Tanto el Concierto como la Sinfonía son dos grandes obras de un gran atractivo. El primero fue compuesto durante los meses finales de la estancia del músico checo en América, consta de tres movimientos y está relacionado con un episodio real: lo escribió al enterarse de que Josefina Čermáková, su cuñada, de la que había estado enamorado de joven, estaba muy enferma. Poco después murió y, a manera de homenaje, añadió al final del tercer movimiento la canción Lass' mich allein, que había compuesto muchos años antes y que era la canción favorita de Josefina.
La segunda obra de este concierto la compuso Elgar entre 1909 y 1911 para reivindicar la sinfonía que, por entonces estaba muy desprestigiada. Tiene cuatro movimientos y el propio Elgar nos dejó estas palabras sobre su obra: Representa el apasionado peregrinaje de un alma... El último movimiento representa la salida final de su pasión en noble acción y las últimas dos páginas son la apoteosis y la eterna conclusión del peregrinaje del alma.
Os dejo la vibrante interpretación del Concierto para violonchelo que él propio Ferrández ofreció junto con la Orquesta Filarmónica de Israel bajo la dirección de Vasily Petrenko en Tel Aviv el año pasado.
Viernes 25 y lunes 27, a las 20:00, en el Auditorio Kursaal.
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