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viernes, 12 de mayo de 2023

JOSÉ MARÍA USANDIZAGA

Josep Llimona, Monumento a José María Usandizaga.

 Me gusta mucho la vista que ofrece el monumento a Usandizaga desde este lado de la plaza, porque parece colocado en un frondoso bosque, fuera del ámbito urbano. Eso sí, un bosque con un césped y unos arreglos forales muy bien cuidados. Como todo el mundo sabe en la ciudad, este conjunto escultórico se encuentra en una de las plazas más céntricas, a escasos metros del Palacio de la Diputación.

La escultura tiene un estilo típicamente modernista, o si lo preferís posromántico, con ese juego de líneas suaves y onduladas, de aire nostálgico, mirada ensoñadora y un poco perdida del músico; y la musa a sus pies, ensimismada en el dolor por la pérdida humana. Todo muy abstraído y melancólico.

La inauguración (1916), según cuentan las crónicas, fue todo un éxito y a ella asistieron todo tipo de autoridades, desde las más altas de la nación hasta las locales. ¡Inclusive 23 bandas de música de la provincia y hasta una de Madrid y la del Regimiento Sicilia! 

Como es lógico, con tanto profesional de la música rindiendo homenaje, no faltó una de las composiciones más destacadas del músico donostiarra, Mendi-mendiyan, cuyo estreno se había producido un 21 de mayo de 1910 en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao.

Uno de los momentos más destacados es la romanza con que da comienzo el segundo acto, "Alare, zorioneko lekua" y que aquí interpreta Plácido Domingo, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Euskadi

Este es el texto:

¡Alare! zorioneko lekua! 
Aundiya dala diyote mundua: 
neretzat, dena dago or. 
Nere naitasuna amodio biurtu zan ezkero, joaten naiz 
baso ta mendi ezin bizirik zure txabolatik urruti. 
Luziak iruditzen zaizkit gabak zugan pentsatzen 
ez badet ta beñere ez nau loak artzen esan gabe: 
Andrea, maite zaitut. Andrea maite zaitut. 
Andrea nerea, maite zaitut.


¡Cuánta dicha se respira aquí!
Por muy grande que sea el mundo, 
aquí yo lo encuentro todo. 
Desde que el amor se apoderó de mí, 
vago por los montes y valles 
sin poder alejarme de tu choza. 
Las noches se me hacen eternas 
y no hay un solo día en que no diga: 
"¡Andrea, te quiero!"


***


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