Fotografía de Alan Dyer. |
Imponente y arrogante
el invierno todo incendia con su luz
cuando surge por el este.
El cielo mismo se recrea en su visión
y esta rosa oscura
se hace más hermosa
y más antigua;
nosotros, más humildes y pequeños.
Una lengua poderosa y fascinante
escribe en su centro
embriagadora letanía sin creencia:
Alnitak,
Alnilam,
Mintaka.
Lo que el gigante no pudo conseguir en su momento
-orgullo e impaciencia latían en su pecho-
lo obtiene ahora simplemente brillando.
Siete son sus poderosas luminarias,
mágico su número.
Si ayer encrespaba mares
y enfurecía vientos,
hoy nos ofrece un sinfín de historias
que devuelven frescura al corazón
y entusiasmo a la mirada.
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