Hasta hace una semana no sabía de la existencia de Alice Gordon Gulick ni tampoco que tuviera un parque dedicado a su memoria en San Sebastián. Cierto es que el parque es pequeñito y no está precisamente en una zona bien de la ciudad, pero seguramente la propia Alice estaría encantada con que le hayan dedicado un lugar recoleto y silencioso, apartado del bullicio y el trajín urbano, donde poder descansar, leer y seguir soñando con una humanidad mejor, más justa y más igualitaria.
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