lunes, 12 de junio de 2023

NATURALEZA, Ralph Waldo Emerson

Ejemplar de la Biblioteca Central
De este hermoso libro publicado por Nórdica me interesa sobre todo esa admiración por la belleza natural, la pasión por defender la naturaleza como uno de los bienes más altos de cuantos los seres humanos podemos disfrutar, no esa doctrina de la que participaba el trascendentalismo de Bronson, BrownsonFuller, Alcott —Mujercitas—, Thoreau —Walden— y Emerson, deudora del idealismo romántico alemán que daba en subrayar la unidad espiritual del mundo. De hecho, en mi opinión, lo más interesante del trascendentalismo de Nueva Inglaterra fue el movimiento social que originó y las posiciones progresistas con respecto a la abolición de la esclavitud y la emancipación de la mujer. 

De la Introducción:

La nuestra es una época retrospectiva. Erige los sepulcros de los padres. Escribe biografías, historias y críticas. Las generaciones precedentes miraban a Dios y a la naturaleza cara a cara, nosotros lo hacemos con sus ojos. ¿Por qué no podemos disfrutar nosotros de una relación original con el universo? ¿Por qué no tener una poesía y una filosofía fruto del entendimiento y no de la tradición, y una religión que nos haya sido revelada en lugar de la historia de la suya? Amparados durante un tiempo por el seno de la naturaleza, cuyos aluviones de vida nos rodean y nos atraviesan, y que con las fuerzas que nos confieren nos invitan a una acción proporcional, ¿por qué hemos de andar a tientas entre los resecos huesos del pasado, o empujar a la generación actual a una mascarada de ropajes descoloridos? El sol también brilla hoy. Tenemos más lana y lino en los campos. Tenemos nuevas tierras, nuevos hombres, nuevas ideas. Exijamos nuestras propias obras, leyes y devociones (p. 17).

Naturaleza, en su sentido habitual, se refiere a las esencias no modificadas por el hombre: el espacio, el aire, el río, la hoja del árbol. Arte se aplica a una combinación de su voluntad y de esas mismas cosas, como una casa, un canal, una estatua, una pintura. Pero sus operaciones consideradas en conjunto son tan insignificantes —un poco de desmenuzar, hornear, remendar y lavar— que en una impresión tan grandiosa como la que el mundo produce en la mente humana estas no modifican el resultado (p. 19).

Parte importante de la edición son las hermosas acuarelas de Eugenia Ábalos, que intensifican la belleza del libro.

La traducción es de Andrés Catalán.

Incluye una docena de poemas

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