Josep Llimona, Monumento a José María Usandizaga. |
Me gusta mucho la vista que ofrece el monumento a Usandizaga desde este lado de la plaza, porque parece colocado en un frondoso bosque, fuera del ámbito urbano. Eso sí, un bosque con un césped y unos arreglos forales muy bien cuidados. Como todo el mundo sabe en la ciudad, este conjunto escultórico se encuentra en una de las plazas más céntricas, a escasos metros del Palacio de la Diputación.
La escultura tiene un estilo típicamente modernista, o si lo preferís posromántico, con ese juego de líneas suaves y onduladas, de aire nostálgico, mirada ensoñadora y un poco perdida del músico; y la musa a sus pies, ensimismada en el dolor por la pérdida humana. Todo muy abstraído y melancólico.
La inauguración (1916), según cuentan las crónicas, fue todo un éxito y a ella asistieron todo tipo de autoridades, desde las más altas de la nación hasta las locales. ¡Inclusive 23 bandas de música de la provincia y hasta una de Madrid y la del Regimiento Sicilia!
Como es lógico, con tanto profesional de la música rindiendo homenaje, no faltó una de las composiciones más destacadas del músico donostiarra, Mendi-mendiyan, cuyo estreno se había producido un 21 de mayo de 1910 en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao.
Uno de los momentos más destacados es la romanza con que da comienzo el segundo acto, "Alare, zorioneko lekua" y que aquí interpreta Plácido Domingo, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Euskadi.
Este es el texto:
¡Alare! zorioneko lekua!¡Cuánta dicha se respira aquí!
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