Es estupendo🙌, vivimos en una sociedad llena de personas atentas, ávidas de saber y entender, siempre dispuestas a profundizar en las sutilezas de cuanto se dice🙌🙌🙌.
O, al menos, eso es lo que parece si hacemos caso a locutoras y locutores, a presentadoras y presentadores de cuanto programa se emite por radio o por televisión. Raramente, muy raramente, utilizan el verbo oír. Da la impresión de que ya no existe. Todo es concentración y atención. El colectivo formado por quienes oyen la radio o la televisión en castellano es, por lo tanto, el más atento del mundo🙇🙇🙇
Vayamos con los significados. Dice la RAE (los subrayados son míos):
escuchar. 1. ‘Poner atención o aplicar el oído para oír [algo o a alguien]’: «Recuerdo que escuché su revelación con horror» (Chávez Batallador [Méx. 1986]); «El psicoanalista [...] escuchó a Carlos Rodó sin impaciencia» (Millás Desorden [Esp. 1988]). Por tanto, la acción de escuchar es voluntaria e implica intencionalidad por parte del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, ‘percibir por el oído [un sonido] o lo que [alguien] dice’: «Oí un trueno. Empezaba a llover» (Kociancich Maravilla [Arg. 1982]); «Oí comentar que Nicolás también era estéril» (Ribera Sangre [Esp. 1988]). Puesto que oír tiene un significado más general que escuchar, casi siempre puede usarse en lugar de este, algo que ocurría ya en el español clásico y sigue ocurriendo hoy: «Óyeme agora, por Dios te lo ruego» (Encina Égloga [Esp. 1497]); «Óyeme y deja de leer ese periódico» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]). Menos justificable es el empleo de escuchar en lugar de oír, para referirse simplemente a la acción de percibir un sonido a través del oído, sin que exista intencionalidad previa por parte del sujeto; pero es uso que también existe desde época clásica y sigue vigente hoy, en autores de prestigio, especialmente americanos, por lo que no cabe su censura: «Su terrible y espantoso estruendo cerca y lejos se escuchaba» (Cervantes Persiles [Esp. 1616]); «Chirriaron los fuelles, patinaron en el polvo las gomas, se desfondaron los frenos y se escucharon alaridos» (Sarduy Pájaros [Cuba 1993]).Es decir, si voy por la calle puede ocurrir que oiga los gritos de alguien pidiendo socorro, que oiga la sirena de una ambulancia, que oiga parte de una extraña conversación sobre algo que no entiendo... o que no oiga nada porque soy sordo por más atención que ponga.
Y al contrario, puede ocurrir que vaya a una conferencia sobre branas y por más que agudice mi escucha activa, incluso tomando apuntes, lo único que logre sea no entender nada 😔porque, oh casualidad, carezco absolutamente de formación físico-matemática.
Lo que no entiendo es cómo un vecino, después de que esta semana apareciera en los medios de comunicación lo del descubrimiento de que el núcleo de la Tierra se ha frenado, me comentara yendo hacia casa la que están liando con tanto cohete en el espacio, fíjate lo que ha pasado en la Tierra 😲😲😲. Dónde voy, manzanas traigo. Claro que en este caso no sé si es qu mi vecino no escuchaba o es que quien daba la noticia tampoco ha escuchado, ni leído, ni se ha informado sobre el hecho en cuestión y lo que pueda significar. Y es que las noticias que se ofrecen, en general —alguna excepción hay—, sobre temas científicos suelen ser del tipo sensacionalista, esto es, ni oigo, ni escucho, ni me informo.
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