sábado, 8 de febrero de 2020

¿POETA O POETISA?

Me recriminaba (y me sorprendía yo) hace algún tiempo una amiga por no escribir la palabra poetisa en un texto dirigido a la administración. Decía que así se hacían visibles las mujeres que escribían poesía. He de advertir, en su descargo, que no es esta amiga una persona que haya frecuentado la literatura. Más me sorprende escuchar la palabra en boca de mujeres poetas, por lo general muy jóvenes. Supongo que algo tiene que ver en este resurgir el olvido de la historia.

Porque las palabras, como cualquier otra cosa, tienen su historia. Y de historia va esta entrada, que no de corrección, pues ambas —poeta y poetisa— son correctas para referirnos a una mujer que se dedica a componer poemas. Pero hay matices que nada tienen que ver con el uso correcto o incorrecto de la lengua. Y también algún detalle que no termina de contarse en el artículo de la Fundéu que habla sobre el tema.

El detalle, importante detalle, es que durante el siglo XIX, la mujeres que escribían poesía empezaron a rechazar el término poetisa, porque era el que usaban algunos hombres para despreciar el trabajo de las escritoras, dándole una connotación peyorativa. Es decir, la poetisa, según ellos, era algo así como una desocupada que se entretenía haciendo ripios sentimentaloides. De ahí que las poetas reclamaran el término poeta, para indicar que ellas se tomaban su trabajo tan en serio como el de ellos y tenía la misma calidad y sentido estético. 

Buena prueba de esta protesta es el poema de Rosario Acuña (1851-1923), pionera en muchos sentidos, racionalista, cosmopolita, dramaturga de éxito en su época y hasta experta avicultora. He aquí lo que dice en verso sobre el término en cuestión:


¡POETISA!


Raro capricho la mente sueña:

será inmodesta, vana aprensión.

      Tal palabra

      no me cuadra;

      su sonido

      a mi oído

      no murmura

      con dulzura

      de canción;

      no le presta

      la armonía

      melodía

      y hace daño

      al corazón.




Tiemblo escucharla. ¿Será manía?

Oigo un murmullo cerca de mí:

      no me cuadra

      tal palabra;

      que el murmullo

      que al arrullo

      de la sátira

      nació,

      me lastima

      con su giro

      y un suspiro

      me arrancó.




Si han de ponerme nombre tan feo,

todos mis versos he de romper.

      No me cuadra

      tal palabra,

      no la quiero;

      yo prefiero

      que a mi acento

      lleve el viento

      y cual sombra

      que se aleja

      y no deja

      ni señal,

      a mi canto

      que mi llanto

      arrebate

      el vendaval.

(He seguido la puntuación del texto publicado en Mujeres de carne y hueso).

Y ahora que cada cual utilice el término que prefiera, pero que lo haga sabiendo lo que hay detrás de cada uno, que por algo Gloria Fuertes se reclamaba como Poeta de guardia.

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