Fuente:NASA, ESA, J. Hester and A. Loll (Arizona State University) - HubbleSite: gallery, release. |
La luminosidad de una supernova puede ser tan grande que resulte visible a simple vista, incluso de día. Pero una vez que ese estallido pasa, lo que queda es una nebulosa, y estas ya no son perceptibles si no nos ayudamos de algún instrumento que amplifique la señal. Y como en aquella época no teníamos telescopios, dejamos de verla. Se perdió.
Tuvieron que pasar casi 700 años hasta que John Bevis pudiera ver a través de un telescopio el remanente de aquella gigantesca explosión y unos poquitos años más hasta que Charles Messier, que andaba buscando cometas por el cielo nocturno, la catalogara como M1 —hoy, NGC 1952—.
Está tan lejos, 6.300 años-luz, que aunque se expande a la increíble velocidad de más de mil kilómetros por segundo, para nosotros es imperceptible, y parece que esté quieta y siempre igual. ¡Somos tan poca cosa en el acontecer temporal del universo!
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Hay que buscarla junto a la estrella zeta (ζ) de Tauro, el extremo del cuerno inferior.
Obervar el cielo II (pp 202-3). |
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