He pasado este fin de semana en Acedo (Navarra). Allí, la primera y agradable sorpresa fue el dueño del alojamiento donde me hospedé. Tipo amable, comunicativo, que me hizo sentir como en casa y que, además, escribe, lo que ya era otro aliciente para seguir dándole a la lengua.
Bueno, tal vez sea más aficionado a viajar y a pescar que a escribir, pero lo cierto es que tiene un blog y que ha publicado un libro donde relata su experiencia viajera por América Latina. Libro de viajes, escrito a manera de diario. Fácil y ameno.
Este viajero solitario, ahora anclado en su Navarra natal —¿por cuánto tiempo, Luis?— me indicó que a una hora de paseo había una encina milenaria a la que los lugareños, con esa gracia que tiene todo lugareño para bautizar objetos y sucesos, le dieron el nombre de Encina de las Tres Patas.
Efectivamente, allí está ese maravilloso ejemplar. ¡1200 años ofreciendo bellotas a los cutos de la zona y sombra a todos cuantos se acerquen a él en verano! Pensar que es contemporáneo de Carlomagno, de Íñigo Arista y de nosotros al mismo tiempo marea. Un regalo de la naturaleza.
Todo un hallazgo que no hubiera sido posible sin el buen hacer de anfitrión de Luis Garín. Y eso sin mencionar a Tasio, a Gabriel Celaya, a Gregorio Ostiense o las historias de cangrejos y guardias civiles.
Gracias, Luis. Con anfitriones así siempre se está bien, sea el que sea el sitio al que vayamos.
Gracias, Luis. Con anfitriones así siempre se está bien, sea el que sea el sitio al que vayamos.
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Poco tiempo después de redactar esta entrada, recibo por correo electrónico de este singular posadero y amigo un poema que dedicó a la maravillosa encina de las tres patas. Aquí lo tenéis:
A LA ENCINA DE LAS TRES PATAS
¡Cuéntame historias encina,
tantos años ahí clavada!
Silente, ociosa y tranquila.
Abriste tus carnes al viento
¡Cuántos te habrán visitado!
En tus ramas cobijaste
un sinfín de aves nacientes.
Y en tu base hiciste un hueco
para alojar a las gentes,
yaciendo en tu lecho amigo.
En tus siglos de existencia,
que superan la docena,
habrás soportado estoica: lluvias,
rayos, vendavales y sequías.
Tus ramas se habrán quebrado
para retoñar de nuevo con renovada energía,
tus frutos alimentado a a un sinnúmero de
especies,
algunas que ya no existen.
Pastores, truhanes, amantes felices,
leñadores, rufianes y carboneros;
gentes curiosas, vagabundos sin destino.
¡Cuántas historias vulgares!
¡Cuántos secretos prohibidos!
Hasta una boda has tenido
escuchando las promesas.
Has sobrevivido a todo
al amor y a la desdicha.
Y sujeta en tus tres patas,
presentando tus heridas,
te elevas enhiesta al cielo
orgullosa de estar viva.
A pesar de tanto tiempo,
y tanta agresión sufrida,
permaneces en Mendaza
que te dio la bienvenida,
hace ya más de mil años
mil doscientos y más días.
¡Aguanta preciosa! ¡No te canses!
¡Lucha por seguir erguida!
eres símbolo de vida,
de la naturaleza que lucha
por seguir estando viva
Aunque dolida te sientas
soportando las heridas
lucha por sobrevivir,
que eres ejemplo de todos
los que quieren conservar
lo que te ofreció la vida.
Luis
Garín
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