jueves, 16 de febrero de 2023

UN MICROCUENTO PARA LIDIA CAO Y SU ERREKA MARI

Erreka Mari y el peine de oro, Lidia Cao. Se encuentra aquí.

No se debe creer que existen; no se debe decir que existen.
  𝔇icen que en otro tiempo, y acaso en otro espacio, vivían en lugares próximos al agua unos seres extraordinarios muy parecidos a las mujeres. Hay quien afirma que sí eran mujeres, pero que eran muy tímidas y que no querían que nadie las viera. Otros, en cambio, dicen que no, que no tenían piernas, sino patas similares a las de las ocas o a las de las gallinas. Se dice, incluso, que, escondidas en la espesura del bosque, hubo personas que llegaron a ver estos seres y que pudieron intuir que, mujeres o no, siempre tenían apariencia joven y una larguísima cabellera que peinaban con peines dorados —de oro, posiblemente—.

Dicen, pero nadie ha podido asegurarlo, que tenían muchas e importantes ocupaciones, que eran grandes constructoras y que ayudaban en otras muchas tareas. Sin embargo, hay quien afirma que lo mismo que podían ayudar a los seres humanos, también podían castigarlos y hasta secuestrarlos y matarlos. Así, unos dicen que eran amigables; otros, en cambio, que eran temibles. 

También son muchas y variadas las formas de referirse a estos númenes: lami, lamin, lamiña, lamiñaku, amilamia, lamia y otros que seguramente no han llegado hasta nosotros. Los seres humanos hemos dado muchos nombres a nuestros sueños y a nuestros miedos. Desde que nos esparcimos y comenzamos a considerar nuestro todo cuanto estaba sobre la superficie de la tierra y bajo ella, todo cuanto se encontraba en las aguas y en el aire que nos envuelve; desde entonces, cuanto tenía vida propia lo hemos ido reduciendo a imagen y metáfora. Tal vez por miedo a la muerte o, acaso, por deseo de poder.

Dicen, pero nadie lo sabe a ciencia cierta, que algún día las palabras que de verdad nombran saldrán de todas las bocas, de todos los libros, de muros y pantallas, de cuadernos y anaqueles, y, entonces, cuantos seres permanecen retenidos cobrarán vida y volverán a poblar valles, ríos, lagos, mares y montañas.

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