martes, 26 de octubre de 2021

HASTA EL FINAL DEL TIEMPO

Ejemplar del KM
Brian Greene, director del Centro de Física Teórica de la Universidad de Columbia, Nueva York, busca dar respuesta al lugar que ocupamos en un universo en el que todo se rige por leyes físicas inquebrantables, incluidos los átomos que conforman nuestro ser. O tal vez sería más exacto decir que intenta hacer comprensible este todo en el que estamos sumergidos y por qué este todo ha sido capaz de crear un ser con conciencia propia, capaz de reflexionar sobre sí mismo y crear algo tan increíblemente fascinante como el arte, la religión, la ciencia, la música o la poesía. Él lo dice infinitamente mejor que yo:

Siglos de esfuerzo han arrojado luz sobre oscuros territorios de la materia, la mente y el cosmos. Durante los próximos miles de años, las esferas de iluminación se harán mayores y más brillantes. Lo que llevamos de viaje ya ha desvelado realidad gobernada por leyes matemáticas que son indiferentes a códigos de conducta, a estándares de belleza, a la necesidad de compañía, al anhelo de conocimiento y a la búsqueda de propósito. Sin embargo, por medio del lenguaje y el relato, el arte y el mito, la religión y la ciencia, hemos aprovechado nuestra pequeña parcela del desapasionado, incesante y mecánico despliegue del cosmos para dar voz a nuestra omnipresente necesidad de coherencia, valor y significado. Es una contribución temporal pero exquisita. Tal como pondrá de manifiesto nuestro viaje por el tiempo, la vida probablemente sea transitoria, y casi con seguridad todo el conocimiento que surgió tras su aparición se desvanecerá cuando encuentre su final. Nada es permanente. Nada es absoluto. Y por ello, en la búsqueda de valor y propósito, las únicas ideas relevantes, las únicas respuestas preñadas de significado, son las que nosotros mismos alcanzamos. En último término, durante nuestra breve estancia bajo el sol, la noble tarea que se nos encomienda es la de hallar nuestro propio sentido. Iniciemos, pues, nuestro viaje (p. 19, el primer capítulo entero lo tenéis aquí).

El libro es un recorrido literal desde el pistoletazo inicial del tiempo y el espacio hasta los posibles finales de todo (no os preocupéis, falta muchísimo para que eso suceda). Esto quiere decir que más o menos a mitad de recorrido estamos nosotros y aquí están, desde mi punto de vista, los mejores capítulos, los que Green dedica para explicar de manera magistral quiénes somos. Son los capítulos que llevan por título Partículas y conciencia, Lenguaje y narración, Cerebro y creencias e Instinto y creatividad. Y lo hace con una honestidad intelectual encomiable y con un aparato logístico que difícilmente podríamos imaginar en un físico: teología, filosofía, psicología, literatura, antropología, lingüística, biología, inteligencia artificial, mitología..., desde Siddhartha Gautama a Chomsky. Y lo hace con absoluta relevancia y elegancia, quiero decir que sus referencias son siempre oportunas, pertinentes y están insertas en un discurso claro y ameno, apto para cualquier persona.

A poco que os interese saber por qué hay algo en lugar de nada (Leibniz) y por qué lo que hay es cómo es (humanidad incluida), este libro os hará disfrutar tanto intelectual como estéticamente. Y no requiere ninguna formación matemática. Es, sin ninguna duda, más legible que, por ejemplo, El universo elegante.

Otra cita: Por mucho que los investigadores discutan sobre la utilidad evolutiva, su papel en la construcción de la cohesión social, su necesidad de pensamiento innovador y su posición en el panteón de los anhelos primigenios, las artes nos ofrecen el medio más evocador para dar expresión a las cosas que más nos importan, como la vida y la muerte, como lo finito y lo infinito (p 284)

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