Salgo a la calle y voy en ascua viva,
o voy temblando porque el mundo es triste.
Y vuelvo de la calle y entro en casa
y el mundo sigue triste sin remedio.
Y no es que falte un ángel en la estancia
que nos sonría, que nos hable al menos.
Y no es que falte un dios para las cosas,
ni ese deseo de pasar soñando
sin escuchar las quejas que en el aire
vagan por encontrar por fin el eco.
o voy temblando porque el mundo es triste.
Y vuelvo de la calle y entro en casa
y el mundo sigue triste sin remedio.
Y no es que falte un ángel en la estancia
que nos sonría, que nos hable al menos.
Y no es que falte un dios para las cosas,
ni ese deseo de pasar soñando
sin escuchar las quejas que en el aire
vagan por encontrar por fin el eco.
De Niño y sombras, 1936. Recogido en Poemas (1926-1986). Hiperión, 1995.
Concha Méndez fue una poeta del grupo del 27, además de una buena deportista. La guerra civil, el exilio y el hecho de que fuera mujer han contribuido a su casi anonimato.
El poemario al que pertenece este poema fue motivado por la pérdida de su hijo nada más nacer.
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