En el Museo Británico se pueden pasar días, noches (no dejan) y vidas enteras recorriendo los tesoros culturales de distintas partes y épocas del mundo. Es una fascinante y gigantesca caja de sorpresas que cuantas más veces abrimos y miramos en ella, más elementos interesantes y atractivos descubrimos. Supongo que Hans Sloane, el médico aficionado al coleccionismo, nunca hubiera podido imaginar en qué se iba a convertir su ya enorme colección de libros, monedas, minerales y demás objetos recopilados por él cuando decidió venderlo todo antes de morir para que la administración formara un pequeño museo. Corría el año 1753. De los varios millones de objetos que se guardan en el museo, están expuestos más de 50.000, lo que hace materialmente imposible verlos todos, porque necesitaríamos algo así como 14 horas para ello si tan solo dedicáramos un segundo a cada uno de ellos.
Mi selección es tan caprichosa como dependiente de las inclinaciones del momento, pero fue a estos objetos que aparecen debajo a los que me dediqué durante el par de horas que estuve recorriendo salas.
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Piedra Rosetta. Imposible fotografiarla ni medianamente regular. He decidido dejar esta imagen porque me incluye a mí dentro de una ventana y da buena cuenta del cúmulo de personas que siempre la rodea. Tardé varios minutos en poder acercarme. |
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A mi me emociono descubrir las tumbas de la cultura licia
ResponderEliminarComparto tu emoción. El "templo" de las Nereidas es un fascinante monumento funerario. No he estado en Janto (Ksantos), pero me encantaría plantarme un día allí. Charles Fellow, cuando llegó en 1838, dejó escrito: "Las ruinas están llenas de templos, tumbas, arcos triunfales, murallas y un teatro. El lugar es extremadamente romántico, sobre hermosas colinas".
EliminarUn saludo emocionado.