Las pocas veces que he pasado por Burgos en los últimos quince o veinte años siempre he acabado tomándome un café con leche acompañado por algún riquísmo bizcocho casero en este pequeño y acogedor café. Era una manera muy placentera, más allá del descanso en los momentos del siesteo, de reagrupar fuerzas y atención para continuar los casi de 250 kilómetros que quedaban hasta llegar a casa viniendo del sur.
Una vez más acudí a él el martes 16 de mayo después de comer, pero me encontré que estaba disponible desde hacía muy poco tiempo.
Para compensar la tristeza de la pérdida, en el Paseo del Espolón lucía antigua y hermosa una de las librerías con más solera que conozco, la que lleva el nombre del paseo donde se encuentra. Ahí estaba el cartel que habían colocado el año pasado con sus 115 bien cumplidos, en realidad este año, en julio, cumplirá 116, pues, como indica la placa que está colocada a la izquierda, se abrió en 1907.
De hecho, creo que la más antigua de España, también se encuentra en Burgos, es la que lleva por nombre Hijos de Santiago Rodríguez. Es posible que quienes tengáis ya una cierta edad y conservéis algún libro de vuestra primera etapa escolar, tengáis alguno editado por la casa del mismo nombre, pues fue también imprenta y editorial, aunque ya solo permanezca como librería.
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