martes, 11 de noviembre de 2025

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 17

Editorial
 #nietzschedescomplicado


Lecciones de Aurora 2

La trilogía del «espíritu libre» –los dos volúmenes de Humano, demasiado humano, Aurora y La gaya ciencia– junto con Así habló Zaratustra serían la parte afirmativa de la obra de Nietzsche. Lo que luego vendría, Más allá del bien y del mal, De la genealogía de la moral, Crepúsculo de los ídolos, El Anticristo, constituiría la parte negativa o, mejor dicho: la parte «que dice no, que hace no». Mas no conviene ver una progresión dialéctica entre la parte afirmativa y la negativa. ¿Por qué?

Es cierto que Aurora abre la «campaña contra la moral», «contra la moral de la renuncia a sí mismo». Podría pensarse que, al ser crítica, es una obra que dice «no». — Mas no: «es un libro que dice sí, es un libro profundo, pero luminoso y afable».

Sus efectos pueden ser negativos. Nietzsche los vio en sus conocidos y amigos; cierta repulsión ante el tratamiento que se le daba a la moral, pero es que el idealismo de la época era mayoritario: hasta los materialistas añadían un suplemento ético idealista a su pensamiento.

Sin embargo, en Aurora «no se ataca a la moral, sencillamente, ésta ya no entra en consideración». «El que uno se despida del libro con una recelosa cautela» ante lo honrado o venerado como «moral» no empece para que en todo el libro no haya «ni una sola palabra negativa, ni un solo ataque, ni una sola maldad».

Por ello, Aurora pretende preparar a la humanidad para un gran mediodía, en que se despoje a las acciones tenidas por egoístas de la mala conciencia, en que se revierta la renuncia a sí mismo que es el núcleo de la moral. «¡Cuando el hombre ya no se considere malvado, dejará de serlo!» (Aurora, 148, «Mirando a lo lejos».)

Nietzsche ha vivido ese vuelco de manera personal. Considera Humano, demasiado humano «el monumento a una crisis», la liberación «de lo no perteneciente a [su] naturaleza». Los comienzos del libro –nos sigue contando en Ecce Homo– se sitúan en las semanas del primer Festival de Bayreuth (agosto de 1876): «no reconocía nada, apenas si reconocía a Wagner», le embargaba «una profunda extrañeza frente a todo». Y «todo» era Bayreuth, era Wagner, era su dedicación a la filología, que le habían desviado de su cometido, de su tarea. Le sobraban «idealidades», le faltaban realidades.

La enfermedad le obligó a descansar: «me permitió olvidar, me ordenó hacerlo; me obsequió con la obligación de permanecer quieto, de permanecer ocioso, de aguardar y ser paciente... ¡Pero esto es justamente lo que significa pensar!...» La mala salud de los ojos le redimió del libro, es decir, de la filología. 

«Nunca me he sentido tan feliz conmigo mismo como en las épocas más enfermizas y más dolorosas de mi vida: basta con echar un vistazo a Aurora o quizá a El caminante y su sombra, para comprender lo que supuso esta “vuelta a mí mismo”.»

Volver a sí mismo fue encontrarse, sin que eso signifique que ya estuviera antes. Antes estaba quien había claudicado ante los demás o se había dejado llevar por ellos o se había confundido con ellos. La crisis, por tanto, es cuestión de elaborar un «sí« o un «no». Mas no es igual el «no» que se juega en esta fase afirmativa de su vida y de su obra, y el «no» posterior, el de la obra crítica «dura», energuménica. El «no» actual es simplemente la vuelta a sí mismo, vuelta que no es recuperación de algo previo, sino descubrimiento, invención: un Nietzsche nuevo y original, el verdadero Nietzsche que hallará también expresión en la última fase de su creación.

Por eso dirá más adelante en Ecce Homo que las obras negativas son «un anzuelo» para atraer lectores, público a su gran tarea, que es «congelar» el idealismo, volver a la naturaleza del ser humano, sin imponerle ideales imposibles que desvirtúan la existencia, que le quitan su valor y la debilitan. 

«Mi cometido [mi tarea]: sublimar todas las pulsiones de tal modo que la percepción de lo extraño llegue bien lejos y, no obstante, esté acompañada de placer: la pulsión de la honestidad conmigo mismo, la de la justicia para con las cosas, tan intensamente que la alegría prevalezca sobre el valor de los demás tipos de goce, y, si es necesario, se sacrifiquen, en parte o en su totalidad, a ello. Desde luego, no hay contemplación desinteresada, sería el aburrimiento absoluto. ¡Pero basta la emoción más delicada!» (Fragmentos póstumos II, 2.ª 6[67].)

Dar vida a las pasiones, sublimarlas, no reprimirlas; desarrollar dos virtudes nuevas: la honestidad con uno mismo, esto es, no engañarse, y la justicia para con las cosas, el conocimiento que nos permite aceptarlas como son; y todo ello, para lograr la alegría de vivir. En todo caso, pensar, cuestionarse, dejar en suspenso la definición de uno mismo…, «orondo, feliz como un animal marino tumbado al sol entre las rocas de un arrecife». — Así, Aurora.

(Las citas sin referencia de estos dos primeros capítulos provienen todas de Ecce Homo, traducción de Manuel Barrios Casares, Tecnos, 2022.)


***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.  

Moshe Dayan  



Fuente: Wikipedia
Mapa de los conflictos armados en curso (número de muertes violentas en el año actual o anterior):      Guerras mayores (10 000 o más). Palestina, Ucrania, Sudán, Etiopía, Myanmar (Birmania).      Guerras menores (1 000–9 999).      Conflictos (100–999).     Escaramuzas y enfrentamientos (1–99).

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