miércoles, 5 de junio de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Julio Herrera y Reissig)

Librerías con ejemplares
 Simplificando mucho, y sin dar más explicaciones, en Herrera y Reissig (1875-1910) podemos encontrar cuatro tendencias poéticas según sus inclinaciones del momento. Cogeré un poema de cada uno de ellos —son poemas breves— por eso de ofrecer un pequeño panorama creativo.

De Los éxtasis de la montaña, una eglogánima:


EL DESPERTAR


Alisia y Cloris abren de par en par la puerta
y torpes, con el dorso de la mano haragana,
restréganse los húmedos ojos de lumbre incierta,
por donde huyen los últimos sueños de la mañana

La inocencia del día se lava en la fontana,
el arado en el surco vagaroso despierta
y en torno de la casa rectoral, la sotana
del cura se pasea gravemente en la huerta...

Todo suspira y ríe. La placidez remota
de la montaña sueña celestiales rutinas.
El esquilón repite siempre su misma nota

de grillo de las cándidas églogas matutinas.
Y hacia la aurora sesgan agudas golondrinas
como flechas perdidas de la noche en derrota.



Del mismo título, una eufocordia:


EL SAUCE


A mitad de mi fausto galanteo,
su paraguas de sedas cautelosas
la noche desplegó, y un lagrimeo
de estrellas, hizo hablar todas las cosas...

Erraban las Walkirias vaporosas
de la bruma, y en cósmico mareo
parecían bajar las nebulosas
al cercano redil del pastoreo...

En un abrazo de postrero arranque,
caímos en el ángulo del bote...
Y luego que llorando ante el estanque

tu invicta castidad se arrepentía,
¡el sauce, como un viejo sacerdote,
gravemente inclinado nos unía!...


De El teatro de los humildes, con claros atisbos decadentistas, una estrolúmina:


EPITALAMIO ANCESTRAL


Con la pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una erección de símbolos varones...

Al trágico fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de leones.

Ardió al epitalamio de tu paso,
un himno de trompetas fulgurantes...
Sobre mi corazón, los hierofantes

ungieron tu sandalia, urna de raso,
a tiempo que cien blancos elefantes,
enroscaron su trompa hacia el ocaso.


Y de La Torre de las esfinges, apartado Los éxtasis de la montaña, las tres primeras espinelas:


En túmulo de oro vago,
cataléptico fakir,
se dio el tramonto a dormir
la unción de un nirvana vago...
Objetivase el aciago
suplicio de pensamiento
y como un remordimiento
pulula el sordo rumor
de algún pulverizador
de músicas de tormento.

El cielo abre un gesto verde,
y ríe el desequilibrio
de un sátiro de ludibrio
enfermo de absintio verde...
En hipótesis se pierde
el horizonte errabundo,
y el campo meditabundo
de informe turbión se puebla,
como que todo es tiniebla
en la conciencia del Mundo.

Ya las luciérnagas –brujas
del joyel de Salambó–
guiñan la “marche aux flambeaux”
de un aquelarre de brujas...
Da nostalgias de Cartujas
el ciprés de terciopelo,
y vuelan de tu pañuelo,
en fragantes confidencias,
interjecciones de ausencias
y ojeras de ritornelo.


Nota: Idea Vilariño es una excelente exégeta de la obra de Herrera y Reissig. Si encontráis su libro Julio Herrera y Reissig. Seis años de Poesía, en alguna biblioteca, podréis comprobarlo... y disfrutarlo.

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