miércoles, 19 de marzo de 2014

SUSTO EN EL CORREDOR

Ochogiro se asusta y luego halla consuelo en el poeta

—¿Qué Calibán feroz,
qué ser inhumano y homicida
es capaz de componer 
tan hórrido canto,
tan disonante melodía?
¿Es que nadie ve 
lo que yo veo?
¿Es que la humanidad 
ha perdido su nombre?
¿Es que la maldad, acaso, 
confunde todos los sentidos?

—No sufras, mi pequeña,
que no es lo que parece.
La misma mano que compuso
tan inaparente pentagrama
mecerá con paciencia los hilos,
hilvanará colores
y obrará 

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