No, no voy a escribir acerca de la poética del silencio, sobre la que personas más autorizadas han dicho ya muchas y sustanciosas palabras. Se trata de algo más humilde y menos académico. Incluso menos pretencioso que aquella queja de Vila-Matas en su estupendo El viajero más lento (el arte de no terminar nada). Escribía allí lo siguiente:
EPISODIOS ANORMALES (Diario 16, 11 de mayo de 1991)
En torno a tres de los más grandes —Gombrowicz, Pessoa y Nabokov— armé este texto que es el único del libro sobre el que, ni a favor ni en contra, nunca nadie me ha comentado nada, lo que me lleva a pensar que es como si el artículo no existiese, como si el propio artículo aspirase a que yo viera en él un episodio anormal.
Efectivamente, es muy desmoralizador escribir un texto (poned aquí cualquier otra actividad que os guste, sea o no sea de carácter creativo) y que nadie diga nada. No pretendo comparar los textos que aparecen en un blog, aunque los hay magníficos, con los artículos que un escritor consagrado ofrece a la prensa. Ni mucho menos. Por otra parte, es fácil comprender que si la respuesta es el silencio, es porque no ha interesado a nadie. Mi lamento va en otro sentido.
Ocurre a veces que después haber dado al botón de publicar, momentos o días más tarde, descubro algún error ortográfico, tipográfico, semántico o de cualquier otra clase. En ocasiones, son errores muy evidentes que cualquiera puede detectar: dos palabras sin separar o mal separadas, una minúscula que debía ser mayúscula, un salto de idea porque he borrado una frase entera y luego no he vuelto a reescribirla... Y no hay ningún alma caritativa que me advierta: Oye, Jesús, que te has comido la hache del verbo haber.
Ya sé que el texto, su corrección y revisión es responsabilidad de quien lo redacta. También sé que una entrada de un blog no tiene otros lectores antes de que se haga público que la persona que lo escribe. Pero es tan desolador y tan humillante hallar un error dos meses después de haber publicado algo, pensar que ha tenido unas cuantas lecturas —no muchas, vamos a ser realistas— y que nadie, absolutamente nadie, se ha atrevido a realizar un ejercicio de generosidad y decir: Anda, chaval, corrige eso.
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
Algunas veces escribes correctamente y al salir publicado ves errores, no siempre son tuyos. Personalmente es importante escribir correctamente y manifestar el tono y emociones mediante una buena puntuación pero tampoco exagerar pues inhibe y coarta la inspiración el libre fluir.
ResponderEliminarAlgunas veces escribes correctamente y al salir publicado ves errores, no siempre son tuyos. Personalmente es importante escribir correctamente y manifestar el tono y emociones mediante una buena puntuación pero tampoco exagerar pues inhibe y coarta la inspiración el libre fluir.
ResponderEliminarMuchas gracias, Nellylita, por dejar aquí tu aportación.
EliminarUna saludo afectuoso.
Hola Jesús, no te tortures, es muy difícil lograr que la gente que te lee deje algún comentario, para bien o para mal, o para ayudarte advirtiéndote sobre algún error. Pero muy difícil. Incluso cuando no cometas ninguna falta. Es más una cuestión de tiempo y esfuerzo, y de saber qué hacer para que la gente se interese por lo que escribes. Te dejo un enlace si quieres, que te puede ayudar. Yo estoy en las mismas, y créeme, que no es fácil. Ánimo amigo, y no desesperes. Tu redacción es buena. El enlace: http://bit.ly/2fKb5TD
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite, por el comentario, por los ánimos y por el enlace. Eres muy amable.
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