Dicen los manuales de historia del arte que el edificio visigodo más antiguo del que tenemos noticia es esta pequeña iglesia de San Juan de Baños de Cerrato, Palencia. Luego comentan las características constructivas, lo de las naves separadas por arcos y columnas, el recoleto pórtico, y continúan con lo de que la planta primitiva tenía tres ábsides cuadrados para configurar laterales con capillas separadas, y nos hacen saber que eso era para establecer el diaconium y la prothesis, espacios dedicados, según la liturgia de entonces, a vestuario para los diáconos —el primero— y a la preparación del pan sin levadura por parte de las mujeres vírgenes de la comunidad —el segundo—.
No se olvidan los manuales de recordarnos la riqueza de frisos, desconocida en los demás país del entorno occidental en aquella época —siglo VII—, ni del magnífico arco de herradura de la entrada, ni de la estupenda puerta adintelada. Y suelen terminar aludiendo a la inscripción de la lápida sobre el arco triunfal que da paso a la capilla central cuyo texto nos hace saber que fue Recesvinto quien ordenó su construcción en el 699 —661, después de la reforma del calendario—.
Algunos manuales van un poco más allá y nos hablan de la fuente que está situada a pocos metros de la iglesia, y de sus propiedades curativas, y de Esculapio y de las ninfas protectoras y, por lo tanto, de lo que sería efectivamente el origen y causa de la construcción del templo.
Y, ciertamente, toda esa información se agradece, porque nos ayuda a situarnos y entender mejor lo que vemos. No obstante, rodear sus muros, penetrar en el interior, dejarnos seducir por el silencio y la tenue luz, recorrer sus diminutas naves, disfrutar de sus exquisitas proporciones, dejarnos cautivar por su extraordinaria sencillez, persuadirnos de la eficacia poética de la piedra cuando el ser humano acierta en su disposición, abandonarnos a la fascinación de un icono, todo eso y cuantas sensaciones más produce esta pequeña obra arquitectónica no forma parte de ningún manual, pero es lo que hace que podamos sentir la intensa huella que nos deja la belleza.
Réplica de la corona votiva de Recesvinto. Tesoro de Guarrazar. |
Disponéis de más información en Arteguías.
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