Ejemplar de la biblioteca de Egia |
Sabes hace años estuve casada y cuando se fue mi marido se llevó mis libretas.
Libretas con espiral.
Ya sabes ese frío y ladino verbo escribir. Le gustaba escribir, no le gustaba tener que empezar él mismo cada pensamiento.
Utilizaba mis comienzos con varios propósitos, por ejemplo en un bolsillo encontré una carta que había empezado (a su amante de aquel momento)
que contenía una frase que yo había copiado de Homero: 'εντροπαλιζομένη, es como cuenta Homero que Andrómaca se fue
cuando se separó de Héctor: "mirando a menudo hacia atrás"
bajó
de la torre de Troya y fue a través de las calles empedradas a la casa de su leal
marido y ahí
con sus mujeres entonó un lamento por un hombre con vida en su su propia morada.
Leal a nada
Leal a nada
mi marido. ¿Entonces por qué le amé desde la temprana adolescencia hasta entrada la madurez
y la sentencia de divorcio llegó por correo?
La belleza. No tiene mucho secreto. No me da vergüenza decir que le amé por su belleza.
Como volvería a hacerlo
si se acercara. La belleza convence. Ya sabes que la belleza hace posible el sexo.
La belleza hace el sexo sexo.
Tú lo entiendes mejor que nadie… silencio, pasemos
La belleza hace el sexo sexo.
Tú lo entiendes mejor que nadie… silencio, pasemos
a las situaciones naturales.
Otras especies, que no son venenosas, a menudo tienen coloraciones y estampados
parecidos a las especies venenosas.
Esta imitación de una venenosa por otra especie que no lo es se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Hablarás sin duda de los juegos de guerra. Me oíste quejarme a menudo
Esta imitación de una venenosa por otra especie que no lo es se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Hablarás sin duda de los juegos de guerra. Me oíste quejarme a menudo
cuando estaban aquí toda la noche
con los tableros tirados y tapetes y lucecitas y cigarrillos como la tienda de Napoleón,
supongo, ¿quién podía dormir? Después de todo mi marido era un hombre que sabía más
acerca de la batalla de Borodino
que sobre el cuerpo de su propia mujer, mucho más. La tensión se derramaba por las paredes
y el techo,
a veces jugaban desde el viernes por la noche hasta la mañana del lunes sin parar,
él y sus pálidos y furiosos amigos.
Sudaban mucho. Comían carne de los países en los que jugaban.
Los celos
no eran precisamente una pequeña parte de mi relación con la batalla de Borodino.
Lo odio.
¿Ah, sí?
Por qué jugar toda la noche.
Es en tiempo real.
Es un juego.
Es un juego real.
Es eso una cita.
Ven aquí.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.
Aquella noche hicimos el amor "de manera real", cosa que no habíamos intentado
aunque lleváramos seis meses casados.
Gran misterio. Ninguno de los dos sabía dónde poner la pierna y hasta hoy aún no sé
Gran misterio. Ninguno de los dos sabía dónde poner la pierna y hasta hoy aún no sé
si lo hicimos bien.
Parecía feliz. Eres como Venecia dijo encantador.
A la mañana siguiente temprano
Parecía feliz. Eres como Venecia dijo encantador.
A la mañana siguiente temprano
escribí una breve conferencia ("Sobre la desfloración") que me robó y publicó
en una pequeña revista trimestral.
Por encima de todo esa era una característica interacción entre nosotros.
O debería decir ideal.
Ninguno de los dos había estado nunca en Venecia.
Por encima de todo esa era una característica interacción entre nosotros.
O debería decir ideal.
Ninguno de los dos había estado nunca en Venecia.
Edición y traducción: Andreu Jaume.
Anne Carson es inclasificable. Sí, ya sé que todas las personas somos únicas y distintas e inclasificables. Pero Carson lo ejerce, lo escribe y resulta fascinante e insuperable si ponemos sus textos al lado de otros textos de, digamos, poetas de su generación. ¿Es poesía, es novela, es ensayo lo que escribe?
Preguntarse por eso no deja de ser una pérdida de tiempo desde hace muchísimos años. Hace más de un siglo que las vanguardias rompieron esas barreras. Lo que tenemos que preguntarnos, o mejor, lo que tenemos que apreciar es la calidad del texto. Si el texto es eficaz en su intención, si produce emoción, si nos atrapa, si es capaz de ofrecernos algo nuevo, si es coherente consigo mismo, y si además abre caminos, ese texto, esa obra, merece toda nuestra atención. Estamos hablando de literatura, no de pasatiempo.
En cuanto a los géneros, la misma autora lo advierte en el subtítulo: un ensayo narrativo en 29 tangos. El elemento narrativo queda claro desde el primer momento, es la historia de una ruptura. El ensayo se ve venir a través de las citas de Keats que inauguran cada poema, cada ¿sección?, y en las notas que indican la procedencia de las alusiones que impregnan todo el texto. La poesía se ve en cada verso, en la manera de escribir y en el punto de vista.
Pero que nadie piense que este es un libro difícil de leer. Al contrario, se lee de un tirón, como pocos libros de poesía se leen. Se lee de un tirón y es divertido, y se agradece la profunda mirada que es capaz de realizar sobre el anhelo romántico y los dolores y angustias que provoca, sobre el deseo, sobre el lamento, sobre la mentira y sobre el desafecto. Y sobre quiénes somos. Y hasta sobre debates posestructuralistas, pero todo eso lo podemos dejar de lado y seguir disfrutando igualmente del libro porque la de Carson es gran literatura.
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