Editorial |
Dejo bien claro por adelantado que no tengo la información suficiente para poner en duda o negar estas aseveraciones sobre Nerval: Hoy en día es sin duda uno de los poetas franceses que más dan que escribir, y "El Desdichado" es quizá el soneto más famoso de la lengua. Seguramente no hay otro poeta en el mundo (ni siquiera Mallarmé, aunque tal vez hubiera podido) que haya conseguido una admiración tan unánime con un logro tan breve: doce sonetos que caben en cinco o seis páginas. Porque ni aun Aurelia le habría valido el lugar de privilegiado que tiene hoy entre los padres de la literatura si Las quimeras no hicieran de él, más allá del escritor lúcido, del precursor involuntario y fatal, del testigo valeroso de una experiencia que él legitima de una vez por todas para nosotros, algo que sigue pareciéndonos más admirable y desconcertante aún: el visionario inspirado y mágico, casi el arquetipo, para nosotros, del poeta (p 14 del prólogo).
Ciertamente, todas las afirmaciones están muy matizadas. Dejémoslas ahí.
Ahora, el soneto:
EL DESDICHADOPríncipe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única Estrella ha muerto, —mi laúd constelado
También lleva en sí el Sol negro de la Melancolía.
En la nocturna Tumba, Tú que me consolaste,
Devuélveme el Pausílipo y la mar italiana,
Y la Parra en que el Pámpano con la Rosa se une.
¿Soy Amor o soy Febo?.. ¿Lusignan o Biron?
Mi frente aún está roja del beso de la Reina;
En la Gruta en que nada la Sirena he soñado…
Y vencedor dos veces traspuse el Aqueronte:
Modulando tan pronto en la lira de Orfeo
Suspiros de la Santa, — como gritos del Hada.
Monumento a Nerval, Plaza de la Torre de Santiago. Grabados en la piedra los dos primeros cuartetos. |
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