Te conocí envuelto entre palabras
limpias y hermosas.
Palabras que hablaban de otras palabras.
El verbo dando vida a sentimientos,
ofreciendo luz
a la luz,
organizando el sentido
entre epítetos, perífrasis y metáforas.
Más allá de las palabras
y de su belleza
—más acá de la literatura—,
yo, que me reconozco casi nada sin ellas,
agradezco en ti
la proximidad serena
de tu gesto claro
y de tu bondad congénita.
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