas periódicas y estrellas


Te amo contra tu alegría y tu regreso

contra el dolor que astilla tus seres más amados

contra lo que puede ser y lo que fuiste

ceremonia nocturna por lugares fantásticos


Te amo contra la noche y el verano

contra la luz y tu semejanza silenciosa

contra el mar y septiembre y los labios que te expresan

contra el humo invencible de los muertos.


De Antes del reino, 1963.





VISTA DEL VALLE DE MÉXICO DESDE CHAPULTEPEC, CIRCA 1825


Todo valle se abre desde lo alto

de la roca pórfida de Chapultepec

este viernes de julio, después de la lluvia.


Caminos de álamos y olmos llevan a la ciudad,

salen de la ciudad bañados por las aguas

del lago de Texcoco, plateado de orillas.


Hacia el sureste, los dedos púrpuras del sol postrero

acarician los hombros nevados de la Mujer Blanca

y el cono estricto de la Montaña Humeante.


Por el Norte, en la falda del cerro del Tepeyac,

más allá de las praderas mojadas de luz,

aparece el santuario de la Virgen, morena de tierra.


Allá entre los magueyes, por donde las calles verdes

van hacia el oriente, viene una mujer sola, la bisabuela

de mi madre, en la que yo ya voy, enamorado y diurno.


En el lejano sur, todo sur es lejano,

por caminos carretero el día viejo se dirige a San Ángel

y el ojo, lleno de azul, parece querer irse de viaje.


Los pueblos indios se duermen entre los sembrados,

la ciudad culebrea metiéndose en la noche, y un colibrí,

forma de la fuga, se figura en las fauces del felino amarillo.


El tiempo mece la cabellera verde de los sauces;

en el poniente, un cenzontle retumba

y el paisaje se anima, el pasado se mueve.


De El poeta en peligro de extinción, 1992.

***


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