#unlibrounpoema
Inicio una nueva sección: Un libro, un poema. Es una forma sencilla y directa de seguir ampliando una de las tareas que este espacio tiene como objetivo: divulgar y promocionar la poesía. Y también una manera de liberar del encierro que supone una biblioteca particular títulos que tengo en casa y que, por consiguiente, solo disfrutan del placer de ser leídos por mí.
Para por si acaso, y antes de que nadie coloque un comentario tópico, me adelanto y hago saber que no estoy compartiendo nada. Divulgo, propago, difundo, exparzo, promuevo, favorezco... el conocimiento de la poesía.
Tampoco hago listas de los mejores, los que más me gustan, los más vendidos, etc. En esta sección aparecerán poemas que me gustan mucho y que me gustan menos. Algunos me gustaron mucho hace tiempo y ahora no me gustan tanto. Otros me gustaron la primera vez que los leí y hoy me gustan aún más. Los hay que estuvieron de moda y los hay que nunca lo estarán. Son libros y poemas que tengo en casa, y que se sienten un poco tristes porque solo mis ojos los ven. Y esta es una manera de que alguien pueda verlo y se despierten las ganas de leer más poemas de esa misma fuente.
Tampoco habrá un orden ni alfabético ni histórico ni estilístico ni de ningún tipo. Es, simplemente, el que me dan las estanterías de mi biblioteca, que es muy personal —alguien podría decir que es caótica la forma en que aparecen colocados, y estaría más cerca de la descripción objetiva—.
Comienzo esta sección por la estantería que tengo más próxima al asiento desde donde escribo.
ACERCA DEL VIVIR
I
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra: VIVIR.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es VIVIR.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.
II
Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvemos a levantarnos de la blanca mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
Puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertos de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.
III
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
—no como una bola de nieve,
no como una nube muerta—,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente
que se pueda decir: "HE VIVIDO".
(Nâzım Hikmet. Traducción: Solimán Salom).
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