lunes, 22 de agosto de 2022

INCOHERENCIA TEXTUAL

El sábado pasado, día 20, alguien me dio el bonito folleto de mano con la programación del Concurso Internacional de Fuegos Artificiales. Lo desplegué, miré las fotos y no le hice más caso. En realidad, la actividad ya había pasado, excepto lo que en él se nombraba como espectáculo piromusical, que esa misma noche iba a tener lugar. Ahí se quedó, sobre la mesa. Al día siguiente, mientras desayunaba, lo abrí distraidamente y de la misma manera que lo abrí me puse a leerlo. Mientras daba buena cuenta de una estupenda tostada con aceite, me peleaba con el primer párrafo del texto dedicado a explicar por qué se habían seleccionado solamente trabajos musicales de mujeres jóvenes para acompañar el lanzamiento de los fuegos artificiales. Toda la distracción anterior se convirtió en sorpresa. Este párrafo me despertó de golpe: Hay una generación de mujeres vascas, nacida entre finales de los noventa del pasado siglo y principios del siglo XXI, que haciendo de la música su bandera han logrado destacar en estos tiempos de cultura acelereda, arte urbano y consumo obsesivo y desaforado (la negrita es mía). No invento, aquí está:

Página interna del folleto informativo sobre la57ª del concurso de fuegos artificiales.

 Como el folleto es bilingüe, me fui a la redacción en euskara, por si acaso. Igual: 


Me quedé pensado sobre qué podía ser eso de la "cultura acelerada". Porque puedo entender que haya una sobreproducción y, como consecuencia, una oferta tan grande de bienes culturales, que a ningún ser humano le dé tiempo de verlo y conocerlo todo. ¿Pero ha habido algún momento en la historia de la humanidad en que alguien haya podido asimilar toda la producción cultural de su época? Y siendo esto así, ¿tendremos que crear algún departamento que se encargue de prohibir la producción de películas, espectáculos, creaciones musicales, edición de libros, esculturas, pinturas, obras arquitectónicas..., una vez alcanzado el número de creaciones que una persona promedio pueda asimilar durante un período determinado? ¿Qué es la cultura acelerada? Yo no lo sé, pero debe ser algo malo.

Tan malo, por lo menos, como el arte urbano, que se encuentra en la misma frase y en la misma categoría, equiparable al consumo obsesivo y sin media. Vaya chasco. Ya puedo ir corrigiéndome y dejando de hablar bien de todos esos murales encantadores que embellecen muchas ciudades y que en muchos casos sirven para dignificar y levantar barrios degradados. Me pregunto si el propio ayuntamiento donostiarra —último responsable del texto— se ha dado cuenta de la flagrante contradicción en la que cae cada vez que subvenciona la realización  de una cosa tan mala como el arte urbano en los barrios de la ciudad. ¿Debe ahora mandar un equipo para que desaparezcan de las paredes?

Quizás todo se aclare con lo del "consumo desaforado". Aquí sí reconozco uno de los males de nuestra sociedad, porque es evidente que ese afán de comprarlo todo, de tenerlo todo, de adquirir todo tipo de bienes innecesarios e inútiles supone un gasto que si quien lo hace puede asumirlo porque le sobra el dinero, no así la sociedad en la que vive, por la repercusión que tiene. Por ejemplo, usar un vehículo particular para desplazarse innecesariamente, ese gasto, ese consumo, repercute en toda la sociedad, además de empeorar sensiblemente la calidad del aire y contribuir al calentamiento global. ¡Bien por el folleto, es necesario recordar eso del consumo responsable y reducir la huella del carbono


Ahora que lo pienso, ¿en qué categoría de consumo entra la quema gratuita de varios miles de kilos de pólvora?, ¿no será un consumo desaforado e innecesario? Sigo dándole vueltas al asunto y me parece que tampoco sirven para limpiar la atmósfera, la cantidad de humo producida es enorme y, a lo peor, sí deja una gran huella de carbono. Bueno, de carbono y de otras muchas sustancias.

Me estoy haciendo un lío, y lo que ya no sé es qué tiene que ver el hecho de que se elijan trabajos de músicas jóvenes —¿por qué jóvenes?, ¿las que sobrepasen la treintena no tienen derecho a que suenen los suyos?—. Digo que no entiendo qué tiene que ver esto con que vivamos en una sociedad consumista —¿somo menos consumista si ponemos canciones de veinteañeras?—. Tampoco soy capaz de ver la relación que existe entre que hayan decidido seguir adelante con su vocación musical y el hecho de que vivamos en una época como la nuestra. ¿Tiene más valor decidirse en una sociedad del espectáculo por formar parte de él que decidirse por la meditación trascendental, la agricultura ecológica, la conducción de trenes o cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir? 

Creo que alguien debería tomarse en serio lo de revisar los textos que se escriben en nombre de las instituciones. Las palabras tienen significados y conviene conocerlos antes de ponerse a redactar. Aunque lo de menos es la incoherencia del texto; lo grave es la incosecuencia social, política y económica de nuestras acciones.
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Nota al lunes: si os habéis dado cuenta, hoy, como en otros cuantos lunes anteriores, no ha habido recomendación lectora. Excepto tres librerías que han decidido que continuarán mandando sus recomendaciones cuando puedan y consideren oportuno, el resto no ha respondido a la llamada que les hice. Las tres que seguirán proponiendo lecturas son Zubieta, Re-Read y Preste Juan.

Nota sobre la nota, dos años después: las tres librerías que dijeron que iban a seguir produciendo recomendaciones lectoras, como ya os habréis dado cuenta, aunque dijeron lo que dijeron, no volvieron a mandar ninguna más (16/8/2024).

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Путин, немедленно останови войну!

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