Editorial |
Hay libros a los que llegas a través de una reseña, de un comentario realizado por una persona de confianza, por una frase leída a vuela pluma, por una obligación, por un compromiso, por un título... o por un regalo inesperado de alguien que se acuerda de ti, que te conoce y sabe que, por la razón que sea, vas a apreciarlo. Así me llegó este. Y no venía solo, venía acompañado, además, de unos excelentes champis. Incluso venía dedicado. Gracias, Rosa.
Dice Fátima Alonso en la contraportada que la escritura sirve para exorcizar y también para rescatar trozos de felicidad y ráfagas de esperanza que, a pesar de todas las destrucciones, siempre están ahí para ayudar a reconstruirme.
No me cabe la menor duda de que La sombra de la pitonisa ha servido a la autora para reconstruirse. Al menos así nos lo dice en el último poema:
RECONSTRUCCIÓN
Me pilló el Apocalipsis
cuando decidiste reventar mi reino.
Primero llegaron tus guerras
a lomos de un caballo rojo.
Inventaste mentiras para justificar
un fracaso espoleado por ti.
El caballo negro me recordó
el hambre que yo calmé
y la pobreza inmensa de tu alma.
El caballo verde me trajo
la enfermedad que me lanzó al abismo.
Todo terminó con el caballo blanco.
entonces sonaron las primeras trompetas
y supe que aquella devastación era necesaria
para que yo entrara en el reinop de los cielos.
Desde aquí arriba
siento lástima por tu condición miserable.
Nunca dejaré que te acerques a mi trono.
No hay sitio para ti en mi nueva Jerusalén.
Y, tal vez, el que más me ha gustado o, al menos, el que marqué con doble señal según volvía a casa mientras lo iba leyendo en el asiento del tren. ¡Ah, cuánto saben los vagones de versos y lecturas, de secretas emociones vividas al arrullo del traqueteo! Algún día alguien debería escribir la historia de esta fascinante relación.
***
Путин, немедленно останови войну!
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