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Ejemplar del KM |
Quienes no tenemos formación científica, pero somos amantes de la divulgación, sabíamos eso de que somos polvo de estrellas, la popular frase de Sagan que ha servido para despertar muchas vocaciones astrofísicas y el interés general por el cosmos y su evolución. Con Sagan, quienes que carecemos de formación científica, repito, aprendimos que los primeros elementos químicos se formaron por fusión en los gigantescos hornos que son las estrellas, donde se alcanzan temperaturas y presiones de magnitudes absolutamente desorbitantes. `
Pero lo cierto es que no todo elemento químico se forma en el corazón de las estrellas. De hecho, la mayoría de ellas, las que tienen un tamaño medio, como por ejemplo nuestro sol, no son capaces de alcanzar temperaturas tan extremas como para formar nucleosíntesis que produzcan elementos como el calcio o el silicio, por poner un ejemplo. Se necesita la intervención de supergigantes rojas para que se puedan formar los elementos conocidos como ligeros, es decir, los que en la tabla periódica llegan hasta el hierro.
Las reacciones químicas más complejas que llevan a la producción de otras moléculas diferentes se producen en otros espacios como las nubes de gas donde son excitadas por la radiación proveniente estrellas y por vientos estelares, que provocan choques que activan nuevas reacciones, que dan origen a nuevas moléculas.
Pero también están los laboratorios donde la investigación ha conseguido la síntesis de elementos transuránicos —aquellos que están por encima del número atómico 92—, en cuya búsqueda destacó el físico Enrico Fermi.
Tal vez las reacciones físico-químicas no sean del interés de la gran mayoría de la población, porque una explicación detallada necesita de conocimientos que sobrepasan con mucho los conocimientos generales de alguien que carezca de formación específica. Ahora bien, ser consciente de que esos elementos básicos y todas esas moléculas, que no son otra cosa que los ladrillos indispensables y necesarios para que haya reacciones metabólicas que originen formas más complejas —las grandes moléculas como el ADN y el RNA— de las que surgieron las primeras formas de vida, me parece, sencillamente, apto para cualquier persona y, sobre todo, fascinante. Es, en definitiva, ser un poco más conscientes de nuestro propio origen, lo que sin duda incrementa la belleza del conocimiento.
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