Dejo a un lado las maquinaciones mercantiles de la editorial y os ofrezco un poema de este poeta gaditano —encuadrado normalmente bajo el marbete de poesía de la experiencia—del que me gusta casi todo. Se trata de La flecha del tiempo, del libro Escaparate de venenos. Ahí va.
Nunca seríamos
como esos adultos —nos juramos—
que miraban ansiosos, turbiamente,
a través del cristal de las cafeterías
—como aquel poema de Rimbaud—
la entrada de los jóvenes altivos
en la cueva dorada de la noche.
Y sin embargo
ahora estamos aquí, sin entender gran cosa,
ante un vaso de hielo y de ansiedad,
arañando con fiebre y con rencor
en el cristal del tiempo un espejismo.
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