viernes, 11 de noviembre de 2022

CARLOS SANZ EN KUBO KUTXA




Toda manifestación creativa supone un estímulo, provoca una reacción, es un acicate para ver y entender la realidad desde otro punto de vista distinto, el punto de quien nos ofrece su mirada. Luego puede gustarnos o no, podemos estar de acuerdo o no, puede satisfacer nuestra manera de sentir y entender la realidad o no..., pero todo eso viene después, cuando hayamos realizado el ejercicio de bucear en la técnica, en las influencias, en las circunstancias vitales e intelectuales, en los parámetros de la época y en todas aquellas eventualidades que condicionen en mayor o menor medida la obra y su creación.


La obra de Carlos Sanz (1943-1987) no es precisamente una obra amable, que se deje querer en una primera mirada. Tampoco lo era la de Francis Bacon (1909-1992), autor de enorme éxito internacional con quien, por cierto, puedo ver algunas similitudes. Pero no son las posibles influencias las que quiero traer hasta aquí, sino el hecho de que la obra no tiene por qué resultar atractiva en una primera mirada para ser poseedora de una gran calidad. Tampoco a la inversa.


Creo que lo más interesante de cualquier obra de creación es la capacidad que pueda tener para conmocionarnos, de provocarnos algún tipo de reacción, de dar un golpecito en nuestra conciencia ya sea moral, intelectual o estética. Nada sería peor que la indiferencia ante la obra. Otra cosa es que después tengamos que preguntarnos por nuestras reacciones. Por ahí se comienza. Más adelante echaremos mano del análisis, de la información y del estudio. 


Si aceptamos ese previo para situarnos, sepamos algo o nada de la historia del arte y sus vicisitudes, reconoceremos que la capacidad de Sanz para estimular los resortes de nuestra sensibilidad son, efectivamente, muy poderosos. De forma inmediata percibimos la angustia, la soledad, la visceralidad del dolor humano, el sufrimiento en un estado casi puro. 

Bueno, no todo es así. Los pequeños collages con los que se inicia esta entrad rezuman mucho humor y mucha ironía. Son crítica social, pero crítica acompañada de sonrisa.


El mundo no es ni bello ni bueno. O tal vez sí. Eso dependerá del momento y de nuestro estado de ánimo, pero eso no le compete a quien crea. Como dejó escrito Goetheuna buena obra de arte tiene y tendrá siempre siempre consecuencias morales; pero exigir fines morales a un artista significa malograrle su oficio (Poesía y verdad, Alba, p 556).



Hasta el 22 de enero.

De martes a domingo: 12:00h-14:00h y 16:00h-20:00h.

Entrada gratuita.


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Путин, немедленно останови войну!

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