Me gustan los mapas y si no fuera porque algunas representaciones de la tierra valen un dineral, seguramente tendría mi pequeña colección. Pero como no soy acumulador, ni tengo obsesión de coleccionista, disfruto recorriendo internet y haciendo hallazgos como el que aparece al final de esta entrada.
De los mapas me atrae la representación artística o casi artística. Me atrae la simbología, ya sea basada en el relato de una leyenda o en los signos convencionales que intentan representar la realidad. Me atrae, por último, lo que nos dicen a cerca de lo que la sociedad de la época creían o sabían sobre el objeto representado. Esto último necesita paciencia y lecturas, y añade, por tanto, más atractivo.
Ya sabemos que ha costado mucho tiempo, mucho esfuerzo ¡y alguna que otra vida! conseguir que aparezcan en los libros escolares afirmaciones de este tipo: la Tierra gira en torno al Sol, el Sistema Solar se mueve alrededor del centro de una galaxia a la que conocemos como Vía Láctea, o la Tierra tiene forma esférica.
Quien haya leído Historia del tiempo, de Hawking, seguramente recordará esa divertida anécdota que cuenta cuando al final de una charla sobre astronomía (parece que el ponente era B. Russell), una señora de edad apuntó desde la sala: "Lo que nos ha contado usted no son más que tonterías. El mundo es en realidad una plataforma plana sustentada por el caparazón de una tortuga gigante". La ignorancia es, sin duda, atrevida.
En el imaginario colectivo, y hasta hace no demasiados años, la Tierra ha sido plana y se apoyaba sobre el lomo de una ballena que estaba sostenida por un toro que se apoyaba en una roca; o se apoyaba en una gigantesca tortuga que descansaba sobre una infinidad de ellas, como recordaba esa atrevida persona en la charla. Y también, claro está, ha sido esférica.
Lo cierto es que, independientemente del valor científico y de la exactitud de la representación, los mapas me atraen por la belleza de sus formas y también por el relato que esconden. ¿No es, acaso, delicioso este mundo en forma de tabernáculo?
Por si os animáis a descubrir la leyenda que origina semejante representación, os dejo el enlace a la obra. Si no queréis leerla entera, acudid al Libro III (p 65 y p 82).