(Imagen tomada de Observar el cielo. David. H. Levy. Planeta, 1999)
Es difícil decir exactamente cuál es la historia que se encuentra detrás de estas constelaciones. Las versiones son diferentes y no siempre claras. Os dejo la más extendida y coherente de ellas.
Un día Apolo mandó a un cuervo que le trajera agua en una copa. Cuando el cuervo llegó a la fuente, vio un higo casi maduro en una higuera próxima. Decidió esperar a que madurara para comérselo y, para justificar su retraso, llevó al dios el agua que le había solicitado más una culebra entre sus garras. Esa era la escusa de su tardanza: había tenido que enfrentarse a la serpiente y por eso había tardado tanto. Apolo, que todo lo sabía pues tenía el don de la clarividencia, muy enfadado por la mentira, mandó al cuervo, a la copa y a la serpiente al cielo. Así pues, no figuran como recompensa por alguna acción noble o digna de ser recordada, sino como muestra de castigo.
Hay que tener un cielo muy oscuro y un poco de paciencia para poder localizar las estrellas principales que componen estas constelaciones, porque están formadas por estrellas bastante débiles. En cualquier caso, si disponemos de un telescopio, merece la pena rebuscar en el espacio intermedio (ver en el mapa 4038) para poder ver la famosa galaxia del sombrero, una de las más bellas formaciones que podemos localizar:
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